Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la principal causa de muerte a nivel mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que aproximadamente 7.4 millones de personas fallecieron por esta causa en 2015 y que el 82% de las muertes en países de ingresos bajos y medios se dan por causa de las ECV.
Agencia Latina de Noticias de Medicina y Salud Pública
Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la principal causa de muerte a nivel mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que aproximadamente 7.4 millones de personas fallecieron por esta causa en 2015 y que el 82% de las muertes en países de ingresos bajos y medios se dan por causa de las ECV. Además, la OMS calcula que, para el 2030, 23.6 millones de personas morirán por una enfermedad cardiovascular, por lo que se proyecta que estas seguirán siendo la principal causa de muerte en el mundo.
No obstante, el panorama no es tan lúgubre como parece, debido a que el 80% de los infartos al miocardio son prevenibles y para esto una alimentación saludable, una rutina de ejercicio adecuada para la edad y evitar el consumo de tabaco son fundamentales.
Es bien sabido que las enfermedades cardiovasculares pueden aparecer por otras comorbilidades crónicas como la hipertensión, niveles elevados de colesterol y niveles elevados de glucosa en la sangre, prediabetes o diabetes. Por esta razón un adecuado control de estas enfermedades es efectivo en la prevención de las ECV.
¿Por qué se produce un infarto?
La causa principal de este padecimiento es la arteriosclerosis, es decir, la formación de una placa formada por depósitos de grasa o calcio, que impide que la sangre fluya con normalidad. Cuando el depósito de grasa coincide con la aparición de un coágulo de sangre el flujo sanguíneo se obstruye y se causa el infarto.
Síntomas del infarto
El síntoma más claro y determinante es un fuerte dolor en el centro del pecho, tras el esternón, que puede extenderse a la parte izquierda de la mandíbula, al brazo izquierdo, a la espalda o al abdomen. En algunos casos se acompaña de pérdida de conocimiento y en otras de náuseas, vómitos y malestar general.
En raras ocasiones no se presenta de una forma tan clara y puede confundirse con dolores abdominales, alteraciones digestivas o dolor de espalda y, en una proporción muy baja se produce sin dar señales externas, esta situación es particular de la población que padece diabetes.
¿Cómo prevenir un infarto?
La principal forma de prevención de un infarto es mantener un estilo de vida saludable, pues a través de este es posible prevenir los niveles altos de colesterol y glucosa, principales causantes de las enfermedades cardiovasculares que luego derivan en infartos y daños en el sistema vascular.
Consuma una dieta sana: una dieta balanceada es fundamental para la salud del corazón y del sistema vascular, incluya en su dieta frutas y verduras, cereales integrales, carnes magras, pescado y legumbres, y poca sal y azúcar en sus preparaciones.
Evite el consumo excesivo de alcohol: aunque su consumo ocasional no es perjudicial se debe evitar el consumo excesivo para mantener una buena salud general.
Haga ejercicio regularmente: 30 minutos diarios de actividad física ayudan a mantener el sistema cardiovascular en forma y 60 minutos casi todos los días de la semana ayudan a mantener un peso normal.
Evite el consumo de tabaco: el tabaco afecta gravemente la salud, no solo es un factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares sino también para el desarrollo de diferentes tipos de cáncer. Se ha comprobado que el riesgo de infarto de miocardio empieza a disminuir inmediatamente después de dejar de consumir productos del tabaco y se puede reducir a la mitad en tan solo un año.
Verifique y controle su riesgo cardiovascular: es fundamental el seguimiento y asesoramiento de los pacientes con alto riesgo, estos deben recibir asesoría especializada de los profesionales de la salud pues ellos podrán aconsejar sobre las formas más eficaces de reducir los factores de riesgo.
Además, existen métodos que pueden contribuir a la identificación del riesgo cardiovascular, por lo que es recomendable medir la tensión arterial, el nivel de lípidos o colesterol en la sangre y el nivel de glucosa y hacer un seguimiento constante, en especial en pacientes de alto riesgo. Afortunadamente, todos estos factores que contribuyen a un mayor riesgo cardiovascular pueden controlarse siguiendo las recomendaciones listadas anteriormente.