La muerte se basaba en la ausencia de latido cardíaco, hoy, se entiende a la muerte cerebral como el signo de cesación de vida debido a que el cerebro posee un compromiso funcional irreversible que afecta a todo el individuo.
En muchas ocasiones las personas tienen dudas sobre los conceptos "muerte cerebral" y verdadera "muerte", es allí donde durante mucho décadas se ha discutido e inclusive actualizado cada definición para reflejar realmente el punto cuando cesa la vida, pero, ¿existe diferencia real?
Muerte cerebral
Como muerte cerebral se explica la completa e irreversible destrucción de la función del cerebro tal y como la conocemos, lo que además implica la cesación de todas las actividades cerebrales y funciones vitales que este "dirige".
Sin embargo, aunque el cerebro no funcione, los órganos pueden seguir funcionando si esa persona está conectada a un respirador artificial y otros sistemas de soporte tecnológicos. ¿Vive? El flujo de sangre al cerebro se interrumpe por lo que no existe ninguna posibilidad de recuperación de la función cerebral, desde allí, el paciente está muerto, aunque siga "respirando".
Evolución de los criterios de muerte
Este tema aborda la evolución de los criterios de muerte a lo largo de la historia y realmente, hasta 1981, no se establecieron criterios claros para definir la muerte cerebral, sin embargo, gracias a los avances en medicina intensiva y trasplantes de órganos se hizo necesaria esta definición y diferenciación.
"Hasta entonces, el diagnóstico de muerte se basaba en la ausencia de latido cardíaco (asistolia), ausencia de respiración (apnea) y, en consecuencia, interrupción de la circulación sanguínea y de la oxigenación de todos los tejidos del organismo. Lo que se estableció en 1981 fue que es el cerebro cuando deja de funcionar, y no el corazón, es el órgano que define el fin de la vida", explica un informe de Harvard.
La muerte cerebral como muerte real
En la actualidad, y a partir del consenso médico, se enfatiza que la muerte cerebral se considera la muerte real de un individuo. Se explica cómo, aunque una persona en muerte cerebral pueda seguir respirando y tener circulación sanguínea con la ayuda de un respirador, este es solo un proceso artificial y no cambia la condición de muerte cerebral irreversible.
Además, en el momento en que el respirador se desconecta y deja de llegar oxígeno a los órganos, ahí se produciría la muerte real, aunque la realidad es que ese paciente, en términos médicos, ya había muerto.
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