Gracias a la labor que ejercen varias especialistas desde las diversas ramas de la salud, los avances en las diversas condiciones, han ido en aumento pues estos estudios han permitido una amplia gama de tratamientos que pueden ayudar a mejorar la calidad de vida durante la emergencia salubrista.
Por: Servicios Combinados MSP, Miriam E. Tucker
Pronto se cumplirá un año desde que la OMS declaró la pandemia de la COVID-19. Los efectos devastadores de la pandemia se han hecho sentir en los confines del mundo, mientras tanto las mujeres y las niñas en la ciencia se encuentran en la primera línea de la respuesta. Son trabajadoras de la salud e innovadoras. Investigan vacunas y son pioneras en el desarrollo de tratamientos. Nos conducen hacia un mundo más seguro e inspiran a la próxima generación de niñas a convertirse en personas de bien en la ciencia y la tecnología.
Médicas y enfermeras
Las mujeres conforman el 70 % del personal que trabaja en el sector sanitario y de asistencia social. Esto las pone en el centro de la respuesta a la COVID-19, aun cuando, muchas veces, siguen subrepresentadas en los ámbitos de toma de decisiones y de conducción.
En México, el 79 % del personal de enfermería son mujeres, como Brenda Abad. En su primer día de trabajo en un hospital público, Brenda estuvo encargada de detectar a las personas con COVID-19.
Özlem Türeci
Es cofundadora de la empresa de biotecnología BioNTech. Özlem Türeci no sólo es científica, sino también médica, empresaria y líder mundial en el sector de la salud. En 2020, su empresa desarrolló la primera vacuna aprobada contra la COVID-19 que utiliza ARN, e introdujo una luz de ansiada esperanza en un año azotado por una crisis sin precedentes.
Más de 1300 personas en más de 60 países trabajan actualmente en BioNTech, y más de la mitad de ellas son mujeres. Türeci afirma que las personas que se dedican a la investigación deben enfocarse en aquello que desean cambiar y en los problemas que desean resolver con una mente más abierta y sueños más ambiciosos.
Katalin Karikó
Fueron muchos los descubrimientos que hicieron posible la vacuna contra la COVID-19, y una de las investigaciones más esenciales fue la de Katalin Karikó, que se centró en las posibilidades terapéuticas del ARN mensajero. Sin embargo, su idea de que el ARN mensajero podía usarse para combatir la enfermedad se consideró demasiado radical y riesgosa en términos financieros en ese momento. A pesar de solicitar un subsidio tras otro, siguió recibiendo respuestas negativas e incluso llegó a ser degradada de su cargo. Pero eso no la detuvo.
Finalmente, Karikó desarrolló junto a su excolega, Drew Weissman, un método que contempla el uso de ARN mensajero sintético para luchar contra la enfermedad. Este descubrimiento es hoy la base de una de las vacunas contra la COVID-19.
Anika Chebrolu
Mientras que las compañías farmacéuticas más grandes del mundo emprendían la carrera por encontrar la vacuna contra la COVID-19, una joven científica hizo un descubrimiento que podía transformarse en un tratamiento novedoso contra el virus SARS-CoV-2. Anika, una adolescente estadounidense de origen indio de 14 años, había comenzado su proyecto de ciencia en su dormitorio cuando estaba en octavo grado. En un principio, su objetivo era encontrar un tratamiento contra el virus de la gripe. Esta búsqueda la llevó a estudiar e investigar las pandemias que habían afectado al mundo a lo largo de la historia, hasta que le tocó atravesar una verdadera pandemia.
Cuando la epidemia de COVID-19 comenzó a extenderse por todo el mundo, Anika cambió la orientación de su proyecto con la ayuda de su mentora y se centró en el virus causante de la enfermedad por coronavirus. En el proceso, identificó una molécula clave que se une selectivamente a la proteína de la espícula del virus SARS-CoV-2 y puede inhibir su capacidad para infectar a las personas. En octubre de 2020, Anika ganó el concurso 3M Young Scientist Challenge.
Megs Shah y Fairuz Ahmed
Mientras que las medidas para contener la expansión de la COVID-19 nos llevaron a atravesar largos períodos de aislamiento, con la orden de quedarnos en casa, para muchas personas esta situación significó quedarse atrapadas en relaciones o entornos violentos. Megs Shah y Fairuz Ahmed reconocieron que era necesario encontrar una nueva tecnología para llegar mejor a las personas necesitadas, y permitir que las organizaciones prestadoras de servicios se pusieran realmente en contacto con las personas sobrevivientes de situaciones de violencia para poder manejar esos casos en forma virtual.
La Cooperativa Parasol, fundada por Shah y Fairuz, trabaja para educar y conectar a las víctimas de violencia y las personas necesitadas con quienes prestan los servicios. Esta innovadora tecnología, inspirada por sus propias experiencias y basada en el trabajo realizado con personas sobrevivientes, está dirigida a ofrecer a las poblaciones de mujeres y niñas más vulnerables que se ven afectadas por la violencia en el ámbito privado un entorno de confort y educación con grupos de apoyo.
Ramida "Jennie" Juengpaisal
En Tailandia, a medida que la COVID-19 comenzaba a propagarse, una joven de 24 años, Ramida Juengpaisal, se encontraba trabajando en la creación de un mecanismo nacional de seguimiento de COVID-19 que reúne toda la información disponible sobre el virus y ayuda a detener la difusión de información falsa. De esta forma, a través del denominado "COVID Tracker by 5Lab", que Jennie ideó, se compartió información sobre brotes, procedimientos de limpieza e información importante relacionada con los lugares disponibles para hacerse los análisis y los costos correspondientes.
Kizzmekia "Kizzy" Corbett
La Dra. Kizzmekia Corbett es una de las principales científicas que participa en la investigación de la vacuna del Gobierno de los Estados Unidos. Corbett forma parte de un equipo dentro de los Institutos Nacionales de Salud que trabajaron para desarrollar una de las vacunas que tiene una eficacia superior al 90 %.
Es importante reconocer los aportes y el liderazgo de la Dra. Corbett en materia de investigación de vacunas durante la pandemia, no sólo porque el efecto de la COVID-19 ha sido desproporcionado en las comunidades negras de los Estados Unidos, sino también porque las mujeres negras que han trabajado en la ciencia no figuran en los libros de historia.
La Dra. Corbett espera que su importante labor ayude a inspirar a las próximas generaciones de niñas de color a incursionar en la ciencia, y a que se vean reflejadas en su éxito.