Entre los principales desafíos se evidencian la falta de acceso a tratamientos antivirales para hepatitis C, la carencia de un registro nacional específico y la escasez de pruebas diagnósticas para confirmar la carga viral.
Por: Katherine Ardila
El Ministerio de Salud Pública (MSP) de República Dominicana ha emitido un reporte preocupante sobre el comportamiento de las hepatitis virales en el país. Según los datos del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Sinave), correspondientes a la semana epidemiológica número 27 del año en curso, se han registrado 910 casos confirmados de hepatitis B a nivel nacional.
Esta cifra se compara con los 1,617 casos acumulados durante todo 2024, lo que evidencia una transmisión sostenida del virus.
El panorama para la hepatitis C resulta igualmente alarmante, con 541 casos notificados en el mismo período, completando un total de 834 infecciones confirmadas desde enero.
Lo llamativo de estos datos es el patrón de afectación por género: mientras la hepatitis B muestra mayor incidencia en la población masculina, la variante C parece impactar con más fuerza a las mujeres dominicanas.
Desafíos en el manejo de las hepatitis
Tras la publicación de estas cifras, las autoridades sanitarias han sido transparentes al reconocer las limitaciones que enfrenta el sistema de salud para controlar efectivamente estas enfermedades.
Entre los obstáculos más críticos se encuentra la cobertura limitada de tratamientos antivirales para hepatitis C, medicamentos esenciales para evitar la progresión a cirrosis o cáncer hepático.
A esto se suma la ausencia de un registro nacional específico para hepatitis virales y la carencia de estudios de seroprevalencia que permitan conocer con exactitud la carga real de la enfermedad en la población.
Existe una disponibilidad restringida de pruebas confirmatorias de carga viral, herramientas fundamentales para el manejo clínico adecuado. Como si fuera poco, aún se presenta falta de capacitación del personal sanitario para diagnosticar, notificar y manejar clínicamente hepatitis virales.
Programas de prevención y vacunación
Frente a este escenario complejo, el MSP mencionó las estrategias preventivas implementadas, particularmente para la hepatitis B.
El país cuenta con un Programa Nacional de Vacunación coordinado por la División de Inmunoprevenibles por Vacunas (DIV), que incluye la administración sistemática de la vacuna tanto en la población infantil como en adultos.
Adicionalmente, se mantiene un protocolo de tamizaje para hepatitis B en mujeres embarazadas, medida crucial para prevenir la transmisión vertical de madre a hijo durante el parto.
Estas acciones preventivas contrastan con la situación de la hepatitis C, para la cual no existe vacuna disponible, lo que hace aún más importante las estrategias de diagnóstico temprano y tratamiento oportuno.
Transmisión y manifestaciones clínicas
Las hepatitis virales son un grupo de enfermedades inflamatorias del hígado causadas por diferentes agentes virales (tipos A, B, C, D y E). En República Dominicana, como en la mayoría de los países, las variantes B y C son de especial preocupación por su potencial de cronificación y graves complicaciones a largo plazo.
Los especialistas consultados explican que estos virus se transmiten principalmente a través de relaciones sexuales sin protección, contacto con alimentos y bebidas contaminadas (especialmente en el caso de la hepatitis A y E), y exposición a fluidos corporales de personas infectadas.
Las transfusiones sanguíneas sin el tamizaje adecuado y el uso de agujas contaminadas siguen siendo vías relevantes de transmisión.
¿Cuáles son los síntomas de una hepatitis?
El cuadro clínico de las hepatitis agudas suele incluir síntomas como cansancio extremo (fatiga), náuseas y vómitos persistentes, episodios de diarrea, fiebre baja (generalmente menos de 38°C) y alteraciones características en la coloración de la orina (oscura, similar al té) y las heces (pálidas o de color arcilla).
Muchos pacientes refieren dolor abdominal en el cuadrante superior derecho, justo donde se localiza el hígado, acompañado de pérdida significativa del apetito.
En los casos más evidentes, la ictericia (coloración amarillenta de piel y ojos) se manifiesta como signo inequívoco de daño hepático, aunque este síntoma resulta más frecuente en las formas agudas que en las crónicas.
Ante esta situación, las autoridades sanitarias hacen un llamado a fortalecer las medidas preventivas, particularmente el uso de protección en relaciones sexuales y la vacunación contra la hepatitis B.
Igualmente, urgen a mejorar la capacidad diagnóstica del sistema de salud y a garantizar el acceso a tratamientos antivirales, especialmente para la hepatitis C, cuya curación es posible con los esquemas terapéuticos actuales.