Consumo de carne roja procesada aumenta el riesgo de demencia al favorecer la inflamación y daño celular

La carne roja procesada y sus compuestos como los nitritos, utilizados para mejorar la conservación y el sabor, pueden inducir estrés oxidativo y favorecer la inflamación, generando efectos neurotóxicos.

Por: Katherine Ardila


Un reciente estudio publicado en la revista Neurology ha identificado una asociación significativa entre el consumo elevado de carne roja procesada y un mayor riesgo de desarrollar demencia

La investigación, que incluyó a 133.771 participantes seguidos durante un período de hasta 43 años, ofrece perspectivas sobre los factores dietéticos que podrían influir en la salud cognitiva.

Diseño del estudio y principales hallazgos

El estudio analizó el consumo de carne roja procesada —como salchichas, mortadela y bacon— en relación con la incidencia de demencia

Los participantes, con una edad media de 49 años al inicio del estudio, fueron divididos según su consumo semanal de carne procesada. Los resultados revelaron que las personas que consumían al menos dos raciones semanales (˜100 gramos) de carne roja procesada tenían un riesgo 13% mayor de desarrollar demencia en comparación con aquellas que consumían menos de tres raciones al mes. 

En total, 11.173 participantes desarrollaron la enfermedad durante el período de seguimiento.

Por el contrario, no se encontró una asociación significativa entre el consumo de carne roja sin procesar y el riesgo de demencia

Sin embargo, el estudio resaltó un aumento del 16% en el riesgo subjetivo de deterioro cognitivo entre quienes consumían siete o más porciones semanales de carne roja no procesada.

Mecanismos biológicos propuestos

Los autores del estudio ofrecieron explicaciones biológicas para los resultados observados. En el caso de la carne roja procesada, compuestos como los nitritos, utilizados para mejorar la conservación y el sabor, pueden inducir estrés oxidativo y favorecer la inflamación, generando efectos neurotóxicos. 

Además, el consumo excesivo de carne roja, procesada o no, se asocia a la resistencia a la insulina, un factor relacionado con la acumulación de proteína beta amiloide en el cerebro, un marcador clave del alzhéimer.

Por otro lado, la carne roja contiene carnitina, que se convierte en trimetilamina N-óxido (TMAO) tras su interacción con la microbiota intestinal. El TMAO contribuye al desarrollo de enfermedades cardiovasculares y arteriosclerosis, al tiempo que afecta a la expresión de proteínas involucradas en la sinapsis neuronal.

Sustituciones dietéticas y beneficios asociados

Una de las propuestas clave del estudio es reemplazar la carne roja procesada por fuentes de proteína más saludables. 

Al sustituir una porción diaria de carne procesada por pescado, el riesgo de demencia podría reducirse en un 28%. Reemplazarla con nueces y legumbres podría disminuirlo en un 19%, mientras que el pollo contribuiría con una reducción del 16%.

Perspectivas y comentarios de expertos

Jordi Salas-Salvadó, catedrático de Nutrición en la Universidad Rovira i Virgili, explica que la carne roja, especialmente la procesada, contiene altos niveles de grasas saturadas que incrementan el colesterol, favoreciendo la acumulación de placas de aterosclerosis

Además, estos factores también tienen efectos directos sobre la salud cerebral, al impactar los factores neurotróficos que promueven la supervivencia y el desarrollo neuronal.

El autor principal del estudio, Dong Wang, del Brigham and Women´s Hospital, sugiere que "la reducción del consumo de carne roja procesada podría formar parte de guías dietéticas destinadas a promover la salud cognitiva". Sin embargo, aclara que se deben realizar más estudios en poblaciones diversas para confirmar estos hallazgos.

Limitaciones del Estudio

Aunque los resultados son importantes, el estudio tiene algunas limitaciones inherentes a su diseño observacional. 

Esto incluye la incapacidad de establecer relaciones de causalidad directa y la posible influencia de factores de confusión no controlados. Además, los participantes eran principalmente profesionales de la salud de Estados Unidos, lo que podría limitar la generalización de los resultados a otras poblaciones.

Fuente consultada aquí






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