Abandonadas por sus maridos por contraer cáncer de cuello uterino

Mujeres asisten a un grupo de apoyo para contar sus vivencias contra esta enfermedad que constituye el cuarto tipo de cáncer más frecuente en la población femenina del mundo.

Por: Luisa Ochoa


Aliyanesa Nkunye tiene 43 años y fue agricultora hasta que un día de octubre le diagnosticaron cáncer de cuello uterino. A partir de ese día su vida se vino abajo: su familia y su marido la abandonaron y se quedó sola, enferma y a cargo de cuatro niños.

Desde entonces, nunca habló con nadie sobre su enfermedad hasta que, en diciembre, se unió a los grupos de apoyo para pacientes con cáncer de cuello uterino. “Me siento más liviana después de hablar de lo que me pasa sin sentirme juzgada”, dice.

Aliyanesa pasó cinco años con dolor abdominal, ciclo menstrual alterado y sangrado vaginal. El diagnóstico tardío, otro de los problemas sanitarios de este país del este africano, empeoró su pronóstico, y se encuentra actualmente en quimioterapia neoadyuvante, el tratamiento previo a la cirugía. 

A pesar de que ha mejorado, el cáncer ha cambiado su vida y la de sus hijos. “Me siento mal porque han tenido que dejar de ir a la escuela y se han visto obligados a trabajar en la calle para traer comida a casa”, lamenta.

Iniciativa de apoyo entre las mujeres que padecen cáncer de cuello uterino

Por su parte, Tifera Botomami, supervisora de una iniciativa, que la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) creó en el Hospital Central Queen Elizabeth de Blantyre, afirmó que, “queremos animarlas a gestar redes entre ellas. En estos espacios se comparten los problemas por los que pasan y así pueden hablar sobre ello. Hemos observado que tiene un efecto muy positivo".

Las mujeres se reúnen antes de empezar el segundo ciclo de quimioterapia, cuando muchas de ellas ya han experimentado dolor, pérdida del apetito, diarreas, vómitos o caída del cabello. Sentadas en círculo sobre una estera colocada en el patio del hospital, las mujeres escuchan los testimonios de unas y otras.

Sus historias son similares a las de Aliyanesa: unas cuentan que sus maridos las abandonaron porque temían contagiarse. Otras que las familias se marcharon huyendo del estigma o que la comunidad las discriminaba por suponer que eran prostitutas. Todas coinciden en que no tienen fuerzas para hacer nada.

Muchas mujeres interrumpían el tratamiento después de los primeros ciclos de quimioterapia y ahora, tras estas sesiones, son conscientes de la necesidad de terminarlo. 28 de las 245 pacientes de este hospital dejaron su tratamiento en 2021, pero en 2022, solo siete de las 479 pacientes lo hicieron, explicó Raphael Benoit, un responsable de MSF en Blantyre.

En el grupo de mujeres que comparten sus experiencias, destaca la voz rápida y enérgica de Martha Kambewa, que hace dos años estaba muy enferma. Tras cinco ciclos de quimioterapia y una histerectomía (operación para extraer el útero de una mujer), el cáncer remitió. 

Sin embargo, hoy sigue sentada en el suelo junto a las demás con el objetivo de animarlas a seguir adelante. “Al principio muchas no me creen cuando les digo que yo también tuve cáncer. Ver que estoy bien las impulsa a seguir con el tratamiento”, explicó.

En el hospital también hay grupos de apoyo para las parejas, aunque es poco común que los hombres acompañen a sus mujeres a la consulta. Justin Moses, un agricultor de tabaco, es una excepción y ha acudido a su primera sesión. Le acompañan dos maridos más en una sala donde Kumbukani Kaliwo, trabajador social, modera un encuentro sobre las preocupaciones de los esposos ante este cáncer de sus parejas.

Impacto del cáncer de cuello uterino

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cáncer de cuello uterino es el cuarto tipo de cáncer más frecuente en las mujeres de todo el mundo, con una incidencia estimada de 604.000 nuevos casos en 2020. 

Los 10 países con las tasas más elevadas de cáncer de cuello uterino están en África y aproximadamente el 90% de las 342.000 muertes de 2020 se produjeron en países de ingresos bajos y medios.

Malaui es el país del mundo con mayor tasa de mortalidad por este tipo de cáncer: casi 52 de cada 100.000 mujeres fallecen al año por esta causa, cifra que es siete veces mayor que la tasa mundial. 

Igual que hacen las mujeres, los hombres también cuentan su experiencia. “Esta enfermedad también me afecta a mí. Todo lo que he escuchado hoy aquí me ha hecho aprender sobre la importancia de permanecer a su lado, de cuidarla. Me reconforta escuchar que otros maridos pasan por lo mismo que yo”, cuenta Moses. “Es triste que algunos hombres huyan en un momento como ese. Hay que ponerse en el sitio del otro”, añade.

Una estrategia integral: prevención, diagnóstico temprano y tratamiento

De acuerdo con los expertos, para reducir significativamente la mortalidad de este tipo de cáncer se requiere una estrategia integral en salud basada en la prevención, el diagnóstico y el tratamiento. Pero el acceso al diagnóstico y al tratamiento sigue siendo muy limitado en el país africano, con tan solo dos unidades públicas de oncología.

En 2021, se registraron 1.112 nuevas pacientes, 348 más que en 2020, con una edad media de 47 años y con el 55% de ellas positivas en VIH. “Las mujeres que viven con el VIH y contraen el virus del papiloma humano tienen un riesgo seis veces mayor de desarrollar este tipo de cáncer en comparación con las no portadoras del virus”, según ONUSIDA. 

Actualmente, en Malaui solo un 34 % de las mujeres entre 25 y 49 años se han sometido a un cribado de cáncer de cuello uterino mediante una prueba que detecta inmediatamente la enfermedad.

Fuente consultada aquí.



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