Cuando un paciente es diagnosticado de cáncer puede manifestar varias secuelas o consecuencias; la falta de líquidos puede ser una de estas.
Por: Mariana Mestizo Hernández

La intensidad de algunas terapias pueden desencadenar algunos efectos secundarios durante el cáncer, ya que algunas suelen afectar determinado sistema e incluso órganos, el metabolismo es esencial cuando una persona está siendo tratada de cáncer, pues la nutrición adecuada puede garantizar una recuperación y pronóstico favorable. Es por eso que la hidratación es importante para evitar escasez de agua en el individuo.
Principalmente, algunos fármacos que se administran vía oral tienden a disminuir notablemente los niveles de agua en el cuerpo creando así deshidratación, los especialistas recomiendan un consumo exhaustivo de agua para poder cumplir con todas las funciones que se requieren y se necesitan de este importante líquido, ya que interviene en: transporte nutrientes y oxígeno, control en la frecuencia cardiaca y arterial, regular la temperatura corporal, lubrica articulaciones, eliminar toxinas y desechos y crear saliva.
Síntomas de una deshidratación
El paciente que presenta bajos niveles de agua o líquidos en el organismo suele tener o manifestar algunas señales específicas, de acuerdo a la página Cancer.Net estas son:
- Boca seca o pegajosa.
- Debilidad y cansancio constante.
- Cambios en el estado de humor (irritabilidad).
- Mareos.
- Náuseas.
- Cefaleas que se presentan de manera constante.
- Estreñimiento.
- Sequedad cutánea.
- Pérdida de peso.
Tratamiento para la deshidratación
- Tomar pequeñas cantidades de líquido de manera constante.
- Permanecer con botellas de líquido en todo lugar y mantenerse hidratado, el líquido más recomendable es agua pura.
- Aplicar cremas hidratadoras a nivel general y sobre todo en las zonas de la piel que se encuentran dañadas.
- Cuando se presenta diarrea es esencial que el paciente beba líquidos con sodio.
Poseer conocimiento de algunos efectos secundarios es importante con el fin de prevenirlos y evitar recaídas en la enfermedad base o desencadenar algunas comorbilidades por desconocer algunas repercusiones a largo plazo y no tratarlas a tiempo.