Dos estudios ponen en duda la seguridad y eficacia del tramadol. Uno advierte que su combinación con ciertos antidepresivos aumenta el riesgo de convulsiones, mientras que otro concluye que su efecto en el dolor crónico es mínimo y clínicamente irrelevante.
Por: Katherine Ardila
El tramadol, uno de los analgésicos más recetados a nivel global y a menudo considerado una alternativa más segura a otros opioides, atraviesa por nuevas dudas sobre su perfil. Dos investigaciones publicadas esta semana arrojan algunas interrogantes sobre su seguridad en adultos mayores y su real eficacia para tratar el dolor crónico.
El primer estudio, publicado en la revista Neurology, de la Academia Estadounidense de Neurología, alerta sobre un mayor riesgo de crisis epilépticas en personas mayores de 65 años cuando el tramadol se combina con ciertos antidepresivos de uso frecuente.
La investigación, dirigida por Yu-Jung Jenny Wei de la Universidad Estatal de Ohio, analizó los datos de más de 70,000 residentes de hogares geriátricos en EE. UU. durante una década.
El foco estuvo en la interacción entre el tramadol y antidepresivos que inhiben la enzima CYP2D6, crucial para metabolizar el analgésico. Este grupo incluye fármacos como la fluoxetina, la paroxetina y el bupropión.
Efectos de interacción entre fármacosCuando esta enzima se bloquea, el tramadol no se procesa correctamente y puede acumularse en el organismo, aumentando la probabilidad de efectos adversos, entre ellos las convulsiones.
Los resultados mostraron que el riesgo de sufrir una convulsión era un 9% mayor en quienes tomaban esta combinación específica, en comparación con aquellos que usaban tramadol con otros antidepresivos. Si el antidepresivo se había recetado con anterioridad, el aumento del riesgo era del 6%.
"Encontramos un incremento modesto pero medible en el riesgo de convulsiones cuando el tramadol se administraba junto a antidepresivos", explica Wei. "Estos hallazgos subrayan la necesidad de una prescripción cuidadosa en adultos mayores con patologías complejas".
Aunque el estudio no prueba causalidad, señala una interacción farmacológica significativa en una población que con frecuencia recibe ambas medicaciones.
Eficacia limitada para el dolor crónicoEn paralelo, una revisión sistemática publicada en BMJ Evidence Based Medicine cuestiona la utilidad del tramadol para el manejo del dolor crónico no oncológico.
El metaanálisis, que incluyó 19 ensayos clínicos y más de 6,500 participantes, concluye que, si bien el fármaco puede aliviar el dolor, el efecto es pequeño y clínicamente irrelevante. Además, detectó un aumento en la probabilidad de sufrir efectos adversos graves, particularmente eventos cardíacos.
Los autores, liderados por Jehad Ahmad Barakji, fueron contundentes en su conclusión: "Dado el escaso beneficio analgésico y el incremento del riesgo de daños, se debe reconsiderar el uso del tramadol para el dolor crónico, priorizando alternativas más seguras".
Expertos independientes consultados por el Science Media Center España coinciden en la necesidad de interpretar estos hallazgos con cautela, pero reconocen su relevancia.
"El trabajo muestra que el tramadol puede reducir el dolor, aunque con un efecto muy leve, mientras que incrementa el riesgo de efectos adversos, algunos graves", indica Enrique J. Cobos del Moral, catedrático de Farmacología de la Universidad de Granada y coordinador del Grupo de Ciencias Básicas en Dolor y Analgesia de la Sociedad Española del Dolor. "Estos datos obligan a reconsiderar su papel en el tratamiento del dolor crónico".
Por su parte, Alicia Alonso Cardaño, médica anestesióloga y coordinadora del Grupo de Trabajo de Opioides de la misma sociedad, señala que "la potencia analgésica del tramadol es moderada y los resultados de esta revisión deben interpretarse con prudencia debido a la heterogeneidad y corta duración de los ensayos incluidos".
Ambos especialistas aseguran que retirar una opción terapéutica sin ofrecer alternativas seguras y eficaces podría dejar a muchos pacientes con dolor crónico sin un tratamiento adecuado.
La convergencia de estos dos estudios podría incitar a una reevaluación del papel de este analgésico en la práctica clínica moderna, equilibrando sus potenciales beneficios con los riesgos que ahora salen a la luz.