Estos hallazgos amplían el conocimiento sobre el biomarcador pronóstico para determinar la respuesta de los pacientes frente a los diferentes tratamientos.
Por: Luisa Ochoa
La Esclerosis Múltiple es definida por el Dr. Ángel Chinea, neurólogo y creador de la Fundación Esclerosis Múltiple de Puerto Rico, como una enfermedad inflamatoria crónica recurrente del sistema nervioso central que no solo afecta la materia blanca, sino que también afecta la materia gris.
En la última década, los estudios han demostrado que la EM tiene un componente inflamatorio y otro neurodegenerativo y es una de las causas más frecuentes de incapacidad neurológica en personas jóvenes. Además, existe un registro de 3.000 personas con esta condición en Puerto Rico, de las cuales más del 50% son pacientes de la fundación del neurólogo.
Las causas principales de origen de esta condición se desconocen. No obstante, la enfermedad puede provocar daño permanente en algunos nervios, ya que el cerebro pasa por un episodio de "descontrol" que puede arraigar o desencadenar múltiples afecciones sistémicas tanto en la cognición como en la actividad motora del individuo.
Recientemente, una investigación publicada en el Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry, reveló que los niveles de cadena ligera de neurofilamentos en suero pueden considerarse un biomarcador, no solo de lesión neuroaxonal coexistente secundaria a la inflamación, neurodegeneración o ambas; también puede ser un biomarcador de la progresión de la discapacidad a largo plazo en pacientes con Esclerosis Múltiple progresiva.
Los biomarcadores son sustancias que predicen un estado biológico, en el caso de la Esclerosis Múltiple, estos han funcionado para el diagnóstico y pronóstico de la enfermedad, además que ha servido para brindar una seguridad frente a los nuevos tratamientos, que son producto de la investigación científica.
En el estudio prospectivo de cohorte observacional se incluyó a 51 pacientes con Esclerosis Múltiple progresiva que participaron en un ensayo clínico de interferón-beta. Los niveles de cadena ligera de neurofilamentos en suero se determinaron al inicio, al año, a los dos años y a los seis años.
Los investigadores evaluaron la asociación entre los niveles de cadena ligera de neurofilamentos en suero y la progresión de la discapacidad a corto plazo (2 años), a mediano plazo (6 años) y a largo plazo (en el momento del último seguimiento).
Se efectuó seguimiento a los pacientes durante un tiempo medio de 13,9 años. Los resultados mostraron que un valor umbral de cadena ligera de neurofilamentos en suero de 10,2 pg/ml al inicio del estudio distinguía entre los que experimentaban progresión a largo plazo y los que no con una sensibilidad del 75 % y una especificidad del 67 %.
Asimismo, un aumento de 5,1 pg/ml en los niveles de cadena ligera de neurofilamentos en suero entre el momento inicial y los seis años también distinguía entre los que experimentaban progresión a largo plazo y los que no con una sensibilidad del 71 % y una especificidad del 86 %.
Estos hallazgos amplían el conocimiento sobre el papel de los niveles de cadena ligera de neurofilamentos en suero como biomarcador pronóstico, concluyeron los autores de la investigación.