Los abscesos hepáticos se definen como una acumulación de pus en el hígado.
Por: María Camila Sánchez
El absceso hepático es un proceso focal supurativo, poco habitual, de mortalidad moderada (2-12%), según literatura. Los agentes patógenos responsables pertenecen principalmente a dos grupos, las bacterias y parásitos (Entamoeba histolytica), y dan lugar a dos tipos de abscesos hepáticos: piógenos y amebianos, respectivamente.
Mientras el absceso piógeno se trata de una bolsa de líquido llena de pus en el hígado, el absceso amebiano es causado por la Entamoeba histolytica, parásito que causa la amebiasis, una infección intestinal también llamada disentería amebiana, donde puede ser transportado a través del torrente sanguíneo desde los intestinos hasta el hígado.
Según las doctoras María Cochran Pérez y Kattya Cruz, adscritas al hospital de Bayamón, el absceso piogénico es más común en los Estados Unidos y afecta más a hombres entre la quinta y octava década de vida. Pueden presentar síntomas no específicos como diarrea, náuseas, vómitos, dolor corporal y articulaciones, dolores de cabeza y efusiones pleurales del lado derecho.
No obstante, otros síntomas tardíos incluyen fiebre, escalofríos, dolor abdominal, que pudiera estar localizado en el cuadrante superior derecho, repasan, y pueden complicarse con sepsis o una ruptura espontánea en raros casos. Los pacientes presentan un riesgo cuando han atravesado infecciones abdominales recientes, enfermedad hepatobiliar reciente o alguna intervención, infección dental, el uso de drogas intravenosas, cáncer, inmunosupresión, entre otros.
El diagnóstico puede realizarse por un estudio CT abdominopélvico.
Precisamente en Puerto Rico se registró un caso inusual de un hallazgo hepático disfrazado de un diagnóstico de gastritis en un paciente de 58 años. El paciente tenía historial de diabetes, hipertensión, hiperlipidemia y reflujo gastroesofágico.
"El paciente refirió que se había comido una hamburguesa, y que después de eso inició su dolor en el área epigástrica, que fue empeorando", añadió la Dra. Cruz.
El paciente fue admitido al hospital con un diagnóstico de gastroenteritis, y por los síntomas presentados se le realizó una endoscopia, que reveló que tenía.
Una fiebre elevada empezó a afectar al paciente el mismo día del procedimiento, y presentó un choque séptico. Cultivos de sangre reflejaron el crecimiento de una bacteria, que más tarde se reveló ser Escherichia coli e igualmente resultados del panel metabólico arrojaron que los niveles de enzimas hepáticas y de alcalina fosfatas estaban alterados, relataron.
Al paciente se le ordenó un sonograma abdominopélvico, donde los médicos no pudieron percibir situación clínica alguna, aunque el paciente ya presentaba fallo renal.
"Ya teníamos la situación de la bacteriemia por el E. coli y vimos que en los niveles del panel metabólico las enzimas hepáticas estaban elevadas, decidimos realizar un CT abdominopélvico con contraste una vez resolvió el fallo renal, para buscar lo que sospechábamos, un absceso del área del hígado y sistema biliar y se encontró una formación de absceso o quiste lobulado que se encontraba en el hígado, cerca de la vesícula", explicó Cruz.
"El paciente fue referido a radiología intervencional para que el absceso fuera drenado, y se envió a cultivo, lo que arrojó también positivo a (la bacteria) E. coli, encontrando así el foco de infección de la bacteriemia", añadió.
El paciente cumplió 14 días de antibióticos y fue dado de alta hospitalaria.
Es importante tener en cuenta este tipo de diagnóstico porque la mortalidad es alta, si el mismo no se manera rápidamente. Estos abscesos no son comunes y por eso a la hora de diagnosticarlos es difícil. Por tal razón, este caso presenta una oportunidad de concienciar sobre este tipo de escenarios porque este tipo de pacientes presentan síntomas bien variados que pueden desviar a los médicos hacia un diagnóstico erróneo, enfatizó por su parte la Dra. Cochran.
Vea la presentación de este caso en exclusiva aquí.