Katherine Padilla
Con información de BBC News
La pandemia por COVID-19 ha desencadenado la carrera contra el reloj para el desarrollo de una vacuna segura y efectiva, y ahora, además del corto tiempo del que disponen los investigadores estadounidenses, se enfrentan a un nuevo reto: la escasez de primates para la investigación.
Las variedades de macacos en las que comúnmente realizan pruebas, especialmente el Rhesus, están muy limitadas para los laboratorios estadounidenses.
Los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) indicaron en un informe en octubre de 2018 que el país contaba con unos 31.500 primates no humanos (PNH), como son llamados en el ámbito de la investigación médica.
Pero diversos centros de investigación han reportado que tras la pandemia de COVID-19, el número disponible de PNH está llegando al mínimo.
Las pruebas fase 3 en humanos voluntarios resultan seguras y eficaces, pero los investigadores anticipan que habrá una necesidad de estudios continua para evaluar los efectos a largo plazo de la infección por COVID-19 y desarrollar vacunas para niños, poblaciones de edad avanzada y evaluar la durabilidad de la inmunidad a las vacunas", explica Roberts.
Las diferencias políticas, el sentimiento nacionalista y otras dificultades sociales han puesto en una posición difícil a la investigación en EE. UU y se espera que, con el tiempo, China decida continuar con la exportación de esta especie de primate, no solo para continuar y reforzar la investigación de la vacuna contra el COVID-19, sino también reiniciar los esfuerzos investigativos de otras patologías que afectan de gran manera la salud pública en el mundo entero.