años recientes, una clase desconcertante de experimentos con luz parpadeante está sugiriendo una vía inesperada para tratar la enfermedad de Alzheimer.
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En años recientes, una clase desconcertante de experimentos con luz parpadeante está sugiriendo una vía inesperada para tratar la enfermedad de Alzheimer. En una nueva investigación publicada en Journal of Neuroscience al respecto, se ha probado un modo práctico de aprovechar ese fenómeno. Los autores de este estudio han descubierto en su laboratorio que la exposición a luz parpadeando a una frecuencia de 40 hercios (40 parpadeos por segundo) hace que los cerebros liberen una oleada de sustancias químicas de señalización que pueden ayudar a combatir el mal de Alzheimer.
Aunque se realizó en ratones, este nuevo estudio guarda una estrecha relación con ensayos en humanos. En dichos ensayos, se expone a pacientes con esa enfermedad a luz y sonido de 40 hercios. Los conocimientos adquiridos en ratones en el nuevo estudio realizado por científicos del Instituto Tecnológico de Georgia (Georgia Tech) son la base para los ensayos con humanos efectuados en colaboración con la Universidad Emory, ambas entidades en Estados Unidos.
Una de las moléculas de señalización que se incrementan con la luz parpadeante está asociada a la activación de células inmunitarias del cerebro, las conocidas como células microgliales, que combaten a un sello distintivo del mal de Alzheimer: la placa beta-amiloide, una masa proteica que se acumula perniciosamente entre las células cerebrales, informó Noticias de la Ciencia.
Liberación de citocinas
En experimentos realizados en 2016 con ratones afectados por la enfermedad de Alzheimer, se descubrió que el parpadeo de la luz a 40 hercios movilizaba sus células microgliales para la tarea de eliminar esa placa.
En el nuevo estudio, el equipo de Kristie Garza y ??Annabelle Singer (Georgia Tech), buscó la química del cerebro que conecta el parpadeo de luz con la activación microglial y con otras activaciones inmunitarias en ratones y ha constatado un aumento en 20 citocinas, pequeñas proteínas secretadas externamente por células y que sirven de señalización para otras células. Acompañando la liberación de citocinas, un aspecto de la química celular interna (la activación de proteínas por grupos fosfato) dejó también una huella muy clara.
La frecuencia de 40 hercios se escogió a partir de la observación de que los cerebros de los pacientes con mal de Alzheimer sufren, desde una fase temprana de la enfermedad, una escasez de periodos dominados por un patrón de oscilación neuronal conocido como “ondas gamma”. Su frecuencia más común está alrededor de los 40 hercios, y exponer a los ratones a parpadeos lumínicos ligeros a esa frecuencia restableció la abundancia de ondas gama y también parece que evitó los daños cerebrales graves que la enfermedad de Alzheimer provoca.
El equipo de investigación desaconseja que personas sin formación científica realicen terapias improvisadas de luz por su cuenta, ya que se necesitan más datos para esclarecer debidamente todos los efectos que dichos estímulos luminosos pueden tener sobre el ser humano, y emplear frecuencias incorrectas podría incluso causar daños a los pacientes tratados.