España: no es necesaria la examinación médica para reasignación de sexo

Leyes anteriores exigían exámenes médicos que diagnosticaran al paciente con disforia de género.

Por: María Camila Sánchez


El pasado 2 de diciembre el Ministerio de Sanidad anunció la inclusión en la prestación farmacéutica del Sistema Nacional de Salud de un nuevo tratamiento hormonal cuyo principio activo es un decanoato de testosterona y que está destinado, entre otros, a las personas trans.

“Este fármaco, conocido en España como reandron, ya existía desde hace mucho, pero hasta ahora no estaba incluido en la cobertura sanitaria gratuita”, explica Antonio Becerra, endocrinólogo experto en medicina transgénero y coordinador de la Unidad de Identidad de Género de la Comunidad de Madrid. La principal ventaja de esta terapia es que los hombres trans requerirán de menos pinchazos intramusculares, normalmente de administración semanal.

“Este tratamiento solo supone una inyección intramuscular cada tres meses, lo que hace la vida mucho más cómoda”, explica el especialista. Además, el fármaco no requiere de tantos controles médicos, ya que se mantiene una concentración estable de testosterona, evitando picos y alteraciones. 

Las evaluaciones médicas para poder iniciar tratamientos de cambio de sexo han sido un tema de debate a lo largo de este año. El pasado 18 de mayo se votó la admisión a trámite una proposición de ley trans que, al no lograr una mayoría simple de votos a favor, no salió adelante. Pero, un mes después, el gobierno español aprobó una propuesta de ley para permitir que a partir de los 14 años se pueda cambiar de sexo en el registro civil con un trámite administrativo sin la necesidad de informes sanitarios y de tutelas médicas y legales para proceder a tal modificación.

Hasta entonces, la ley anterior, de 2007, exigía que para el cambio de sexo la persona hubiera sido diagnosticada con disforia de género, para lo cual se requería un informe médico o psicológico. Además, debía haber sido tratada médicamente durante al menos dos años para acomodar sus características físicas a las correspondientes al sexo.

"Desde mi punto de vista personal la identidad de género de la persona no se diagnostica. La identidad es un sentimiento de pertenencia y no admite diagnóstico. La autodeterminación de género como principio regulador aparece recogida en varias leyes autonómicas desde hace varios años. Valencia y Madrid son una muestra”, opina Marcelino Gómez Balaguer, de la Unidad de Identidad de Género del Hospital Universitario Dr. Peset en Valencia y coordinador del grupo de Identidad y Diferenciación Sexual de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (GIDSEEN) de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), constituido hace más de 20 años como un grupo multidisciplinar de profesionales implicados en el tema identitario. 

“En el último Congreso Nacional de Psiquiatría español la junta directiva ya puso un titular de que la transexualidad no es una enfermedad. Y la Organización Mundial de la Salud (OMS) la dejó de considerar un trastorno mental en el 2018. Por eso un examen psiquiátrico ya no es requisito obligatorio para iniciar tratamiento hormonal”, justifica Becerra, quien atendió su primer caso de cambio de sexo en el 92. De acuerdo con una publicación de la revista Endocrinology and Metabolism Clinics of North America, la estimación aproximada de la población trans y no binaria oscila entre el 0,1 % y el 2 % entre adultos. 

Aunque en España no existen datos exactos sobre la prevalencia de la población trans en España, los expertos cada vez se encuentran con más casos de pacientes que quieren transitar.

Un tratamiento hormonal de por vida

“El perfil actual de usuarios que atendemos ha cambiado muchísimo en estos últimos años. Hace unos años el porcentaje de personas transgénero que solicitaba cirugía era muy alto. En la actualidad el modelo de “corporeidad” y la misma dinámica de la sociedad hace que las personas transgénero soliciten unos modelos de intervención menos binarios y rígidos”, expone Gómez Balaguer. 

“Antes había una proporción mayor de mujeres trans, pero en los últimos años estamos observando un fenómeno a nivel mundial: son sobre todo chicas de entre 16 y 18 años quienes quieren transitar a varones. La prevalencia de personas que nacen mujeres, pero que se sienten hombres está creciendo de forma exponencial”, señala Becerra, hasta hace un mes coordinador y miembro del grupo de Identidad y Diferenciación Sexual de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (GIDSEEN).

Para el especialista, la búsqueda de la identidad es un proceso lento “que debe ir paso a paso. No se puede iniciar por una intervención irreversible, como una operación, sino que hay que empezar por lo mudable, con el cambio de ropa, por ejemplo.

Se empieza con una dosis baja de hormonas y vamos avanzando. Cuando ya ha pasado un año y medio, o dos, entonces planteamos la cirugía”, detalla el endocrinólogo de la Comunidad de Madrid. “Y hay que tener en cuenta que el tratamiento es de por vida, sin hormonas los huesos se descalcifican, sean masculinos o femeninos. ¡Si se han operado necesitarán siempre hormonas para los huesos!”, añade.

En España existen diversos centros que cuentan con unidades especializadas en género e identidad pero, salvo que se trate de un caso de mastectomía, solo algunas comunidades como Madrid, Andalucía, el País Vasco, Valencia o Cataluña, realizan cirugías de reasignación de género.

Según el Centro de Cirugía Oncológica, que cuenta con una unidad especializada en cirugía ginecológica, este tipo de intervenciones se han duplicado en nuestro país en los últimos cinco años. En palabras de Becerra, “escasea el personal quirúrgico especializado y debería incrementarse. Elaborar una vagina que sea físicamente funcional y estética al mismo tiempo para un experto que haya hecho muchas no es complicado”. 

“Las cirugías genitales masculinizantes no dan buen resultado por lo que siguen siendo poco demandadas”, añade el coordinador del grupo GIDSEEN, y explica que “la mujer transgénero no necesariamente rechaza sus genitales. Sigue existiendo muy importante la demanda de este tipo de cirugías, pero en gente joven la vivencia de lo genital ha cambiado mucho. En el caso del hombre transgénero, la mastectomía es mayoritariamente solicitada”.

La vaginoplastia, cuya finalidad es crear una vagina en la persona que nació con sexo masculino, consiste en extirpar los testículos (orquiectomía) y el pene (penectomía), crear una vagina con tejido peniano o del colon (vaginoplastia), crear una vulva (vulvoplastia), crear un clítoris (clitoroplastia) y crear labios genitales (labioplastia). Existen dos formas de intervención.

Por un lado, se puede llevar a cabo por inversión peneana, “en la que se invierte la piel del pene y el escroto para crear una vagina. Como si se tratará de un calcetín”, detalla el especialista. El otro método es a través del colgajo rectosigmoidal pediculado, una operación en la que se utiliza la parte final del intestino grueso para crear la vagina. “Esta es menos frecuente porque resulta más complicada. Un tejido con bacterias sapofritas colocado para otras funciones puede hacer que resulten ser patógenas”.

En opinión del experto del Hospital Universitario Dr. Peset, “no es una buena estrategia realizar cirugías en un cuerpo aun en desarrollo y en personas con una identidad de género en formación y en una fase aun de construcción identitaria. Es conveniente fijar una estrategia individualizada atendiendo a cada historia vital y a la severidad de la disforia. Hay que valorar la situación clínica persona, factores de riesgo asociados, tabaquismo, estado de la piel, riesgos quirúrgicos, etc.”

Según expone Becerra “el problema real de estas intervenciones se da cuando los pacientes se topan con manos inexpertas, como pasaba antes con la cirugía bariátrica. Ahora ya hay experiencia, pero antes había muchos desastres y hasta muertes”.

El experto en medicina transgénero señala otro problema a la hora de la reasignación de sexo: “no todas las personas que transicionan llegan a un especialista desde cero, pueden llevar desde años automedicándose, sin haber tenido ninguna atención médica. Algunos han sido sometidos por manos poco expertas, con cirugías que hay que modificar, con mutilación pene o que se han inyectado aceites para el desarrollo mamario, por ejemplo”. 

Además de los genitales, las operaciones para el cambio de sexo requieren de cirugía facial, de la voz, entre otros aspectos. “Por eso, aunque se trate de un tema endocrino, es tan importante contar con un equipo disciplinar para llevar a cabo un proceso completo de reasignación de sexo”, recalca el especialista. Nuestro trabajo no es solamente administrar potentes hormonas ni ofrecer bisturí, sino informar a la personas, explorar vías alternativas a la medicación y acompañarlas en la toma de sus decisiones", concluye Gómez-Balaguer.

Fuente: Univadis



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