Un estudio muestra que dormir poco hace que las personas sean menos generosas

Los escaneos cerebrales muestran que la falta del sueño deprime la actividad en las regiones del cerebro que están relacionadas con el comportamiento social.

Por: Luisa María Rendón Muñoz


Un estudio de la Universidad de California en Berkeley, de Estados Unidos, determinó que, cuando hay pérdida de sueño, también se toma la decisión de no ayudar a otros. 

Esto pudo comprobarse a nivel colectivo, pues se logró ver que en los cambios de horario, en donde todos duermen menos, se observó que las donaciones benéficas caían en un 10 %. Este comportamiento se asocia a una menor actividad en la red cognitiva prosocial del cerebro.

Los investigadores pudieron evidenciar cómo las donaciones promedio a una organización sin fines de lucro con sede en los EE. UU. se redujeron en alrededor de un 10 por ciento en la semana laboral posterior al cambio de hora en comparación con las cuatro semanas antes y después del cambio. En Arizona y Hawái, estados que no observan el horario de verano, las donaciones se mantuvieron sin cambios.  

Qué estudios se realizaron para determinar esto

El equipo de investigadores, encabezado por Eti Ben Simon y Matthe Walker, realizó tres experimentos para examinar este comportamiento. 

Para el primer estudio participaron 24 personas. Ellos se sometieron a una resonancia después de ocho horas de sueño y luego de una noche sin dormir. Según los resultados, en el segundo caso, las redes del cerebro que se activan cuando las personas empatizan con otras o intentan comprender sus deseos y necesidades estaban menos activas.

“La red estaba notablemente deteriorada, como si esas partes del cerebro no respondieran cuando intentamos interactuar con otras personas después de no haber dormido lo suficiente”, explicó la especialista Eti Ben Simon. 

La hora de sueño perdida en el cambio al horario de verano cada primavera parece reducir la tendencia de las personas a ayudar a los demás, según encontraron los investigadores en uno de los tres experimentos.

Dado que más de la mitad de las personas que viven en partes del mundo desarrollado informan que rara vez duermen lo suficiente durante la semana laboral, el hallazgo tiene implicaciones más allá de la semana que avanzamos, dicen los investigadores.

“La falta de sueño da forma a las experiencias sociales que tenemos y a los tipos de sociedades en las que vivimos”, dice el neurocientífico Eti Ben Simon.

Además de la prueba del laboratorio, los participantes completaron un cuestionario

Ben Simon y su equipo primero llevaron a 23 adultos jóvenes al laboratorio durante dos noches. Los participantes durmieron toda una noche y permanecieron despiertos otra noche.

Por las mañanas, los participantes completaron un cuestionario de altruismo estandarizado que calificaba su probabilidad de ayudar a extraños o conocidos en varios escenarios. Por ejemplo, los participantes calificaron en una escala del 1 al 5, con 1 para la menor probabilidad de ayudar y 5 para la mayor probabilidad, ya sea que cedan su asiento en un autobús a un extraño u ofrezcan llevar a un compañero de trabajo que lo necesite.

Aproximadamente el 80 por ciento de los participantes mostró menos probabilidades de ayudar a otros cuando no dormían que cuando descansaban.

Resultados del laboratorio

Los investigadores observaron la actividad cerebral de los participantes en una máquina de resonancia magnética funcional, comparando la actividad neuronal de cada participante en un estado de descanso versus falta de sueño. Eso mostró que la privación del sueño reducía la actividad en una red de regiones del cerebro vinculadas a la capacidad de empatizar con los demás.

En otro experimento, los investigadores reclutaron a 136 participantes en línea y les pidieron que mantuvieran un registro de sueño durante cuatro noches. Luego, cada participante completó subconjuntos del cuestionario de altruismo antes de la 1 p.m. del día siguiente. 

Los investigadores encontraron que cuanto más tiempo pasaban los participantes despiertos en la cama, una medida de falta de sueño, más bajos eran sus puntajes de altruismo. Esa caída en el altruismo se mantuvo tanto al comparar a los individuos consigo mismos como al promediar las puntuaciones de todo el grupo.

Siempre existe la posibilidad de que alguna otra variable además del sueño esté causando esta caída en la generosidad, dice el economista conductual David Dickinson de la Universidad Estatal de los Apalaches en Boone, Carolina del Norte. 

Este enfoque de metodología triple permitió a los investigadores trazar una línea convincente entre los cambios en el cerebro que aparecen durante la privación del sueño al comportamiento del mundo real. “Esto pone una historia más completa sobre cómo el sueño ineficiente afecta las decisiones en este dominio de ayudar a los demás”, agrega Dickinson. 





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