Los hallazgos sobre las sorprendentes migraciones arrojan luces sobre la historia humana y los idiomas que muchas personas hablan actualmente.
Por: Isbelia Farías
Los científicos indagan sobre nuestro pasado, pues el conocer más pistas al respecto puede revelar más detalles sobre quiénes somos hoy día.
Recientemente, el biólogo sueco, especialista en ciencias genómicas, Svante Pääbo, obtuvo el Premio Nobel de Medicina 2022 por convertirse en padre de una nueva disciplina, la paleogenómica, que ha cambiado completamente la forma de analizar el pasado evolutivo.
El estudio de la historia evolutiva emprendido por Pääbo permitió la reconstrucción del ADN del neandertal, encontrando vínculos entre su genoma y el del ser humano moderno, lo cual prueba que los homo sapiens se relacionaron y tuvieron descendencia con los neandertales. Este científico también descubrió otra especie que vivió en Asia: los denisovanos.
Cada vez, el análisis evolutivo del ADN nos da a conocer más detalles sobre nuestros orígenes.
Al analizar el ADN de humanos antiguos en Asia occidental, los Balcanes, Grecia, Turquía actual y otras regiones, los científicos también se han percatado de migraciones que explican aspectos sobre los idiomas que hoy son hablados por miles de millones de personas.
Ya no se trata solo de leer textos antiguos e interpretarlos, sino que últimamente se ha abierto otra puerta para analizar el pasado de la humanidad: las historias escritas en los genes de nuestros ancestros.
El profesor en arqueología de la Universidad de Gotemburgo, Suecia, Kristian Kristiansen, los considera una revolución científica y señala que esto: “Ha creado un nuevo tipo de evidencia independiente para responder preguntas en arqueología que nunca antes se habían resuelto… los primeros resultados fueron bastante impactantes".
Durante 50 años, los científicos han creído que los antepasados eran hogareños, pero a partir de 2015, David Reich, pionero del ADN e investigador del Instituto Médico Howard Hughes, de la Facultad de Medicina de Harvard, publicó datos genéticos que demuestran que la historia de la humanidad ha sido un cúmulo de migraciones frecuentes. Según Reich, “la evidencia del ADN fue un gran avance, ya que mostró cómo los idiomas trazan el camino de la migración”.
Lo verdaderamente sorprendente de esta revolución científica genética es que los artefactos desenterrados por arqueólogos no revelan conexiones entre poblaciones remotas, pero la genética sí puede hacerlo. El análisis del ADN antiguo permite “escribir una historia mucho más detallada de cómo cambiaron las poblaciones humanas a lo largo del tiempo y el lugar”, tal como indicó Reich.
Todo el ADN antiguo, de muchas partes del mundo, se puede analizar en conjunto, lo cual facilita pensar en personas de diversas regiones, que se solían estudiar por separado, según lo apuntado por Reich.