Una investigación señala la importancia de redoblar esfuerzos en el estudio y tratamiento de estos trastornos.
Por: Stephania Cortés
Un reciente estudio ha revelado que los jóvenes con trastornos de conducta presentan notables diferencias en la estructura cerebral, específicamente en regiones críticas para el procesamiento emocional y la toma de decisiones.
Esta investigación, muestra una disminución en la superficie cortical y el volumen de áreas límbicas y estriatales del cerebro, así como un menor volumen del tálamo.
La importancia de comprender un trastorno poco estudiado
La Dra. Yidian Gao, coautora del estudio y especialista de la University of Birmingham, destacó la importancia de estos hallazgos para entender mejor un trastorno que, aunque puede ser altamente perjudicial, ha sido poco investigado hasta ahora.
El estudio incluyó a 1.185 jóvenes diagnosticados con trastornos de conducta y 1.253 jóvenes con desarrollo típico, utilizando resonancia magnética para analizar la estructura cerebral de ambos grupos.
Reducción de la superficie cortical y alteraciones en el grosor cortical
Tras ajustar el volumen intracraneal total, los investigadores encontraron que los jóvenes con trastornos de conducta, de los cuales el 29 % eran mujeres con una edad promedio de 13,7 años, presentaban una reducción en la superficie total y regional en 26 de las 34 regiones corticales examinadas.
Estas regiones, que cubren los cuatro lóbulos cerebrales, mostraron dimensiones significativamente menores en comparación con los jóvenes de desarrollo típico, quienes tenían un 35,6 % de mujeres con una edad promedio de 13,5 años.
Estas alteraciones estructurales fueron significativas incluso después de ajustar por factores como el coeficiente intelectual, comorbilidades psiquiátricas y el uso de medicación psicotrópica.
Insensibilidad emocional y momento de inicio del trastorno
El estudio también exploró las diferencias entre subgrupos de jóvenes con trastornos de conducta, basándose en niveles de insensibilidad emocional y el momento de inicio del trastorno (infancia o adolescencia).
Sin embargo, se reconoce que la comparación entre diferentes cohortes y la variabilidad en los protocolos utilizados representan limitaciones que podrían afectar la validez de los resultados.
El equipo de investigación resaltó la necesidad de enfocar más recursos en el estudio, tratamiento y políticas públicas relacionadas con los trastornos de conducta, destacando que las alteraciones cerebrales observadas son comparables a las encontradas en trastornos como el TDAH, que reciben mayor atención en la comunidad médica.
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