El encarecimiento del costo de vida en Puerto Rico está teniendo un impacto profundo en la salud mental de sus ciudadanos. La sensación de no poder cumplir con las responsabilidades y necesidades básicas genera una carga emocional enorme.
Por: Katherine Ardila
En Puerto Rico, el aumento del costo de vida ha generado preocupaciones significativas entre expertos en planificación, empresarios y consumidores. Los incrementos en los precios de productos básicos, así como las interrupciones en los servicios eléctricos y de agua, están teniendo repercusiones profundas en la población. En medio de esta crisis, la Dra. Patricia Landers, psicóloga clínica y escolar, explica cómo estos factores están afectando la salud mental de los puertorriqueños.
¿Qué tiene que ver la economía con la salud mental?
La relación entre el costo de vida y la salud mental es innegable. La estabilidad económica es un pilar fundamental para el bienestar emocional. "Estos asuntos afectan directamente a todas las personas, te afecta a ti, me afecta a mí... si estos costos suben, entonces la accesibilidad de poder realizar esas tareas - refiriéndose a actividades en familia y/o obligaciones - y poder cumplir con nuestras responsabilidades, se ve trastocado" comenta la experta. Cuando las personas enfrentan dificultades para satisfacer sus necesidades básicas, como alimentación, vivienda y servicios públicos, el estrés y la ansiedad aumentan significativamente.
Uno de los principales efectos del encarecimiento es el estrés financiero. Las familias se ven obligadas a tomar decisiones difíciles, como elegir entre pagar la factura de la luz o comprar alimentos. "Ahí entra el estrés y entra la ansiedad de ´no puedo cumplir con esto´, ´no puedo suplirle a mi familia, no puedo suplirme yo ni las necesidades básicas´. Así que es como un efecto dominó" señala la psicóloga.
Esta presión constante puede llevar a una espiral de ansiedad y desesperanza. La sensación de no poder cumplir con las responsabilidades y necesidades básicas genera una carga emocional enorme.
La Dra. Landers resalta que el aumento en los costos de vida también afecta la capacidad de las familias para disfrutar de actividades recreativas y de ocio, esenciales para el equilibrio emocional "Una familia que no tiene espacio para compartir, para salir, para despejarse, se llenan de mucho estrés y de rutina, entonces, se va a ver trastocado lo que es la estabilidad emocional de las personas". Cuando el presupuesto familiar se ve reducido, las salidas al cine, las cenas fuera y otras formas de entretenimiento se vuelven inaccesibles. Esta falta de recreación y esparcimiento puede agravar el estrés y la frustración.
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El encarecimiento del costo de vida también tiene un impacto significativo en los niños y adolescentes. La Dra. Landers recomienda a los padres que hablen con sus hijos y les ofrezcan la información justa y necesaria para que comprendan la situación sin agobiarles con detalles financieros. "Hay que buscar la manera de explicarles para que ellos sean conscientes en cómo no desperdiciar la comida, no dejar la pluma abierta botando agua, no dejar luces encendidas, entonces así vamos educando en el proceso", explica.
En lugar de simplemente decir "no podemos ir al cine porque no hay dinero", la Dra. Landers sugiere buscar alternativas que puedan disfrutar en familia, como ver una película en casa o actividades que se ajusten al presupuesto contemplado. Esto ayuda a los niños a entender la situación sin sentirse desanimados.
Desafíos para los adultos mayores
La situación es particularmente difícil para los adultos mayores, especialmente aquellos que no cuentan con el apoyo de familiares. Muchos adultos mayores, que en su momento fueron servidores públicos o tuvieron empleos estables, ahora se ven en la necesidad de hacer fila en comedores comunitarios para poder alimentarse, comenta la Dra. Landers. Esto no solo refleja la crisis económica, sino también la falta de una red de apoyo adecuada para esta población vulnerable.
Tristeza y depresión, ¿Por qué no son lo mismo?
Con frecuencia, se confunde la tristeza pasajera con la depresión clínica. Es vital diferenciar entre sentirse triste por una situación específica y tener un trastorno depresivo. La depresión es un diagnóstico serio que requiere la presencia de síntomas persistentes durante al menos dos semanas.
"Estamos escuchando mucho en la juventud ´estoy en la depre´. Tenemos que aprender también a separar, yo puedo estar triste hoy y la tristeza no es indicativo de una depresión" explica la psicóloga. "Para uno cumplir con un trastorno depresivo, un trastorno del ánimo, uno tiene que estar al menos dos semanas con el ánimo triste, con cambios en la alimentación, ya sea comiendo de más o comiendo de menos y tener cambios en el hábito del sueño".
La tristeza es una emoción que todos experimentan, generalmente como respuesta a eventos estresantes o perturbadores de la vida. Esta emoción, aunque dolorosa, es una reacción natural y temporal que tiende a disminuir con el tiempo y a medida que la persona procesa el evento.
Por otro lado, la depresión es un trastorno de salud mental más complejo y duradero. No se limita a una respuesta emocional a un evento específico, sino que es una condición abrumadora y persistente que puede durar semanas, meses o incluso años, afectando drásticamente la vida diaria de la persona. A diferencia de la tristeza, que generalmente tiene un desencadenante claro, la depresión puede no tener una causa identificable y puede aparecer sin una razón aparente.
La experta concluye en la importancia de la educación y el manejo adecuado de las emociones en tiempos de crisis económica. "Es importante entender que las emociones, como la frustración y la tristeza, son válidas y naturales" aconseja. Lo importante es aprender a gestionarlas de manera saludable para evitar que se conviertan en problemas más graves.