La enfermedad coronaria es una afección que reduce el flujo sanguíneo a través de las arterias coronarias debido a la presencia de depósitos de grasa y colesterol.
Por: Jose Ibraim Alape
La enfermedad coronaria, también conocida como enfermedad de las arterias coronarias, es una afección que implica una reducción del flujo sanguíneo a través de las arterias coronarias debido a la presencia de depósitos de grasa y colesterol llamados ateromas. Este trastorno puede manifestarse en múltiples formas, desde isquemia subclínica hasta angina de pecho, síndromes coronarios agudos como la angina inestable o el infarto de miocardio, e incluso puede conducir a la muerte súbita de origen cardíaco.
Diagnóstico y prevención de la enfermedad coronaria
El diagnóstico de la enfermedad coronaria se basa en una variedad de métodos, que incluyen la evaluación de los síntomas del paciente, el electrocardiograma (ECG), pruebas de estrés y, en algunos casos, la realización de una angiografía coronaria. Para prevenir y tratar esta afección, es crucial abordar los factores de riesgo reversibles, como la hipercolesterolemia, la hipertensión arterial, la inactividad física, la obesidad, la diabetes y el tabaquismo.
En los países de ingresos altos, la enfermedad coronaria es una de las principales causas de muerte tanto en hombres como en mujeres, representando aproximadamente un tercio de todas las muertes. La tasa de mortalidad varía según la edad y el sexo, siendo más alta en hombres blancos de mediana edad y aumentando en las mujeres después de la menopausia.
La complejidad de la enfermedad coronaria
La etiología de la enfermedad coronaria generalmente se atribuye a la aterosclerosis de las arterias coronarias, donde se depositan ateromas en la capa subíntima de estas arterias. Sin embargo, otros factores menos comunes, como el espasmo de la arteria coronaria, la disección de la arteria coronaria y la vasculitis, también pueden desempeñar un papel en el desarrollo de esta enfermedad.
Además, la fisiopatología de la enfermedad coronaria, especialmente en el contexto de la aterosclerosis, implica un estrechamiento progresivo de la luz arterial debido al crecimiento de la placa ateromatosa. Esta placa puede volverse inestable y propensa a la ruptura, desencadenando la formación de coágulos que pueden obstruir el flujo sanguíneo y provocar isquemia miocárdica aguda, lo que se conoce como síndromes coronarios agudos.
Tratamiento de la enfermedad de las arterias coronarias
El control médico de pacientes con enfermedad coronaria se basa en evaluar sus síntomas, la función cardíaca y la presencia de otros trastornos. La terapia recomendada incluye el uso de antiagregantes plaquetarios que previenen la formación de coágulos, estatinas que reducen los niveles de colesterol LDL y beta-bloqueantes que disminuyen los síntomas de la angina. Los antiagregantes plaquetarios y las estatinas mejoran a corto y largo plazo la estabilidad de la placa ateromatosa y la función endotelial.
Los beta-bloqueantes reducen los síntomas de la angina al disminuir la frecuencia cardíaca y la demanda miocárdica de oxígeno, además de reducir la mortalidad posinfarto. Los bloqueantes de los canales de calcio también son útiles en el tratamiento de la angina, pero no se ha demostrado que reduzcan la mortalidad. Los nitratos alivian rápidamente la angina al dilatar las arterias coronarias y disminuir el trabajo cardíaco, sin embargo, no reducen la mortalidad. Los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (ECA) y los bloqueantes de los receptores de angiotensina II son más efectivos en reducir la mortalidad en pacientes con disfunción del ventrículo izquierdo después de un infarto de miocardio.
Aunque existe poca evidencia para guiar la terapia de los pacientes con disfunción endotelial, se suele seguir un tratamiento similar al de la aterosclerosis de grandes vasos, aunque se tiene la precaución de que el uso de beta-bloqueantes pueda empeorar la disfunción endotelial.
¿Cómo prevenir esta enfermedad?
La prevención de la enfermedad coronaria es fundamental y se logra mediante la modificación de los factores de riesgo, como dejar de fumar, perder peso, llevar una dieta saludable, hacer ejercicio regularmente, controlar la presión arterial y la diabetes, y reducir los niveles de colesterol LDL. Las recomendaciones y estrategias de prevención varían según el riesgo individual de cada paciente y su perfil de salud.
En resumen, la enfermedad coronaria es una afección grave que afecta a millones de personas en todo el mundo y representa una carga significativa para los sistemas de atención médica. Con un enfoque integral que aborde tanto la prevención como el tratamiento, es posible reducir la incidencia y la gravedad de esta enfermedad, mejorando así la calidad de vida y la salud cardiovascular de la población.
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