Una serie de tres estudios, pone en el punto de mira la forma en la que abordamos el dolor lumbar, que afecta al 80% de la población adulta alguna vez en su vida.
Por: Sebastián Salguero
Los investigadores que los firman denuncian una grieta entre la evidencia científica y la práctica clínica, "donde se recurre con demasiada soltura a cirugías, radiografías y tratamientos farmacológicos”, aun cuando "solo una pequeña parte de las personas que lo padecen conocen la causa patológica que les produce el dolor".
Una serie de tres estudios, pone en el punto de mira la forma en la que abordamos el dolor lumbar, que afecta al 80% de la población adulta alguna vez en su vida, tiene una prevalencia anual en torno al 15-45% y es, actualmente, la principal causa de discapacidad en el mundo en personas en edad laboral.
Identificar la causa es complicado, dicen los investigadores, que apuntan a que, lejos de encontrarse en problemas vertebrales o infecciones, en muchas ocasiones está en las características que definen un estilo de vida poco activo, como la falta de ejercicio físico, fumar o el sobrepeso. Rafael González Díaz, cirujano de columna del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús y jefe de la Unidad de Columna en los hospitales Nuestra Señora del Rosario y Sanitas La Moraleja (Madrid), coincide: "La mayor parte de los episodios de dolor en la zona lumbar se deben a hábitos de vida sedentarios, pero los pacientes ven atractivas terapias sin rigor en muchos casos injustificadas".
La primera causa de incapacidad laboral requiere, en su opinión, una atención integral, incluso psicológica, "en episodios recurrentes sin causa clara". Y es que, reza el primer estudio, el dolor lumbar, en la mayoría de los casos, no es una enfermedad, sino un síntoma que suele ir acompañado otras dolencias.
Los científicos piden un esfuerzo global a nivel político y sanitario para disminuir la incidencia del problema: desde las instituciones gubernamentales es necesario "aumentar el reconocimiento de los efectos y las cargas que supone el dolor de espalda"; y, desde la sanidad pública, "prevenir y reducir la prevalencia de la discapacidad asociada a este problema".
Para evitarlo, recalcan la importancia de mantenerse activo y hacer ejercicio, incluso si aparece el dolor. Las terapias farmacológicas y quirúrgicas no deberían ser la primera opción, aclaran y remarcan que, sobre todo, es necesaria la educación en consulta.
"Como decía Gregorio Marañón, el arma terapéutica más importante que tiene el médico es la silla donde se sienta a charlar con el paciente", reflexiona González Díaz. Hablemos, pues, de tabaco, obesidad, estrés... Y, después, si procede, lo haremos de resonancias. "En muy pocas ocasiones el dolor de espalda está relacionado con algo serio, pero los profesionales tenemos criterios clínicos para determinarlo".
Fuente: Revista The Lancet