La fiebre, uno de los síntomas más frecuentes del COVID-19, durante el periodo de organogénesis puede crear anomalías concretas, en específico defectos del tubo neural, y abortos espontáneos.
Diana Castañeda
Agencia Latina de Noticias de Medicina y Salud Pública
El COVID-19 tiene en estado de alerta a toda la población mundial. El aumento exponencial de casos, decretos de confinamiento obligatorio en la mayoría de los países afectados y crisis económicas, han disparado efectos de ansiedad y alarmismo.
Dentro de la poca información que hay hasta el momento sobre este virus, se sabe que es una enfermedad que puede contagiar a personas de cualquier edad, y que, tiene un rápido nivel de propagación. Sin embargo, y extrañamente en la población pediátrica las posibilidades de contagio son muy reducidas.
Según el neonatólogo y catedrático, doctor Juan Rivera, quien estuvo en entrevista con la Revista Medicina y Salud Pública (MSP), se habla que, de los casos diagnosticados en el mundo con COVID-19, solo el 5% son niños y, de este porcentaje tan solo el 15% pertenece a los infantes menores de un año.
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En cuanto a los síntomas en los niños, aunque son muy similares a los de la población adulta, en ellos se manifiesta de forma leve. Un 56% presenta fiebre que es lo más común, el 54% desarrolla tos y dificultad respiratoria tan solo el 13% de los casos infantiles.
El pediatra agregó que, entre los hallazgos de información evaluados por los laboratorios, el 25% de los casos de coronavirus positivos a la edad pediátrica, tienen un conteo de células blancas menor de 5.500, de lipositos de menos de 1.900 en 3.5% de los casos.