La Dra. Normarie Torres, especializada en pacientes diagnosticados con cáncer, esclarece algunos aspectos relacionados con la salud mental en estos pacientes.
Por: Isbelia Farías
El cáncer es una condición que, por lo general, la mujer es quien la tiende a padecer con más frecuencia, sin embargo, el diagnóstico no es exclusivamente femenino, ya que también los hombres son proclives.
La tiroides controla muchas de las emociones en los seres humanos y, precisamente, al tener este diagnóstico, el de cáncer de tiroides, las emociones son mucho más intensas.
Por ello, la doctora Torres enfatiza que se debe atender al paciente desde que recibe el diagnóstico y permanecer con el acompañamiento todo el tiempo que dure el tratamiento.
Para que el paciente sea capaz de reconocer lo que siente, se le aplica una escala con valores del 1 al 10, y se le pregunta en qué grado está sintiendo ciertas emociones, lo cual permite comenzar un manejo adecuado de los síntomas.
Los psicólogos, cuando observan que el paciente arroja un valor a partir de cuatro (04), por ejemplo, ya deben comenzar a prestar atención para identificar cuáles son los síntomas específicos propios de cada estadio del cáncer.
Además, el paciente puede identificar si tiene necesidades espirituales, económicas o psicosociales y a partir de ello el psicólogo puede abordar el protocolo de intervención.
Adicionalmente del instrumento, se deben integrar todos los cuidados que el paciente amerita, tanto con el oncólogo, el psicólogo, el trabajador social, entre otros; por ello, apenas se determina cuál es el malestar, el paciente es remitido al profesional más adecuado.
Sin importar si se trata de un diagnóstico en etapas tempranas o avanzadas, siempre se hace la identificación de cuál es el malestar que el paciente presenta para enfocarse en la prevención.
Los procesos emocionales en el paciente durante el tratamiento
En primer lugar, la comunicación se da dentro de un equipo que integra al psicólogo, el especialista y la enfermería, por lo que es importante saber cuál es la necesidad del participante para hacer los ajustes dentro del tratamiento. Los psicólogos monitorean el malestar emocional para buscar las herramientas específicas para cada paciente, ya que no todos reaccionan de la misma manera, lo cual representa un reto.
Algunas personas tienen un afrontamiento, se muestran con una actitud más positiva, mientras que otros pacientes se encuentran en estado de negación. De allí la importancia del monitoreo constante.
En algunos casos, el paciente puede negarse a continuar con el acompañamiento psicológico; por ello, el psicólogo debe hacerse parte del tratamiento que está recibiendo el paciente para que este pueda confiar en el psicólogo.
Se trata de ir trabajando en hacer el acompañamiento, independientemente de si el paciente desea o no seguir con dicho acompañamiento.
La tiroides controla todo el proceso hormonal y emocional de la persona. Cuando un paciente se recupera de este tipo de cáncer, en algunas ocasiones, manifiestan altibajos, ya que no tienen tiroides y necesitan de la administración de tratamientos.
Pero, sin importar cuánto tiempo haya pasado desde la recuperación, la ansiedad, la depresión y la fatiga pueden persistir, por eso se necesitan las citas de seguimiento para identificar lo que el paciente siente. Es decir, que luego de las quimioterapias no se termina el acompañamiento, sino que este continúa en el momento de recuperación.
El papel de la familia
Muchos pacientes han atravesado este proceso a solas, por lo que no todos cuentan con el apoyo familiar. Pero, las familias deben estar pendientes para acompañar y apoyar a quien está atravesando el proceso del cáncer, quien vivencia los síntomas y buscar apoyo cuando no se cuentan con las herramientas para dar las palabras de aliento necesarias.
A nivel cultural, muchas veces los familiares intentan ser positivos, pero esa positividad puede sobrecargar al paciente, por lo que es importante escucharle, saber cómo se siente, sin que el familiar le imponga lo que se piensa.
Ante un diagnóstico negativo, otro factor que predomina en la cultura latina es el no querer mirar los procesos finitos de la vida, como la muerte, pero el duelo se da desde el proceso de diagnóstico, sobre todo cuando se recibe un diagnóstico avanzado, por lo que el acompañamiento del profesional es crucial puesto que los pacientes y sus familiares comienzan a vivir un duelo anticipado.
Se requiere de este apoyo extra porque las personas no desean hablar de este aspecto. No obstante, otra realidad es que, además del paciente, el cuidador también amerita de atención psicológica, pues, en muchos casos, el mismo paciente se preocupa por su familiar y los esfuerzos que este realiza.
En cuanto a las herramientas, estas se pueden englobar en diferentes esferas como, por ejemplo, la comunicación, el saber comunicarse con el paciente que sufre de cáncer, desde el yo, “cómo yo me siento”; no solo se trata de aprender a hablar, sino de aprender a guardar las pausas, dejar que las personas terminen, entre otras, y esas partes son esenciales en el proceso.
Además de la comunicación, el poder identificar cuáles son los valores que cada quien posee y la conexión que se tiene con la vida, sin importar cuáles sean las circunstancias, indagar en las fuentes de la vida, con lo que les hace sentir vivos. Por ejemplo, cómo conectar desde el amor, el humor y la belleza, lo cual está más enfocado en la psicoterapia de Viktor Frankl.
La belleza no es necesariamente la física, sino el poder mirar a través de la ventana y observar el mar, las montañas, los árboles y todas esas cosas que conectan a una persona con la vida.
Algunos pacientes han decidido vivir lo poco que les queda, prescindiendo del tratamiento, porque cada quien es autónomo y decide cómo llevar su tratamiento o hasta dónde avanzar, una decisión que debería contemplar la mirada interdisciplinaria, pero, cuando el paciente demuestra o dice que no desea continuar, dicha decisión es tan válida como iniciar un tratamiento.
Son personas que físicamente no pueden, e incluso emocionalmente se preparan para el proceso de transición de lo que será su fin de vida. Por ello, se debe reconocer que es un proceso que es duro y no siempre es feliz, ya que se trata de un diagnóstico complejo y la persona puede enfrentarse a la posibilidad de no poder vivir y no se le puede imponer al paciente la obligación de hacerlo.
En cuanto a los síntomas del cáncer de tiroides, se comienzan a observar cambios en la voz, dolores en el área, bultos en el cuello, aumenta o disminuye el peso y, en los síntomas emocionales, hay emociones que se deben atender, como la fatiga o cansancio extremo, la apatía por hacer las cosas diarias, la depresión, la culpa y la ansiedad. Para ello, se utilizan los instrumentos clínicos psicológicos autoadministrables, que son fáciles de llenar y luego podría ser referido para una entrevista a mayor profundidad.
Finalmente, hay señales de alerta que los pacientes pueden tener de frente y no verlas; se trata de un tipo de cáncer que se puede prevenir; los factores de riesgos incluyen el nivel genético, el ser mujer y estar expuestos a la radiación.