La democracia, al igual que la medicina, exige un principio básico: no hacer daño. Pero en el Colegio Médico Dominicano (CMD), la Comisión Electoral parece haber tomado el bisturí sin anestesia, sin guantes y sin consentimiento informado.
Por: Editorial
Lo que debería ser un procedimiento sencillo —contar votos, anunciar resultados y respetar el reglamento— se ha convertido en una intervención improvisada, de esas que ningún médico aceptaría como protocolo.
Resultados que se anuncian... para luego ser silenciadosLa noche del evento, el presidente de la Comisión Electoral anunció cifras claras:
Dr. Luis Peña Núñez: 2,865 votos
Dra. Yubelky Aquino: 1,970 votos
Dr. José Antonio Santana: 601 votos
Dr. Clemente Terrero: 502 votos
Acto seguido, el proceso entró en un coma inducido. Se apagó la información.
Se cortó la circulación de datos. Y el gremio quedó en una sala de espera sin reloj. Más tarde, los datos extraoficiales —respaldados por delegados del proceso— revelaron una tendencia aún más clara:
Peña Núñez: 6,795 votos
Aquino: 6,186 votos
Una diferencia suficiente para emitir un diagnóstico final. Pero la Comisión decidió practicar un recuento sin haber dado el conteo. Una suerte de cirugía sin historia clínica, sin pruebas y sin consentimiento.
Como diría Platón: "El mayor error es confundir la ignorancia con la sabiduría".
La Comisión Electoral y el arte de complicar lo elemental
Pretender que los médicos —un gremio formado en el rigor, la evidencia y la disciplina del método— acepten sin resistencia este apagón informativo es, por decirlo clínicamente, un mal pronóstico.
El CMD posee una naturaleza combativa, casi inmunológica: cuando detecta una anomalía, reacciona. Cuando percibe opacidad, inflama. Cuando siente un proceso irregular, activa sus defensas.
Y eso es exactamente lo que ha ocurrido.
Las bases de ambos candidatos —Peña Núñez y Aquino— están en una vigilia que parece más una guardia médica extendida: agotadora, intensa y llena de incertidumbre.
Un recuento sin conteo: una biopsia sin lesión
El reglamento dice lo que todo médico entiende por lógica elemental:
Se cuentan los votos.
Se anuncian los resultados.
Se atienden los reclamos.
El orden importa. El procedimiento importa. La secuencia garantiza la pureza del proceso, su asepsia institucional.
Pero la Comisión Electoral decidió invertir el orden, como si realizar una biopsia sin detectar una lesión fuera una práctica aceptable.
La pregunta que flota entre los pasillos es casi clínica: ¿Por qué recontar lo que nunca terminaron de contar? ¿Quién pidió el recuento? Cómo sabía esa parte que debía pedirlo si oficialmente no se conocían resultados finales? Qué fuerza externa o interna puede saltar sobre el reglamento sin que alguien grite infección?
Una necrosis institucional que aún puede evitarse
El silencio no es prudencia. El silencio, en este caso, es sospecha.
Es la incubación de un problema mayor. Peor aún, es un golpe innecesario a la institución. Porque si algo ha aprendido el CMD en décadas de luchas es que la transparencia es el antibiótico más poderoso contra la desconfianza.
Como bien dijo un residente mientras observaba la vigilia: "Doctor, esto ya no es un proceso electoral... esto es una peritonitis institucional". Y tenía razón.
No es un triunfo lo que está en juego: es la credibilidad del gremio
La Comisión Electoral, presidida por Santiago Castro Ventura, tiene ahora la oportunidad —y la obligación— de actuar como un buen clínico:
- identificar la causa,
- corregir el curso,
- y evitar complicaciones.
Porque seguir postergando el anuncio de los resultados solo provoca fiebre social, inflamación emocional y riesgo de ruptura.
El país médico conoce la tendencia. Los delegados conocen el resultado. Los candidatos conocen la realidad. Solo la Comisión decide no pronunciar el diagnóstico.
Es hora de suturar la herida
La democracia no requiere milagros, solo respeto.
Respeto al voto.
Respeto al reglamento.
Respeto a la inteligencia del gremio.
Hipócrates también dijo: "La vida es corta, el arte es largo, la ocasión fugaz".
Y esta ocasión —la de salvar la credibilidad del CMD— está por agotarse.
La Comisión Electoral debe hablar.
Debe anunciar lo que todo el mundo sabe.
Debe suturar la herida antes de que la infección institucional se vuelva irreversible.
Porque un triunfo manchado no es un triunfo.
Y un silencio prolongado no es prudencia:
es negligencia.