Ambos tratamientos buscan el mismo objetivo: anular el efecto de la testosterona en las células del cáncer de próstata.
Por: Mariana Mestizo Hernández
Aunque a simple vista puedan parecer similares, la castración química y la inhibición del receptor androgénico son estrategias terapéuticas con mecanismos de acción diferentes.
Una de las principales diferencias radica en que la castración química busca reducir la producción de andrógenos (principalmente testosterona) en el organismo. En contraste, la inhibición del receptor actúa bloqueando la acción de estas hormonas sin alterar sus niveles circulantes.
"La definición más básica que puedo dar es que, cuando se utiliza un bloqueador del receptor, los niveles de testosterona en el cuerpo no cambian, se mantienen estables. Lo que sucede es que, a nivel del receptor (que es donde se adhiere la testosterona para producir cambios a nivel celular) no habrá acción, porque hay un medicamento que inhibe esa interacción entre el receptor y la testosterona", manifestó el Dr. François Soto, Urólogo.
Diferencias clínicas entre ambas terapiasEn ese sentido, la principal diferencia clínica entre ambos tratamientos radica en los niveles de testosterona presentes en el cuerpo del paciente. Mientras quienes reciben únicamente bloqueadores orales mantienen concentraciones hormonales normales, quienes son sometidos a castración química experimentan una disminución significativa de esta hormona.
"El paciente que solamente está recibiendo medicamento oral, que son bloqueadores del receptor, va a tener niveles de testosterona normales; mientras un paciente que está recibiendo una castración química, pues ciertamente los niveles de testosterona van a estar bien bajitos", añade.
A pesar de utilizar mecanismos distintos, ambos tratamientos buscan el mismo objetivo: reducir o anular el efecto de la testosterona en las células. En el caso de la castración química, esto se logra disminuyendo la presencia de la hormona en sangre, mientras que con los inhibidores del receptor, aunque la testosterona sigue presente, su acción queda bloqueada.
"Los medicamentos, a fin de cuentas, causan el mismo efecto, que es la disminución en la acción que causa la testosterona a nivel celular", puntualizó el especialista.
La importancia del perfil del paciente
El especialista también enfatizó que la castración química (mediante el uso de medicamentos) es una práctica común en el manejo clínico de diversas condiciones, y que su elección, al igual que la de los inhibidores del receptor, depende en gran medida del perfil individual de cada paciente. Factores como el estadio de la enfermedad, antecedentes médicos y tolerancia al tratamiento son determinantes en la decisión terapéutica.
"En términos de ventajas y desventajas, pues realmente eso es una pregunta bien cargada e implica una personalización de cada paciente, porque cada paciente es diferente, presenta con diferentes estadios de la enfermedad", explicó el Dr. Soto.
En cuanto a los efectos secundarios, ambos tratamientos tienden a generar síntomas similares asociados a la baja actividad de la testosterona: disminución del apetito sexual, pérdida de masa muscular y densidad ósea, sensación de fatiga, e incluso alteraciones del estado de ánimo. El especialista señaló que, en términos generales, los efectos adversos suelen ser bastante parecidos entre ambas opciones terapéuticas.
Nuevos antiandrógenos
Por otra parte, el urólogo destacó el papel de los nuevos antiandrógenos orales en ciertos contextos clínicos avanzados. "Estos medicamentos novedosos orales, se ha visto que tienen un beneficio para aquellos pacientes que han sido previamente tratados, sea con radiación o con cirugía y que demuestran progresión en base a elevación en PSA", explicó.
Agregó que también han mostrado utilidad en prolongar la sobrevida de pacientes con enfermedad metastásica o con resistencia a la castración, una etapa en la que el cáncer continúa avanzando a pesar de los bajos niveles de testosterona en el cuerpo.
Terapias combinadas para casos específicos
El especialista también recalcó que la elección del tratamiento más adecuado depende de múltiples factores, como el estado clínico del paciente, si ha sido operado, ha recibido radiación o si se encuentra bajo terapia hormonal inyectada. Estas condiciones determinan si un paciente puede beneficiarse más de un bloqueador del receptor o de una castración química.
"Va a haber pacientes que se beneficien más de uno que de otro. Todo va a depender de las características de la enfermedad, de cómo llega el paciente y si ha sido tratado previamente", señaló.
Hay escenarios clínicos específicos en los que la combinación de terapias se convierte en la opción más adecuada. Por ejemplo, cuando un paciente se presenta inicialmente con un PSA elevado y enfermedad metastásica desde el diagnóstico, el abordaje debe ser más agresivo.
"Ese paciente se va a beneficiar de empezarle lo que es la castración química tradicional, que son las inyecciones, combinadas con estos medicamentos orales antiandrógenos", explicó el experto, quien también señaló que, en casos de alto volumen tumoral, incluso puede considerarse la adición de quimioterapia sistémica. Cada decisión, insistió, debe ajustarse a las particularidades clínicas y al momento en que se presenta la enfermedad.
Segunda generación: eficacia en pacientes en progresión
Los antiandrógenos de segunda generación se han consolidado como una herramienta eficaz en pacientes que, pese a estar bajo tratamiento con deprivación hormonal tradicional, muestran progresión en los niveles de PSA. En estos casos, a pesar de que los niveles de testosterona se encuentran dentro del rango de castración, la enfermedad continúa avanzando.
"Son una herramienta bien buena que tenemos para pacientes que ya han recibido tratamiento y que demuestran progresión de PSA mientras están en deprivación hormonal tradicional", indicó el añadiendo que también existen bloqueadores orales utilizados antes de iniciar las inyecciones para prevenir el aumento súbito de testosterona que pueden causar ciertos medicamentos.
Calidad de vida y sintomatología compartida
En cuanto a la calidad de vida, no existe una diferencia sustancial en los efectos secundarios que experimentan los pacientes, sin importar si el tratamiento actúa bloqueando los receptores o reduciendo los niveles de testosterona en sangre. En ambos casos, el resultado final es la inhibición de la acción de la testosterona a nivel celular.
"La realidad es que no hay mucha diferencia en términos de la sintomatología o los efectos secundarios... porque a fin de cuentas el efecto va a ser el mismo", explicó.
Entre los síntomas más comunes se encuentran la disminución del apetito sexual, episodios depresivos, cambios en el estado de ánimo, pérdida de masa muscular y reducción de la densidad ósea, todos con impacto directo en la vida diaria del paciente.
Una decisión conjunta, caso por caso
La elección entre una castración química y un bloqueador del receptor androgénico dependerá de múltiples factores: el estadio clínico de la enfermedad, la agresividad del cáncer, si el paciente ha recibido tratamientos previos y, sobre todo, las metas que se definan de manera conjunta entre médico y paciente durante la consulta.
"Principalmente, la diferencia va a estar en el estadio de la enfermedad, la agresividad del cáncer y la particularidad de las metas de cada paciente", subrayó el especialista, asimismo insistió en la importancia de no generalizar.
"Aquí no se vale decir: ´es que a él le dijeron esto, entonces a mí me aplica lo mismo´. Eso no funciona así". Por ende, más que buscar respuestas generales o compararse con otros casos, lo recomendable es acudir al especialista y evaluar cada tratamiento según las características individuales del paciente.