El perfil cognitivo ayuda a determinar si el deterioro es leve, moderado o severo, y a diferenciar entre causas médicas agudas (como infecciones o trastornos metabólicos) y enfermedades neurodegenerativas progresivas.
Por: Katherine Ardila
En el campo de la neurología y la salud mental, los trastornos de memoria y las enfermedades neurodegenerativas suelen ser difíciles de diagnosticar en estadios tempranos, especialmente en poblaciones que envejecen.
La evaluación neuropsicológica ha surgido como un apoyo fundamental para abordar estos casos, combinando severidad científica con la comprensión humana del impacto que tiene esta condición en la vida diaria de los pacientes.
La Dra. Margarita Benito, jefa de Neuropsicología de la prestigiosa Unidad Hospitalaria de Memoria y Cognición Intellectus en el Hospital San Ignacio de Bogotá, invitada al programa "Expertos en Salud", dirigido por el Dr. Oscar Soto, explica con detalle cómo este enfoque trasciende lo meramente diagnóstico para convertirse en una herramienta terapéutica.
El Proceso de evaluación: Más allá de los Test
Contrario a lo que muchos suponen, una evaluación neuropsicológica no se limita a la aplicación de pruebas estandarizadas. Como detalla la Dra. Benito, el proceso inicia con una minuciosa reconstrucción del funcionamiento cognitivo del paciente en su contexto real:
"Nosotros lo que hacemos es, primero, hacer una historia clínica con un enfoque neuropsicológico. Lo que buscamos es indagar en cómo funcionan nuestras funciones mentales superiores en la vida cotidiana y cómo interfieren las fallas que las familias o los mismos pacientes perciben de su funcionamiento cognitivo. Y, a partir de esos datos y de una buena exploración clínica pura, pasamos a aplicar una serie de pruebas especializadas".
Este enfoque biopsicosocial permite diferenciar entre olvidos normales asociados al estrés o ajetreos del día a día y aquellos que podrían indicar patologías subyacentes.
Posteriormente, se aplican pruebas cognitivas estandarizadas para cada población, las cuales permiten cuantificar el rendimiento en áreas como la atención, el lenguaje, la memoria y las funciones ejecutivas.
La neuropsicología como traductora entre el cerebro y la vida cotidiana
Ciertamente uno de los aspectos más destacables de esta disciplina es su capacidad para convertir datos cuantitativos en información clínicamente relevante.
En palabras de la experta: "Lo más valioso es poder interpretar estos datos cuantitativos en la historia clínica de cada persona... es poder valorar en condiciones de laboratorio cómo realmente funciona la atención, el lenguaje, la memoria". Además contrasta con las percepciones subjetivas de los familiares, quienes pueden notar fallas pero no siempre identifican su origen o gravedad.
Este puente entre lo experimental y lo cotidiano resulta importante en enfermedades como el alzhéimer, donde patrones específicos de afectación mnésica (como la preservación de memorias remotas versus el deterioro en la formación de nuevos recuerdos) pueden orientar el diagnóstico temprano.
Deterioro cognitivo y diferentes tipos de memoria: Un proceso difícil de descifrar
Respecto a la tendencia a olvidar algunas cosas, la doctora Benito desmitifica la idea de que todos los problemas de memoria son iguales:
"Yo creo que todos tenemos la idea de que la memoria es una sola, y resulta que hay muchos tipos de memoria... dependiendo de la enfermedad que nos cause ese deterioro cognitivo, pues se va a dañar una u otra memoria", explica. "Estas pruebas también orientan un poco hacia qué tipo de memoria está alterada".
Una vez obtenidos los resultados, los neuropsicólogos elaboran un perfil cognitivo que orienta el diagnóstico y tratamiento. "Sacamos un perfil cognitivo que nos orienta hacia dónde están las fallas", explica la Dra. Benito.
Este perfil ayuda a determinar si el deterioro es leve, moderado o severo, y a diferenciar entre causas médicas agudas (como infecciones o trastornos metabólicos) y enfermedades neurodegenerativas progresivas.
Permite distinguir entre, por ejemplo, el patrón cortical del alzhéimer (con afectación temprana de memoria episódica) y el perfil subcortical de la Enfermedad de Parkinson (donde predominan las dificultades en memoria procedimental).
Además, la experta recalca que "no solo somos memoria", ya que otras funciones como el lenguaje o la atención también aportan pistas sobre la etiología del problema. Por ejemplo, alteraciones en la memoria episódica pueden sugerir un proceso neurodegenerativo, mientras que fallas en la atención podrían relacionarse con cuadros depresivos o ansiosos.
Tratamiento y manejo del deterioro cognitivo
El tratamiento neuropsicológico representa un paradigma integrador. Como explica la Dra. Benito: "Tenemos la intervención desde la estimulación cognitiva, que se entiende como una forma de poder ayudar a los pacientes a que este proceso pueda ser mejor manejado".
Esto implica técnicas para fortalecer las funciones afectadas, adaptarse a las pérdidas y enlentecer el deterioro, siempre con el objetivo de mejorar la calidad de vida.
Finalmente, la neuropsicóloga insiste en la psicoeducación como pilar del cuidado: "Si yo sé qué es lo que tiene mi paciente, sé qué es lo que tiene mi familia, pues puedo reconocer cómo poder ayudarlo". Recomienda buscar un diagnóstico preciso, entender la enfermedad y acceder a servicios especializados, ya que "todo eso parte de una muy buena psicoeducación [...] actuar desde el conocimiento y desde el amor a nuestros familiares".
Esta perspectiva preventiva y educativa resulta relevante en Latinoamérica, donde el estigma sobre los trastornos cognitivos es una barrera para la atención temprana.