El principal experto en virus de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Jairo Méndez Rico, alertó sobre el impacto de las vacunas en las mutaciones del virus.
Por: Luisa Ochoa
Un virus que ha mutado más rápido de lo que se esperaba, que tuvo una exitosa adaptación al ser humano, que se transmite cada vez más fácil, que puede acelerar sus cambios si se lo presiona con vacunas más dirigidas como las bivalentes, que tiende a volverse menos agresivo y que va camino de sumarse a la constelación de virus respiratorios estacionales: ese es el retrato actualizado del SARS-CoV-2 según la perspectiva evolutiva del principal experto en virus de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Jairo Méndez Rico, Ph. D., asesor regional de Enfermedades Virales del organismo.
Méndez Rico pasó por esta ciudad para participar de un taller regional de la OPS con autoridades de salud de doce países sobre lecciones aprendidas de COVID-19 y preparación y respuesta para futuras pandemias, que se realiza del 17 al 19 de agosto. Y concedió una entrevista exclusiva a Medscape en español para interpretar el pasado, presente y futuro del virus que irrumpió a fines de 2019 y "probablemente, ha llegado para quedarse", según dijo, así como los efectos positivos y "colaterales" de las vacunas.
¿Cuál es su valoración de las vacunas contra COVID-19 que se han aplicado hasta el momento?
Definitivamente, han servido, han funcionado muy bien. Eso es indudable. Han disminuido dramáticamente los casos graves y las muertes. Por supuesto, no son perfectas. Sabíamos desde el comienzo que iba a seguir habiendo casos de transmisión, incluso en vacunados.
¿No había una expectativa inicial de que pudieran bloquear mejor la transmisión?
Cada vez que hacemos algo que presiona al virus a evolucionar, el virus va a tratar de cambiar para evadir la respuesta y por eso sigue infectando. Es un proceso evolutivo normal. Normalmente, los virus tienden a evolucionar para hacerse más transmisibles y así poder subsistir, pero no se vuelven más agresivos. Y eso es lo que hemos venido viendo. Por eso, cada vez tenemos variantes del virus que se transmiten muy rápidamente, que incluso pueden generar infecciones porque son capaces de evadir la respuesta inmune, pero no generan enfermedad más grave, no matan más. Eso significa que era muy previsible que pudiera haber casos de reinfecciones, no fue una gran sorpresa. Fueron cosas que fuimos estudiando sobre la marcha porque no teníamos toda la evidencia. Pero podemos decir con toda seguridad que la vacunas funcionan: aun si una persona se puede reinfectar [habiendo atravesado una infección previa] de manera natural o estando vacunada, la posibilidad de que esté grave o muera es muy baja.
¿Cuál sería el lugar de las vacunas bivalentes, como la que acaba de aprobar el Reino Unido?
Esto se ha discutido por grupos de trabajo de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En este momento, la evidencia demuestra que las vacunas como están funcionan y funcionan bien. Una vacuna bivalente que incluye un componente específico para una variante puede funcionar eventualmente como refuerzo. En este momento, no hay indicación de que sea necesario, aunque, si está disponible, lo que se puede hacer es darla como refuerzo para proteger un poco más sobre algunas variantes que están circulando. Sin embargo, hay que tener mucho cuidado: cuando nosotros presionamos el virus, el virus va a seguir evolucionando. Por eso, si hago una vacuna un poco más dirigida contra ómicron, es probable que ómicron baje, pero abre la puerta para que otros virus puedan venir y ocupar ese nicho.
¿Se puede inferir que esa otra variante que pueda venir será más transmisible y benigna o no hay manera de anticiparlo?
Como virólogo, siempre pienso en los procesos de evolución virales. Y los virus tienden normalmente a evolucionar hacia eso, a ser muy transmisibles. ¿Por qué? Porque ellos necesitan un cuerpo humano, una célula viva para poder replicarse. Necesitan ser muy exitosos en transmitirse, porque es la manera de mantenerse en la naturaleza. Si matan a un individuo [huésped] muy rápido, entonces no van a tener donde vivir. Es por eso que es muy difícil tener una pandemia con virus como el del ébola, porque mata tan rápido que no tiene tiempo de transmitirse, evolucionar y adaptarse al humano. Y el virus [causante] de COVID-19 está completamente adaptado al humano; ha tenido un proceso de adaptación muy exitoso donde se está transmitiendo cada vez más fácil y también cada vez genera más mecanismos de evasión de la respuesta inmune para subsistir.
Es probable entonces que aparezcan nuevas variantes que se puedan transmitir un poco mejor, pero yo me atrevería a pensar que no van a ser más agresivos, que no van a generar una enfermedad más grave o que van a ser más mortales. Seguramente, van a ser mucho más controlables con los mecanismos que ya conocemos: las vacunas y otros tipos de medidas que también son buenos para otros virus, con influenza, que están a la vuelta de la esquina.
De no haber habido una vacunación masiva, ¿Ómicron no habría aparecido? ¿Cómo habría sido el proceso natural de evolución de SARS-CoV-2 sin vacunas?
Cuando miramos el proceso de evolución del virus [causante] de COVID-19, ha sido bastante disperso. No solamente ha sido guiado por la respuesta inmune, por las vacunas, sino también por otros factores. Por ejemplo, en aquellos países donde hubo restricciones muy severas y el virus dejó de circular por un tiempo, en el momento en que se le dio la oportunidad, empezó a evolucionar muy rápidamente, generando diversos sublinajes y subvariantes en muy corto tiempo. Algunos de los virus que tenemos en este momento no provienen de una misma raíz, sino que han empezado a "microevolucionar" dependiendo de la región geográfica, lo cual significa que hay un componente de cómo se vivió en cada país y área geográfica que ha modelado un poco la manera en que el virus se ha venido comportando. Sigue siendo el mismo virus, pero con una capacidad de evolucionar que, debo admitir, fue un poco más rápida de los que esperábamos. Se empezó a diversificar muy, muy rápido. Y cuanta más oportunidad le damos de transmitirse, más posibilidad de que mute.
¿Se han combinado, entonces, vacunas que presionan para mutar y altos niveles de transmisión?
No solo las vacunas. La respuesta inmune de las personas que se infectaron también presiona al virus para que vaya cambiando, la vacuna, en todo caso, le pone una capa adicional. Todos esos factores son los que llamamos "presiones de selección" y hacen que el virus vaya cambiando.
¿Uno puede imaginar, con razonable confianza, que el SARS-CoV-2 se va a sumar a la panoplia de virus respiratorios estacionales con los que ya convivimos?
Es el escenario más probable. Es un virus que ya está muy bien adaptado al humano, por lo que muy seguramente va a seguir circulando, aunque todavía no sabemos si va a ser una circulación por temporadas, como sucede con influenza, o si se va a mantener en algunos grupos de riesgo en particular.... ese tipo de cosas epidemiológicas las estamos viendo y aprendiendo ahora. Lo más probable es que el virus haya llegado para quedarse y precisamente, por eso, parte de lo que estamos haciendo ahora y a futuro es integrar la vigilancia de la influenza con la de COVID-19 y otros patógenos respiratorios ya conocidos.
Habló recién de influenza, ¿podría haber en el futuro una vacunación estacional similar para COVID-19, con la composición de las vacunas ajustadas a las variantes circulantes?
Es muy probable. Hacia allá van los estudios, por eso seguimos viendo cuál es la dinámica de producción [de respuesta inmune] y de protección, cuánto dura la protección según la combinación y el tipo de vacuna y el antecedente o no de la infección, lo que se llama "inmunidad híbrida", que podría dar un poco más de tiempo. Todos esos estudios se están haciendo y eso nos va a permitir formular la recomendación de tener una vacunación periódica como hacemos con influenza, por temporadas, por hemisferios, con una composición de las vacunas que puede depender de lo que vaya sucediendo en el futuro. Es probable que hacia allá vayamos.
Un virus de esas características, ¿ya nos tiene que dejar de preocupar?
Yo no diría eso. Lo que nos ha mostrado COVID-19 es que cuando pensamos que ya todo está bien, el virus siempre busca un camino y debemos estar preparados. Hay que poner en marcha lo que ya aprendimos y seguir trabajando en el control. Es un momento clave para no bajar la guardia. Cuando el virus empieza a bajar, también puede ser el momento en el que la gente se descuida más y ese puede ser el escenario perfecto para que el virus vuelva a subir su transmisión. Si bien eso no implica necesariamente que vaya a ser más agresivo o matar más gente, es una enfermedad y, como tal, tenemos que ser capaces de mantenerla controlada para evitar que se saturen los sistemas de salud y para que las personas puedan seguir trabajando. No se trata de estar menos preocupados, sino de estar vigilantes en todo momento.
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