Lejos de limitarse a su reconocido papel en el sistema inmunológico, nuevas investigaciones revelan que la vitamina D tiene un impacto en múltiples funciones vitales del organismo.
Por: Laura Guio
Un informe desarrollado en Estados Unidos y difundido por The Telegraph recopila evidencia sobre cómo este nutriente protege el corazón, el cerebro, los huesos, la salud bucal y la fuerza muscular.
El interés cobra especial relevancia en regiones con baja exposición solar, donde los niveles de vitamina D suelen situarse por debajo de lo recomendado. Equipos científicos de diversos países profundizaron en su estudio, trazando un panorama más amplio sobre su importancia, especialmente en personas con mayor riesgo de déficit.
Corazón más protegido
Investigadores de Intermountain Health en Salt Lake City realizaron un hallazgo significativo en pacientes que habían sufrido un infarto. Al ajustar la suplementación de vitamina D3 hasta alcanzar valores óptimos en sangre, lograron reducir a la mitad el riesgo de un nuevo episodio cardíaco.
Heidi May, epidemióloga cardiovascular y líder del estudio, destacó que no se observaron efectos adversos al administrar dosis más altas de suplementos. Sumado a eso, una revisión publicada en la revista Nutrients señaló la posible intervención de este nutriente tanto en la prevención de enfermedades cardiovasculares como en la evolución de pacientes con accidente cerebrovascular.
Un escudo para el cerebroEl profesor David Llewellyn, de la Universidad de Exeter, sostiene que los estudios demuestran una protección significativa contra la demencia y el deterioro cognitivo.
Un trabajo estadounidense con más de 1.600 participantes reveló datos contundentes: quienes presentaban deficiencia leve de vitamina D tenían un 53% más de probabilidades de desarrollar demencia y un 69% más de desarrollar Alzheimer. En casos de deficiencia grave, el riesgo se duplicó.
El experto explicó que la vitamina D atraviesa la barrera hematoencefálica y llega al cerebro, donde existen receptores distribuidos en diversas áreas. Su presencia contribuye a reducir la inflamación cerebral, atenuar el estrés oxidativo y facilitar procesos de eliminación de depósitos proteicos asociados al Alzheimer.
Huesos fuertes y menos caídasEl papel de la vitamina D en la salud ósea es uno de los más avalados científicamente. El Dr. Roger Henderson, médico general británico, explicó que la vitamina D en forma de calcitriol aumenta la absorción de calcio y fosfato, minerales esenciales para una correcta mineralización.
Un estudio de 2022 evidenció una caída significativa del riesgo de caídas en adultos con valores bajos que comenzaron a suplementar, lo que resalta su importancia particular en personas mayores.
Sonrisa saludable desde adentroLa evidencia científica relaciona este nutriente con la salud dental de manera directa. Diversos trabajos vinculan valores bajos con mayor incidencia de caries, mineralización deficiente y periodos de recuperación más prolongados tras intervenciones bucales. Un estudio específico halló que la deficiencia incrementa el riesgo de periodontitis.
El Dr. Henderson subrayó que la vitamina D participa en el metabolismo del calcio y el fosfato, además de poseer efectos antiinflamatorios y antimicrobianos en los tejidos orales, lo que influye en la fortaleza dental y la respuesta inmunitaria local.
Músculos más potentesLa función muscular también depende de la presencia adecuada de vitamina D. Un metaanálisis de 2023 mostró mejoras en adultos mayores con deficiencia tras recibir suplementación. Por su parte, otro estudio evidenció que la carencia de este nutriente incrementa un 70% el riesgo de dinapenia, la pérdida de fuerza asociada al envejecimiento.
Los especialistas atribuyen este vínculo a procesos relacionados con la contracción muscular, el transporte de calcio y la disminución de la inflamación.
¿Cuánta vitamina D necesitamos?El Servicio Nacional de Salud del Reino Unido establece que niños, adolescentes y adultos requieren 10 microgramos (600 UI) diarios de vitamina D. Sin embargo, existen grupos con necesidades específicas:
Adultos mayores de 70 años: 20 mcg / 800 UI
Embarazo: 10 mcg / 400 UI
Lactancia: 10 mcg / 400 UI
Los pescados grasos son la mayor fuente natural: salmón, caballa, sardinas y arenque. Una porción de salmón aporta cerca de 13 mcg y una de caballa ahumada, unos 12 mcg, según la Real Sociedad de Osteoporosis. La yema de huevo también contribuye, aunque su aporte varía según la alimentación de la gallina.
Entre los alimentos fortificados, leches y cereales de desayuno ofrecen contenido adicional. Un vaso de leche de soja fortificada provee aproximadamente 1,6 mcg y una porción de copos de maíz fortificados, 1,4 mcg.