¿Consume magnesio para dormir mejor y reducir el estrés? Esto dice la ciencia sobre su efectividad

Miles de personas recurren a este mineral prometido como solución para dormir mejor, mejorar la digestión y reducir el estrés, pero los expertos advierten que no es tan simple

Por: Laura Guio


En una pequeña fábrica enclavada en Yorkshire Dales, enormes barriles de polvo blanco se apilan junto a máquinas que zumban sin cesar. Trabajadores con trajes de materiales peligrosos pesan cuidadosamente citrato de magnesio mientras una máquina similar a un Dalek expulsa docenas de tabletas blancas por segundo.

"Estamos enviando nuestros suministros a todo el mundo", explica Andrew Goring, gerente de Lonsdale Health. "Es uno de nuestros mayores vendedores y el mercado sigue creciendo". Según Goring, el boom se debe principalmente a influenciadores y redes sociales que han llevado este suplemento, conocido durante años, finalmente a la corriente principal.

El mineral esencial que ya está en nuestro cuerpo

El magnesio representa menos del 1% de nuestro organismo, pero está involucrado en más de 300 procesos diferentes. Almacenamos alrededor de 25 gramos y la cantidad diaria recomendada es de 270 mg para mujeres y 300 mg para hombres.

Kirsten Jackson, dietista especializada en salud intestinal, explica que el magnesio es "especialmente importante para nuestro cerebro y estado de ánimo", ya que ayuda a los nervios a enviar mensajes correctamente. También regula los niveles de azúcar en la sangre, la presión arterial y mantiene el ritmo cardíaco al mover calcio y potasio dentro y fuera de las células.

Testimonios personales versus evidencia científica

Katie Curran, especialista en comunicaciones, confiesa que hace un año luchaba con el insomnio. 

"Mi cerebro estaba acelerado y me despertaba un par de horas después de dormirme", recuerda. Tras dos semanas tomando 270 mg diarios de glicinato de magnesio, dice que su sueño mejoró notablemente. "Tenía más energía, me volví más activa. No puedo reducirlo a una sola cosa, pero creo que los suplementos fueron una parte importante".

Sin embargo, la nutricionista Kristen Stavridis advierte que no hay suficientes pruebas sólidas para demostrar que estos suplementos tengan un efecto positivo en población sana. "Tenemos compañías que nos gritan: '¡Todos vamos a morir! ¡Toma mi píldora!'", ironiza.

Marketing inteligente para necesidades reales

"Esquemas de marketing inteligentes", así describe Kirsten Jackson el fenómeno. "El magnesio está involucrado en áreas en las que las personas están dispuestas a invertir: su sueño, digestión, salud mental. Pero esto no significa automáticamente que necesitemos suplementos para mejorar esas cosas".

Las redes sociales están inundadas de publicaciones sobre magnesio, muchas con el aviso "comisión pagada", lo que significa que los influencers podrían ganar dinero promocionándolos. Se ofrecen diferentes compuestos: glicinato para el sueño, cloruro para tensión muscular, citrato para digestión.

La dieta primero, los suplementos después

Ambas expertas coinciden: la mayoría debería "mirar la dieta primero". Semillas, nueces, panes integrales, verduras y frutas son buenas fuentes naturales de magnesio

Jackson advierte que quienes no consumen regularmente estos alimentos probablemente también carecen de otros nutrientes esenciales como vitamina C, vitamina K, fibra y prebióticos. "Un suplemento de magnesio no va a resolver todo eso".

Los riesgos de la sobredosis

Stavridis recomienda tomar la mitad de la cantidad indicada en el paquete si se decide consumir suplementos. Aunque los riñones de personas sanas pueden eliminar el exceso en "orina cara", aún existen riesgos como diarrea, vómitos y náuseas.

Para quienes padecen enfermedad renal, tomar estos suplementos puede ser peligroso y causar hipermagnesemia, una condición potencialmente mortal que puede provocar parálisis o coma.

¿Necesidad real o moda pasajera?

Aproximadamente el 10% de los hombres y el 20% de las mujeres no alcanzan la ingesta diaria recomendada de magnesio. Sin embargo, detectar una deficiencia es complicado porque la mayor parte se almacena en huesos y tejidos, no en la sangre.

El problema es complejo: para que un suplemento funcione, primero debe existir una deficiencia. Y existe poca evidencia de que la suplementación mejore la salud en personas que ya tienen niveles adecuados. Los estudios sobre beneficios como la mejora del sueño son contradictorios, y algunos ensayos controlados aleatorios—el estándar de oro científico—muestran escepticismo.






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