Fotografía de ejemplares de ratón moruno. / Universidad de Córdoba
Además del ratón, otro tipo de roedores, como el ratón moruno, podría servir de animal de laboratorio. Así lo confirman científicas de la Universidad de Córdoba que han validado una técnica de investigación biológica molecular en estos roedores que podrían ser usados como organismos modelos, por su mayor variabilidad genética.Validan una herramienta comercial utilizada para el ratón común de laboratorio en los roedores morunosUna reciente investigación, publicada en la revista Environmental Pollutionpor científicas del departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Córdoba, ha conseguido validar una herramienta comercial utilizada para el ratón común de laboratorio en los roedores morunos. El proyecto, realizado por las investigadoras Noelia Morales, Carmen Pueyo y Nieves Abril, valida una metodología basada en PCR-Arrays, una herramienta que amplifica secuencias de ADN y que, de un modo sencillo y rápido, permite la cuantificación simultánea de transcritos de decenas de genes implicados en un determinado proceso biológico. Según afirma Abril, “hemos validado, con un grado de error mínimo, un mecanismo diseñado sobre un organismo modelo en nuevo animal que no es modelo pero que tiene un interés extraordinario”, ya que posee una filogenia muy próxima al clásico ratón de laboratorio y una gran similitud en su secuencia genética. Las ventajas de trabajar con esta especie de roedores son incuestionables, hasta el punto de que podría sustituir al ratón de laboratorio en algunos casos. Su variabilidad genética lo hace útil para la investigación biomédica, estudios medioambientales y, en general, para cualquier proceso que requiera la cuantificación de cambios en los perfiles de expresión génica. Sin ir más lejos, según destaca Noelia Morales, el grupo de investigación ya ha utilizado esta metodología en ratones morunos para analizar el impacto del DDT/DDE, un plaguicida soluble en lípidos y que se almacena en tejidos grasos, por lo que su presencia se biomagnifica a lo largo de la cadena trófica. El plaguicida fue prohibido en los años 70 debido a su efecto dañino en humanos y en el medio ambiente, pero su veto se ha levantado parcialmente en países tropicales, para luchar contra enfermedades transmitidas por mosquitos, como es el caso de la malaria, el dengue o el virus del Zika. El consumo de alimentos (frutas, pescado) procedentes de estos países está haciendo que el riesgo de exposición a este pesticida se extienda a nivel mundial.