Leucemia mieloide aguda presenta alta mortalidad por mutaciones de mal pronóstico en adultos mayores

Los pacientes con LMA requieren hospitalización inmediata y prolongada, con tratamientos de quimioterapia continua, transfusiones diarias y aislamiento por riesgo de infecciones.

Por: Mariana Mestizo Hernández


La leucemia mieloide aguda (LMA) es una forma agresiva de cáncer que afecta la sangre y la médula ósea, con un desarrollo acelerado que la convierte en una emergencia médica. Predomina en adultos y se caracteriza por la proliferación descontrolada de células sanguíneas inmaduras, que interfieren con la producción normal de glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas.

Esta alteración impacta directamente en funciones vitales del organismo, como el transporte de oxígeno, la defensa inmunológica y la coagulación. "Las leucemias son cánceres que se producen dentro de la médula ósea. La médula ósea es la responsable de producir las células blancas, que nos defienden de las infecciones; la hemoglobina, que lleva oxígeno a todas partes del cuerpo; y las plaquetas, que nos ayudan a coagular", explica la Dra. Maribel Tirado, directora del Programa de Fellowship en Hematología y Oncología de la Escuela de Medicina del RCM – UPR.

La acumulación de estas células anormales puede provocar síntomas como anemia, infecciones recurrentes y sangrados espontáneos, lo que exige un diagnóstico oportuno y un abordaje terapéutico inmediato.

Síntomas y hallazgos iniciales

A su vez, los primeros signos clínicos suelen reflejarse en alteraciones visibles en los conteos sanguíneos. En pacientes con leucemia, sin importar el subtipo, es común observar una disminución de la hemoglobina y las plaquetas. En el caso específico de la leucemia mieloide aguda, las cifras de glóbulos blancos pueden encontrarse anormalmente elevadas o marcadamente reducidas.

"Cuando un paciente tiene una leucemia mielógena aguda, empieza a producir una célula anormal que se llama blasto. Estos blastos son células blancas inmaduras que no tienen la capacidad de defender al cuerpo de una infección y cuya velocidad de proliferación es extremadamente alta. Nuestro cuerpo tiene un sistema que regula el crecimiento celular, pero en la médula ósea, esa regulación se pierde en el contexto de una leucemia", añade.

Esta disfunción también explica por qué, en ocasiones, los glóbulos blancos se comportan como si respondieran a una infección, aunque no se trate de una. Al analizar su morfología en laboratorio, se identifica que no corresponden a los tipos celulares que se elevan frente a virus o bacterias, sino a células defectuosas que invaden el sistema sin cumplir funciones inmunológicas.

Síntomas confusos

Por otra parte, la experta resaltó que los síntomas iniciales de la leucemia mieloide aguda pueden confundirse fácilmente con cuadros infecciosos comunes, lo que retrasa en ocasiones su diagnóstico. Muchos pacientes acuden al servicio de urgencias por presentar signos como tos con flema, sinusitis, infecciones cutáneas como la celulitis o molestias urinarias. Al realizarles un hemograma completo (CBC), suelen evidenciarse alteraciones hematológicas que orientan hacia un cuadro más grave.

"Yo, por ejemplo, tuve una paciente que acudió a la sala de emergencia porque notaba menstruaciones muy abundantes. Allí le encontraron la hemoglobina baja, las plaquetas bajas y los glóbulos blancos elevados. Lo que tenía era una leucemia mieloide aguda", relata.

Subtipos y riesgos: el caso de la leucemia promielocítica

Además, dentro del grupo de las leucemias mieloides agudas existen distintos subtipos, con características clínicas particulares. Uno de ellos es la leucemia promielocítica aguda, un tipo específico que, además de las alteraciones hematológicas comunes, se asocia con un alto riesgo de coagulopatías. En estos casos, el sistema de coagulación está comprometido, lo que genera hemorragias espontáneas potencialmente letales.

"La tasa de curación de la leucemia promielocítica aguda es superior al 90 %, pero los pacientes que fallecen lo hacen generalmente por complicaciones hemorrágicas. Por eso es fundamental reconocerla a tiempo y actuar con rapidez", precisó la Dra. Tirado.

Además, la mayoría de los casos de leucemia mieloide aguda no presentan factores de riesgo claramente definidos, lo que dificulta su prevención. Si bien existen antecedentes conocidos, como la exposición a radiación, por ejemplo, en sobrevivientes de catástrofes nucleares, o el uso previo de quimioterapia en tratamientos oncológicos, estos escenarios solo explican un porcentaje reducido de los diagnósticos.

"El grueso de las leucemias no tiene factores de riesgo definidos. Hay pacientes que se han expuesto a radiación, como los que estuvieron cerca de los accidentes nucleares de Hiroshima y Nagasaki. También hay quienes recibieron quimioterapia por otro cáncer, como el de mama. Menos del 5 % de ellos puede desarrollar leucemia por esa exposición. Y en menor medida, hay algunas mutaciones hereditarias, como la del gen RUNX1, que aunque son rarísimas, confieren predisposición", explicó.

Confirmación del diagnóstico: la biopsia de médula ósea

Para confirmar el diagnóstico, generalmente se realiza una biopsia y un aspirado de médula ósea. El procedimiento, que se lleva a cabo en la cresta ilíaca posterior, permite obtener muestras del tejido interno del hueso. Estas son analizadas mediante estudios histológicos, citogenéticos y moleculares que permiten identificar mutaciones específicas.

"Si un paciente tiene una traslocación 15-17, lo más probable es que tenga una leucemia de buen pronóstico: el 90 % de esos pacientes yo los voy a curar con quimioterapia. Pero hay otros con mutaciones de alto riesgo (trisomía del 8, menos 5, menos 7) y el 80 % de ellos fallece en el primer año. Esos pacientes no se van a curar con quimioterapia convencional, solo con trasplante de médula ósea", advirtió la especialista.

Mutaciones genéticas y pronóstico

Por ello, la Dra. Maribel Tirado enfatizó que la mortalidad en leucemia mieloide aguda sigue siendo elevada en muchos casos, especialmente cuando las alteraciones genéticas son desfavorables.

"Hay mucha mortalidad, y el pronóstico va a depender de las mutaciones que tenga el paciente. Si pertenece al grupo con citogenética desfavorable, la mortalidad ronda el 60 %. Es un montón", advirtió.

En Puerto Rico, se diagnostican entre 120 y 130 casos nuevos de leucemia mieloide aguda al año, una enfermedad que afecta predominantemente a adultos mayores, usualmente por encima de los 45 o 50 años. Esta distribución etaria tiene implicaciones importantes al momento de definir el abordaje terapéutico.

Actualmente, el estudio diagnóstico no se limita a la morfología de las células bajo el microscopio. La evaluación genética permite identificar mutaciones como FLT3 —para la cual existen tratamientos orales como midostaurina o gilteritinib—, o alteraciones en los genes IDH1 e IDH2, que también cuentan con opciones farmacológicas específicas.

Tratamientos disponibles y avances

Además, se han desarrollado esquemas de tratamiento menos agresivos, como la combinación de azacitidina con venetoclax, particularmente indicada en pacientes mayores o con comorbilidades. "Hoy en día, no es lo mismo tratar a un paciente con AML de 45 años que a uno de 70. Hace 20 años les ofrecíamos quimioterapia a ambos; ahora, a los mayores les ofrecemos esquemas menos tóxicos como Venclexta", explicó la especialista.

En cuanto a la inmunoterapia, su uso en la leucemia mieloide aguda aún no es estándar, aunque ha mostrado resultados prometedores en otras variantes hematológicas, como la leucemia linfocítica aguda, donde ya se emplean anticuerpos monoclonales.

Un tratamiento hospitalario obligatorio

A diferencia de muchos otros tipos de cáncer, los pacientes con leucemia mieloide aguda suelen requerir tratamiento hospitalario continuo desde el diagnóstico. La hematóloga-oncóloga, explicó que esto obedece a la intensidad de los protocolos de quimioterapia, los cuales deben administrarse en infusiones de 24 horas, además de la alta dependencia de transfusiones y del riesgo constante de infecciones.

"Estos pacientes, diferente al grueso de los pacientes de cáncer, se tienen que tratar en un hospital. Muchas de las quimioterapias se dan en infusiones continuas de 24 horas. Lo otro es que están dependientes de transfusiones, muchas veces transfusiones diarias", señaló.

Hospitalizaciones prolongadas y carga emocional

El sistema inmunológico comprometido también obliga a aislarlos para evitar infecciones por bacterias, hongos o virus, que requieren antibióticos intravenosos. En promedio, enfrentan hospitalizaciones mínimas de seis semanas, lo que representa una carga emocional, económica y logística para las familias.

La especialista subrayó el impacto que esto puede tener en la vida cotidiana del paciente: "Si yo era la mamá que trabajaba en mi casa, hay que buscar quién cuide a los muchachos. Si era la fuente principal de ingresos, agotas tus vacaciones en una hospitalización de dos meses. Nadie tiene dos meses de vacaciones al año".

Apoyo psicológico: un pilar indispensable

Ante este panorama, el apoyo psicológico se vuelve indispensable. La experta resalta que en el Centro Comprensivo de Cáncer, cada paciente es evaluado desde el ingreso por el equipo de psicología, que también brinda acompañamiento a los familiares. Otro reto clave es la disponibilidad de sangre y plaquetas. 

La doctora enfatizó que, a diferencia de los medicamentos, la sangre no se compra ya que depende de las donaciones. Y mientras que los glóbulos rojos tienen una vida útil de 90 días, las plaquetas solo duran de 6 a 10 días, lo que exige una donación constante.

En cuanto al tratamiento, los pacientes suelen ser funcionales siempre que sus conteos sanguíneos y estado general lo permitan. "Yo tengo pacientes que, con la bendición de la tecnología, siguen haciendo trabajos remotos", afirmó la especialista.

La naturaleza repentina del diagnóstico suele representar un choque emocional. "Esto no es un tratamiento al que uno pueda ir a la oficina del oncólogo y luego volver a casa. Es una enfermedad que requiere hospitalización prolongada", dijo. En Puerto Rico, solo existen dos unidades especializadas para estos casos: una en el hospital municipal y otra en el Centro Comprensivo de Cáncer.

Nuestro personal de enfermería está muy entrenado, no solo clínicamente, sino también en el aspecto emocional", añade. Además, la institución participa activamente en investigaciones, como el estudio MieloMatch del Instituto Nacional del Cáncer. 

Este protocolo permite realizar un análisis profundo de las mutaciones presentes en la médula ósea y, con base en esos resultados, diseñar un plan de tratamiento personalizado para cada paciente. "Hoy en día, esa es la forma más especializada que tenemos para ofrecer tratamiento, y nuestros pacientes han estado participando activamente en este estudio", concluyó.





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