Las enfermedades respiratorias están más relacionadas con la circulación de virus y las condiciones propicias para su propagación.
Por: Mariana Mestizo Hernández
Es común escuchar a algunas personas mencionar que consumir bebidas frías o alimentos como helado o hielo puede incrementar la probabilidad de contraer resfriados o infecciones de garganta. Aunque esta creencia ha sido difundida ampliamente, no está respaldada por evidencia científica sólida.
De acuerdo con los estudios disponibles, la temperatura de los alimentos o bebidas que se ingieren tiene un impacto mínimo en la predisposición a enfermar. La mayoría de las veces, las enfermedades como los resfriados son adquiridas debido a la exposición a virus y al contacto con otras personas, siendo menos influenciadas por la dieta.
Mayor incidencia de enfermedades en temporadas invernales
Una de las posibles razones por las cuales se sostiene la idea de que las enfermedades respiratorias, como el resfriado común, faringitis, laringitis, bronquitis aguda, sinusitis o neumonía, están relacionadas con el frío es debido al hecho de que un gran número de personas enferman durante las temporadas invernales.
Sin embargo, las causas subyacentes de estas enfermedades respiratorias no están directamente vinculadas al consumo de bebidas frías. Según un artículo de investigación escrito por el investigador W.R. Keatinge, se identificaron dos factores importantes.
En primer lugar, durante el invierno, las personas tienden a congregarse en espacios cerrados y con poca ventilación, lo que aumenta la posibilidad de infecciones cruzadas. En segundo lugar, el enfriamiento de la mucosa en la parte superior del tracto respiratorio puede afectar su capacidad de respuesta a las infecciones. Por lo tanto, en lugar de enfocarse en las bebidas frías, resulta más relevante mantenerse abrigado y proteger la nariz del contacto con el aire frío.
Mitos que existen alrededor de las bebidas frías
En un artículo publicado en 2015, se llevó a cabo una revisión exhaustiva por parte de los investigadores Eccles y Wilkinson del Reino Unido sobre la evidencia existente hasta la fecha acerca de cómo el frío puede afectar a una persona. Se exploraron dos aspectos en particular: el enfriamiento de la nariz y el tracto respiratorio superior al respirar aire frío, así como el enfriamiento de la boca y el tracto digestivo superior debido a la ingesta de alimentos y bebidas frías.
Tras analizar diversos estudios, los autores concluyeron que no existe evidencia científica o clínica que respalde la idea de que consumir alimentos o bebidas frías, como helados, aumente la probabilidad de experimentar dolor de garganta o resfriados.
Productos fríos como tratamiento
De hecho, en lugar de asociarse con el dolor de garganta, los productos fríos, como el helado y los caramelos de hielo, se han utilizado tradicionalmente como terapia para aliviar el dolor de garganta después de una amigdalectomía en niños, debido a que reducen la temperatura de las terminaciones nerviosas del dolor en la garganta y activan los receptores del frío conocidos como TRPM8, lo cual produce un efecto analgésico.
Es importante destacar que durante la temporada invernal circulan más virus, como los de la influenza, parainfluenza, sincicial respiratorio y adenovirus, lo cual coincide con el aumento de enfermedades respiratorias. Sin embargo, esta correlación se debe tanto a la mayor circulación de virus como a las condiciones propicias para su propagación, como el contacto en espacios cerrados y mal ventilados.
Aire frío
Respecto a los efectos de respirar aire frío, algunos estudios han planteado una posible relación con ciertas enfermedades respiratorias. Al respirar, el aire se calienta y humidifica a medida que pasa por la nariz y las vías respiratorias.
Según Eccles y Wilkinson, la nariz y las vías respiratorias superiores son especialmente susceptibles a infecciones, ya que desempeñan un papel clave en la limpieza mucociliar, además, en la respuesta inmunitaria innata local. El enfriamiento de las vías respiratorias compromete estos mecanismos de defensa y predispone a la infección respiratoria.
Es importante distinguir entre los efectos de consumir alimentos fríos y los de respirar aire frío. Mientras que el enfriamiento de la boca y la garganta por alimentos y bebidas fríos es de corta duración, el enfriamiento de las vías respiratorias debido a la inhalación de aire frío implica un mayor tiempo de exposición, además, afecta más a las defensas del organismo contra las infecciones respiratorias.
Reducir los impactos de frío
Para reducir los impactos del frío en la salud, se recomienda mantener ambientes cálidos en interiores y usar ropa adecuada en exteriores. Las comunidades que viven en regiones extremadamente frías, como Yakutsk en Siberia, son conscientes de la importancia de protegerse del frío tanto en espacios interiores como al aire libre. Además, es fundamental mejorar las condiciones de vida en las áreas con temperaturas extremas para reducir la mortalidad en invierno.
En cuanto a la prevención de resfriados, las vacunas son la mejor respuesta contra diversos virus causantes de enfermedades respiratorias. La inmunización ayuda a formar una barrera protectora y reduce la susceptibilidad a la enfermedad. Por lo tanto, vacunarse, cubrir la nariz para evitar la exposición directa al aire frío y evitar espacios cerrados y mal ventilados pueden ser recomendaciones más efectivas que evitar las bebidas frías a toda costa.
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