La relación entre este profesional de la salud con el médico tratante y el paciente es fundamental para la seguridad en el proceso de tratamiento.
Por: Yolimarian Torres
Los desafíos frente al diagnóstico del cáncer de pulmón son claros para el enfermero Mario Rosa, quien además es supervisor Clínico del Centro de Cáncer del Hospital Auxilio Mutuo, donde a diario ayuda a los pacientes puertorriqueños a cumplir su tratamiento contra esta enfermedad.
Rosa indica que su experiencia personal lo ha motivado a crecer profesionalmente, porque en lo que en un principio era ir al hospital para atender a los pacientes, cambió por completo su ingreso al área oncológica, donde su vocación por ser más que un enfermero, lo llevó a convertirse en un soporte físico y emocional para pacientes y familiares.
“He vivido muchas experiencias con los pacientes de cáncer de pulmón, porque ellos llegan muy agotados. Hay casos tristes y casos de alegría. Es muy conmovedor. Cuando estamos aplicando el tratamiento hablamos con el paciente y el familiar. A veces, incluso ayudamos más al familiar, porque hay pacientes que aceptan su condición. Escuchan la palabra cáncer y piensan que van a morir”, dijo.
Afirmó que naturalmente en el centro de salud se teje una red de apoyo física y mental para los pacientes, así como para los médicos.
“Como enfermeros oncólogos somos la mano derecha del médico, ellos orientan al paciente y recetan el tratamiento. En ocasiones el paciente tiene un poco más de confianza con los enfermeros y nosotros tenemos que saber trasmitir ese mensaje al doctor para ayudar más a esa persona”, afirmó.
Admitió que él y sus colegas siempre están dispuestos a responder las dudas de los pacientes, “ya que muchas veces ellos llegan a cumplir el tratamiento y no pudieron hacerle todas las preguntas al médico durante su diagnóstico al recibir la noticia y procesar lo que esto implica”.
Por último, afirmó que aunque todos los enfermeros tienen vocación frente a los pacientes, cuando se trata de un diagnóstico como el cáncer “el proceso es un poco más delicado, tenemos que tener ese sentimiento hacia el paciente y el familiar. Que el paciente se sienta satisfecho, porque no es solo porque tenemos el título de enfermeros oncólogos, sino que es que esa persona se sienta acompañada y segura”.
Por último, pero no menos importante, el enfermero oncólogo aseguró que en lo personal es satisfactorio cuando el paciente termina su tratamiento y toca la campana. “Cuando celebramos con el paciente, los familiares y enfermeros. Lloramos y reímos, es algo que nos causa emoción”.
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