Esta enfermedad inflamatoria mediada por el sistema inmune y de afectación generalmente cutánea, de un curso crónico con exacerbaciones que pueden afectar la piel, las uñas y hasta las articulaciones.
Por: Sebastián Salguero
La Psoriasis es una enfermedad crónica que presenta brotes con exacerbaciones y remisiones. Debido a sus manifestaciones clínicas puede generar rechazo en los demás y puede causar un elevado impacto psicológico en la vida de los pacientes.
Esta enfermedad no es hereditaria pero hay una predisposición genética para padecerla y su evolución es de manera imprevisible.
Aproximadamente hasta el 80% de los pacientes padecen durante toda su vida este mal ya sea de forma continua o intermitente. Cuando se presentan casos leves no afectan la salud general del pacientes. Sin embargo, un 20% padece manifestaciones de moderadas a graves y es necesario su tratamiento sistémico.
Se estima que entre un 2 y 3% de la población mundial sufre psoriasis con incidencias que van desde el 0.6 al 4.8% dependiendo del clima y la herencia genética de la población. Cabe resaltar que esta condición puede aparecer a cualquier edad donde los picos de edad de inicio son entre los 15 y 30 años y el segundo entre los 50 y 60 tanto en hombres como mujeres.
Entre la manifestación más común es la psoriasis vulgaris o en placas que inicia con máculo pápulas y placas eritemato escamosas con borde perfectamente delimitado. Las localizaciones más frecuentes son en codos, rodillas, cuero cabelludo y uñas.
Este padecimiento genera un impacto elevado sobre las personas influyendo en sus aspectos sociales y laborales. La inflamación sistémica crónica tiene un papel patogénico que causa una mayor incidencia en eventos cardiovasculares como síndrome metabólico, dislipemia, diabetes, entre otros.
En cuanto a la fisiopatología la más común en placas se caracteriza por la presencia de las misas rojas con una medida entre 1 y 10 cm con escamas blancas o plateadas. Además, pueden cubrir superficies variables en el cuerpo y por ello en los pacientes suelen convivir áreas de piel afectada con piel sana.
Este padecimiento tiene una apariencia marcada por el engrosamiento de la epidermis y una elongación de los pliegues epidérmicos debido a la alta tasa de división de los queratinocitos. Esta está muy alterada y la descamación superficial se debe a una maduración aberrante de estos por efecto de los mediadores proinflamatorios liberados.