El paciente no tomaba medicamentos ni presentaba trastornos endocrinos que justificaran la tricomegalia, lo que apoyó su origen paraneoplásico.
Por: Mariana Mestizo Hernández
Un hombre de aproximadamente 60 años consultó a su médico de atención primaria debido a un crecimiento inusual de las pestañas que había notado desde hacía varios meses.
El paciente describía un alargamiento y engrosamiento progresivo del vello en los párpados, acompañado por una leve hipertricosis en otras zonas del cuerpo, como brazos, manos, barba y extremidades inferiores. No presentaba otros síntomas relevantes y no estaba bajo tratamiento farmacológico conocido por inducir tricomegalia.
Durante la evaluación clínica, los análisis de laboratorio mostraron una anemia normocítica leve, acompañada de niveles bajos de hierro sérico y saturación de hierro, con una ferritina elevada. Los estudios hormonales no revelaron signos de endocrinopatía. El análisis de orina detectó hematuria microscópica, y el paciente recordó un episodio aislado de hematuria macroscópica que había ocurrido seis meses antes, sin recurrencia ni tratamiento.
Diagnóstico por imagen y confirmación histológicaDebido a la hematuria y los hallazgos clínicos inusuales, se indicaron estudios de imagen. La tomografía axial computarizada reveló una masa renal derecha de 11,7 cm, junto con nódulos retroperitoneales sugestivos de enfermedad metastásica.
Una biopsia dirigida a un ganglio linfático paraaórtico izquierdo confirmó la presencia de un carcinoma de células claras. El paciente fue derivado a oncología y se inició tratamiento neoadyuvante con diez ciclos de nivolumab (inhibidor de PD-1) y cabozantinib (inhibidor de tirosina quinasa), seguidos por una nefrectomía radical derecha.
Posteriormente, se mantuvo el tratamiento adyuvante mensual con nivolumab y cabozantinib. Durante esta etapa, se observó una disminución progresiva del crecimiento de las pestañas. Sin embargo, al cabo de un año, los estudios de PET/TC revelaron progresión de la enfermedad con linfadenopatía multiespacial.
Desenlace clínico
Diecinueve meses después del diagnóstico inicial, el paciente falleció debido a complicaciones trombóticas agudas, incluyendo un trombo extenso en la vena mesentérica superior. La autopsia reveló una diseminación metastásica extensa, que comprometía el abdomen, los ganglios linfáticos, los pulmones y el miocardio.
Tricomegalia como fenómeno paraneoplásico
El carcinoma de células renales (CCR) es una neoplasia relativamente frecuente, cuya incidencia máxima ocurre entre los 60 y 70 años de edad. Representa cerca del 2,3 % de todos los cánceres en hombres y el 1,3 % en mujeres. En la actualidad, la mayoría de los casos se detectan de forma incidental gracias al uso extendido de imágenes abdominales transversales. No obstante, hasta un 40 % de los pacientes pueden presentar síndromes paraneoplásicos (SNP), los cuales pueden preceder al diagnóstico tumoral.
La hipertricosis, y en particular la tricomegalia —definida como el crecimiento excesivo de las pestañas—, se asocia más frecuentemente con trastornos endocrinos, medicamentos, infecciones como el VIH y, en menor medida, con neoplasias. La literatura médica contiene escasos reportes que vinculen esta manifestación con el CCR. En el caso descrito, la tricomegalia representó una manifestación clínica paraneoplásica inusual que precedió al diagnóstico de un CCR metastásico.
El mecanismo fisiopatológico que subyace al crecimiento anormal del vello en este contexto no se ha elucidado completamente. Se ha propuesto que la tricomegalia resulta de la prolongación de la fase anágena del ciclo folicular, posiblemente mediada por alteraciones en la señalización del receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR), aunque esta hipótesis no ha sido validada en todos los contextos neoplásicos. En este caso, la tricomegalia no se acompañó de lanugo generalizado, por lo que podría considerarse una variante atípica del síndrome de hipertricosis lanuginosa paraneoplásica.
Relevancia oncológica del síndrome paraneoplásico
Desde el punto de vista pronóstico, la presencia de síndromes paraneoplásicos en el CCR localizado se ha asociado con un mayor riesgo de mortalidad por cualquier causa y por el mismo tumor. Aunque esta asociación es menos clara en el contexto metastásico, los signos clínicos atípicos como la tricomegalia podrían representar pistas diagnósticas tempranas con implicaciones potenciales en el pronóstico.
En este paciente, como señalan los autores (Reichl et al) la evolución clínica fue desfavorable a pesar del tratamiento sistémico con inhibidores de puntos de control inmunitario y tirosina quinasa, los cuales han mejorado significativamente el pronóstico en CCR metastásico. Aun así, la mediana de supervivencia global en estos casos permanece limitada, situándose alrededor de los 22 meses.