Paciente de 8 años desarrolla púrpura anafilactoide por gastroenteritis aguda y deshidratación

Esta enfermedad es comúnmente precedida por una infección respiratoria superior causada por estreptococos beta-hemolíticos del grupo A.

Por: Katherine Ardila


Un niño de 8 años fue ingresado con un mes de antecedentes clínicos caracterizados por 8 a 9 episodios diarios de heces entre semisólidas y acuosas de color negro verdoso, dolor abdominal intermitente de leve a moderado, hinchazón dolorosa en las articulaciones de rodilla y tobillo, y episodios recurrentes de vómitos. 

Cuatro días antes de su ingreso, desarrolló tos, erupciones cutáneas en extremidades, dolor de garganta y fiebre de bajo grado. 

En la exploración física, se observó temperatura corporal normal, pulso de 78 latidos por minuto, y tensión arterial de 80/50 mmHg. El niño presentaba signos de deshidratación grave y múltiples lesiones purpúricas palpables de 1 a 4 cm de diámetro en las extremidades, junto con pápulas edematosas de color rojo rosado. 

Además, presentaba edemas dolorosos asimétricos en las extremidades inferiores, que le impedían caminar. Los ruidos intestinales estaban disminuidos.

Exámenes de laboratorio y resultados

El análisis de laboratorio reveló un recuento elevado de leucocitos (1,5 × 10^4 /µL) con neutrofilia (82%), plaquetas dentro de rangos normales, y niveles normales de complemento sérico. 

El análisis de orina mostró albúmina elevada (>1,0 g/dL) y 10 a 15 GR crenados/campo de alta potencia. Las heces fueron positivas para sangre oculta. 

El título de antiestreptolisina (ASO) era de 600 UI/mL (normal: <200 UI/mL) y la proteína C-reactiva fue de 15 µg/mL (normal: <6 µg/mL). El perfil de coagulación, electrolitos, glucemia, y las funciones renal y hepática se encontraron dentro de los límites normales. La ecografía abdominal mostró asas intestinales con movimientos peristálticos lentos, pero sin invaginación intestinal.

Diagnóstico y tratamiento: Síndrome de shock purpúrico

El niño fue diagnosticado con Síndrome de Shock Purpúrico (PSH), asociado con una posible gastroenteritis y deshidratación. 

Se le trató con solución de lactato de Ringer para la rehidratación, antieméticos para controlar los vómitos, y antiácidos. Se mantuvo en reposo intestinal (NPO) durante 2 días con fluidos intravenosos debido a la melena y riesgo de invaginación intestinal. 

Se administraron antibióticos (cefoperazona y sulbactam) durante 4 días, y posteriormente se cambió a amoxicilina con ácido clavulánico. Las erupciones cutáneas purpúricas se trataron con prednisona (20 mg/día durante 3 días, reduciéndose a 5 mg/día) y loción de calamina para las lesiones cutáneas.

Evolución y seguimiento

A las dos semanas, las erupciones cutáneas habían mejorado significativamente y el edema articular había desaparecido. Las pruebas de laboratorio mostraron una normalización completa de los valores hematológicos y clínicos. 

Tras el tratamiento, el niño fue dado de alta, retomando sus actividades escolares de manera ambulatoria. A las 3 semanas, las erupciones habían remitido completamente y, durante un seguimiento de un año, no se observaron recaídas. El niño creció con normalidad y no presentó más complicaciones relacionadas con el PSH. 

 Púrpura anafilactoide

La púrpura anafilactoide, también conocida como púrpura de Henoch-Schönlein (PSH), es una vasculitis mediada por IgA que generalmente se presenta en la infancia, y en la mayoría de los casos, tiene un curso benigno.

Esta enfermedad es comúnmente precedida por una infección respiratoria superior causada por estreptococos beta-hemolíticos del grupo A. Se caracteriza por la tétrada clínica de dolor abdominal, artritis, erupción purpúrica y afectación renal. Aunque los pacientes suelen tener una recuperación completa, algunos pueden experimentar recaídas. 

Discusión

La PSH es una enfermedad benigna, pero su diagnóstico temprano es fundamental para prevenir complicaciones graves, como la insuficiencia renal, que puede ocurrir en un pequeño porcentaje de los casos. 

La mayoría de los pacientes responden favorablemente al tratamiento con corticosteroides, especialmente si se administran en las primeras fases de la enfermedad, como en este caso (Thakkar et al). Sin embargo, los factores de mal pronóstico, como la edad superior a los 8 años, las recaídas frecuentes, y los signos de daño renal al inicio, requieren un monitoreo más intensivo. 

El tratamiento precoz con esteroides cortos ha demostrado ser eficaz en la prevención de complicaciones y recidivas.



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