Investigadores revelan que las células progenitoras de oligodendrocitos (OPC), conocidas por su papel en el soporte neuronal, pueden cambiar su función y ayudar a restaurar el flujo sanguíneo cerebral después de un accidente cerebrovascular.
Por: Laura Guio
El ictus es una de las principales causas de muerte y discapacidad en el mundo, afectando a una de cada cuatro personas a lo largo de su vida. Se produce cuando el flujo sanguíneo al cerebro se interrumpe, lo que priva a las neuronas de oxígeno y causa la muerte de células cerebrales.
Aunque existen tratamientos para restablecer el flujo sanguíneo, la mayoría de los sobrevivientes quedan con secuelas motoras, del habla o cognitivas. La capacidad del cerebro para repararse sigue siendo limitada, incluso con la presencia de células madre inmaduras en su interior.
Células del cerebro que cambian de destino
En esta línea, científicos de la Universidad de Kioto y miembros de la Sociedad Internacional para la Investigación con Células Madre lograron identificar una función desconocida de las células progenitoras de oligodendrocitos (OPC).
Estas células gliales, que normalmente se transforman en oligodendrocitos para formar la capa aislante que recubre los axones, demostraron una sorprendente plasticidad: en condiciones de hipoxia extrema, pueden cambiar su destino celular y colaborar en la reparación vascular.
El equipo observó que, tras un ictus, las OPC son capaces de migrar hacia las zonas afectadas, interactuar con los vasos sanguíneos dañados y estimular su crecimiento. Este proceso facilita la revascularización, un paso clave para recuperar la función cerebral.
Resultados alentadores en el laboratorioEn los experimentos, los investigadores cultivaron OPC de ratón en condiciones de muy bajo oxígeno, simulando el entorno posterior a un ictus.
Posteriormente, las inyectaron en ratones que habían sufrido un accidente cerebrovascular. Las células no solo sobrevivieron durante semanas, sino que también se integraron en el tejido cerebral dañado, donde promovieron la formación de nuevos vasos sanguíneos y mejoraron la recuperación motora y cognitiva.
En comparación, las OPC no acondicionadas con hipoxia tuvieron un efecto mucho menor, lo que sugiere que el entorno previo de bajo oxígeno es determinante para activar sus propiedades regenerativas.
Un horizonte de esperanza para la rehabilitaciónEste descubrimiento, publicado en la revista Stem Cell Reports, plantea una posibilidad transformadora: que el cerebro podría contar con sus propios aliados celulares para autorrepararse si se les estimula adecuadamente.
A futuro, los investigadores esperan comprobar si esta estrategia puede trasladarse con seguridad a humanos. De confirmarse, las OPC acondicionadas con hipoxia podrían emplearse junto con terapias convencionales para mejorar el flujo sanguíneo y acelerar la recuperación tras un ictus.
Aunque aún falta un largo camino hasta su aplicación clínica, el estudio ofrece una nueva vía de esperanza para millones de personas en todo el mundo que viven con las secuelas de un accidente cerebrovascular.