A quien pueda interesar, y muy especialmente al Ministerio de Salud Pública (MINSAP) y a la Dirección Nacional de Higiene y Epidemiología de la República de Cuba:

Me permito desde mi posición y en representación de mi comunidad, expresar una profunda preocupación por el incremento sostenido de casos de chikungunya en diferentes provincias y municipios del país, fenómeno que está dejando tras de sí no solo cuadros febriles agudos, sino también un preocupante número de pacientes con secuelas articulares y funcionales prolongadas, e incluso varias muertes por las complicaciones sistémicas asociadas.
Durante las últimas semanas hemos observado, en la práctica médica diaria, un aumento de consultas y hospitalizaciones por cuadros virales compatibles con arbovirosis, destacándose la chikungunya por su alta carga de morbilidad. Pacientes jóvenes y trabajadores, madres de familia, estudiantes y adultos mayores presentan rigidez, mialgias y artralgias que los incapacitan durante semanas o meses, imposibilitando su reintegración laboral y afectando directamente la productividad local y el bienestar familiar.
Este escenario no puede analizarse como un fenómeno aislado. La circulación simultánea del virus en varios territorios, la expansión del vector Aedes aegypti, y el incremento de criaderos en zonas residenciales, rurales y periurbanas, indican una situación epidemiológica que requiere respuesta inmediata, estructurada y sostenida.
La chikungunya es más que un cuadro febril pasajero. Diversos estudios recientes —como los publicados en The Lancet Regional Health, Américas (2025) y en The Journal of Infectious Diseases (2024), demuestran que entre 30 y 40% de los pacientes desarrollan artralgias persistentes más allá de los seis meses, con impacto funcional y emocional considerable. En el contexto cubano, donde los recursos de rehabilitación son limitados, esto se traduce en una población crecientemente incapacitada, con un costo sanitario y social acumulativo.
Por ello, y desde una visión técnica y comprometida, considero urgente reforzar de manera inmediata las estrategias nacionales de control vectorial, saneamiento ambiental, vigilancia epidemiológica y educación comunitaria.
Cuba posee una larga tradición en el control de enfermedades transmitidas por vectores. Nuestros profesionales de la salud, técnicos de saneamiento y brigadas epidemiológicas han demostrado durante décadas su disciplina y compromiso. Sin embargo, el contexto actual exige una reactivación urgente, sostenida y coordinada de estos esfuerzos, bajo una estrategia nacional que combine ciencia, logística y participación comunitaria.
La salud pública no puede ser reactiva. Debe anticiparse. Debe prevenir. Cada día que se retrasa una acción, se multiplica el riesgo en los hogares, en las escuelas, en los centros de trabajo. El chikungunya no solo enferma: incapacita, debilita, y mina lentamente la funcionalidad de nuestro pueblo.
En nombre de la comunidad médica que represento, hago un llamado respetuoso, pero firme, al Ministerio de Salud Pública y a la Dirección Nacional de Higiene y Epidemiología a actuar con la urgencia y la organización que la situación amerita.
Es momento de retomar la ofensiva sanitaria, con la seriedad técnica que siempre ha distinguido a la medicina cubana. Porque prevenir sigue siendo —y siempre será— la forma más humana, más sabia y más económica de salvar vidas.