Así puede verse el herpes en mujeres: Síntomas, tratamiento y cuándo consultar al médico

El herpes es muy común y afecta más a las mujeres, especialmente el herpes genital (VHS-2), cuya transmisión es más eficiente de hombres a mujeres.

Por: Katherine Ardila

El herpes es una infección viral común que, si bien no tiene cura, puede manejarse con un tratamiento adecuado. Es fundamental reconocer sus síntomas, particularmente en mujeres, ya que según un estudio de 2024, las mujeres de entre 15 y 49 años tienen casi el doble de probabilidades que los hombres de contraer herpes genital. 

Existen dos tipos principales de virus del herpes simple: el VHS-1 y el VHS-2. El VHS-1, que afecta a unos 3.800 millones de personas menores de 50 años en el mundo, suele asociarse al herpes oral (en la boca y alrededores), pero también puede causar herpes genital a través del sexo oral. 

Por otro lado, el VHS-2, que afecta a aproximadamente 520 millones de personas entre 15 y 49 años, se conoce comúnmente como herpes genital y se transmite principalmente por contacto sexual. La Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca que el VHS-2 afecta a más mujeres que hombres, debido a que "la transmisión de hombres a mujeres es más eficiente".

Muchas personas con herpes son asintomáticas, pero cuando los síntomas aparecen, suelen hacerlo entre 2 y 12 días después del contagio. La primera aparición, o brote inicial, suele ser la más intensa y puede durar de 2 a 4 semanas. Según la Oficina de Salud de la Mujer de EE.UU., los síntomas incluyen:

• Síntomas generales: Presión en el abdomen, síntomas similares a los de la gripe (a veces con fiebre), dolor en las piernas o en la zona anal o genital, y glándulas inflamadas.
• Síntomas locales: Picazón o ardor en la zona genital o anal, y flujo vaginal inusual.

Posteriormente, aparecen ampollas, úlceras o llagas en el lugar por donde el virus entró al cuerpo, que pueden verse en "la boca, el cuello uterino, el ano, los glúteos, los muslos, en o alrededor de la vagina o el tracto urinario". 

Estas lesiones pueden parecerse a picaduras de insectos o granos pequeños, y con el tiempo forman una costra.

El brote inicial de herpes oral puede venir acompañado de síntomas severos similares a la gripe, dolores de cabeza y ganglios linfáticos inflamados. Las lesiones características aparecen "en o alrededor de los labios" y también pueden darse "dentro de la boca".

Con el tiempo, los brotes posteriores suelen ser más leves y de menor duración. En el herpes genital, una persona puede experimentar llagas, una sensación de ardor al orinar si hay llagas presentes, y picazón o dolor alrededor de los genitales. 

En el herpes oral, es común que antes de que aparezcan las ampollas dolorosas y llenas de líquido, se sienta calor, picazón o dolor en la zona afectada.

Ciertos factores pueden desencadenar estos brotes recurrentes, como la fiebre, la menstruación, una lesión, la exposición prolongada al sol, una cirugía o el estrés.

El herpes se propaga principalmente a través del contacto piel con piel, incluso cuando la persona portadora no tiene síntomas visibles. Puede transmitirse mediante "sexo vaginal, oral o anal con alguien que tiene el virus", al tocar los genitales de una persona infectada, o de madre a hijo durante el parto o la lactancia.

El diagnóstico para ambos tipos es similar: un profesional de la salud puede realizar un examen físico de las lesiones y tomar una muestra de fluido para análisis de laboratorio. Entre brotes, un análisis de sangre puede detectar anticuerpos contra el virus.

Aunque no existe cura, los medicamentos antivirales recetados son la base del tratamiento. Se pueden tomar durante un brote para acortar su duración y gravedad, o de manera diaria (terapia supresiva) para reducir la frecuencia de los brotes futuros. 

Para el herpes oral, además de los antivirales, se recomienda mantener el área limpia y seca, y se pueden usar agentes anestésicos o antiinflamatorios de venta libre.

Durante un brote activo, es crucial tomar medidas para no propagar el virus y aliviar las molestias, como "mantener las llagas o úlceras limpias y secas, evitar el contacto sexual, no tocar las llagas y lavarse las manos" después de cualquier contacto con la zona afectada.

Si una persona con herpes genital queda embarazada, debe informar a su médico de inmediato. Existe el riesgo de transmitir el virus al bebé durante el parto, lo que puede causar herpes neonatal, una condición grave que puede provocar problemas oculares, daño cerebral o ser fatal. 

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) aconsejan que, durante el tercer trimestre, se evite la actividad sexual con cualquier persona que tenga o se sospeche que tenga herpes genital. El médico puede recomendar medicación antiviral preventiva hacia el final del embarazo y, si hay un brote activo al momento del parto, es probable que se realice una cesárea para proteger al bebé.

La única forma completamente segura de prevenir el herpes es evitar el contacto físico con una persona infectada. Para reducir el riesgo, se recomienda:

• Evitar el contacto sexual piel con piel, especialmente cuando hay lesiones visibles.
• Usar métodos de barrera, como condones o protectores dentales, de manera constante y correcta.
• Realizarse pruebas de detección de infecciones de transmisión sexual (ITS) con regularidad y pedir a las parejas sexuales que también lo hagan.

Toda persona sexualmente activa debe realizarse chequeos regulares para ITS. Se debe consultar a un médico si:

• Se sospecha haber estado expuesto al virus del herpes.
• Aparecen síntomas de herpes genital u oral (llagas, ampollas, picazón).
• Una persona con herpes genital queda embarazada, para planificar un parto seguro.

El diagnóstico temprano y el manejo adecuado son clave para vivir una vida plena y saludable mientras se controla la infección.

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