La sucralosa no generó aumentos en hormonas clave para la saciedad, como la insulina y el GLP-1, a diferencia del azúcar común (sacarosa).
Por: Mariana Mestizo Hernández
La sucralosa es un edulcorante artificial de uso común en productos etiquetados como "sin azúcar" o "bajos en calorías". Aunque suele promoverse como una alternativa para el control del peso, un estudio reciente pone en entredicho su eficacia y plantea que su consumo podría, paradójicamente, aumentar el apetito.
La investigación, desarrollada por científicos de la Universidad del Sur de California, consistió en un ensayo clínico aleatorizado con 75 adultos jóvenes, de entre 18 y 35 años, con diferentes índices de masa corporal (IMC): normopeso, sobrepeso y obesidad. Cada participante consumió, en diferentes momentos, una bebida endulzada con sucralosa, otra con sacarosa (azúcar común) y agua como control.
Para evaluar los efectos, se midieron las respuestas cerebrales mediante imágenes de resonancia magnética funcional, así como los niveles hormonales y las sensaciones subjetivas de hambre antes y después de la ingesta.
Principales hallazgosLos resultados, como señala el portal Intramed, mostraron que el consumo agudo de sucralosa, en comparación con la sacarosa, produjo un aumento del flujo sanguíneo en el hipotálamo (p<0,018), una mayor sensación de hambre (p<0,001) y ausencia de respuesta hormonal de saciedad. En términos generales, los hallazgos pueden interpretarse en las siguientes direcciones:
- Mayor activación hipotalámica: La sucralosa incrementó la actividad en el, una región cerebral clave en la regulación del apetito. Este efecto fue especialmente pronunciado en personas con obesidad.
- Incremento en la sensación de hambre: Los participantes reportaron sentirse más hambrientos después de consumir sucralosa que tras ingerir sacarosa. Dos horas después de la prueba, quienes tomaron azúcar presentaron una reducción significativa del hambre, efecto que no se observó con el edulcorante artificial.
- Ausencia de señales hormonales de saciedad: A diferencia de la sacarosa, la sucralosa no generó aumentos en los niveles de glucosa ni en hormonas como la insulina y el péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1), que están asociadas con la sensación de saciedad.
- Alteración de las conexiones cerebrales: También se identificó un aumento en la conectividad funcional entre el hipotálamo y áreas del cerebro involucradas en la motivación y el procesamiento sensorial, lo que podría influir en el comportamiento alimentario y favorecer los antojos.
En conjunto, estos resultados sugieren que, aunque no aporta calorías, la sucralosa puede modificar los mecanismos cerebrales relacionados con el apetito, lo que podría dificultar el control del peso. Algunos especialistas han advertido que este tipo de edulcorantes podría "engañar" al cerebro al generar una sensación de dulzura sin el aporte calórico correspondiente, lo que incrementaría el deseo de comer y, eventualmente, la ingesta total de alimentos.
Adicionalmente, investigaciones previas ya han señalado posibles efectos adversos de los edulcorantes artificiales sobre la microbiota intestinal y su asociación con un mayor riesgo de enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2.
¿Qué se puede recomendar a los pacientes?
Frente a la evidencia disponible, se sugiere limitar el consumo de edulcorantes artificiales y considerar alternativas naturales para aportar dulzor a la dieta. El uso de frutas y verduras frescas no solo contribuye con azúcares intrínsecos de bajo impacto metabólico, sino que también ofrece vitaminas, minerales y fibra dietética.
Asimismo, se recomienda fomentar la hidratación con agua, que puede ser infusionada con ingredientes naturales como rodajas de limón, pepino o bayas, con el fin de aportar sabor sin recurrir a edulcorantes.
Aunque compuestos como la sucralosa han sido promovidos como aliados en el control del peso corporal, investigaciones recientes advierten que podrían interferir con los mecanismos de saciedad y regulación del apetito. Aun cuando se requieren estudios adicionales para esclarecer sus efectos a largo plazo, moderar su uso se presenta como una medida precautoria razonable en el contexto de una alimentación equilibrada y basada en evidencia.