El acompañamiento psicológico y el enfoque multidisciplinario desde el primer día son clave para que el paciente no solo sobreviva, sino que aprenda a vivir con la enfermedad sin que esta lo defina.
Por: Katherine Ardila
En el panorama actual de la oncología, el cáncer renal representa cerca del 3% de todos los diagnósticos oncológicos a nivel global, con aproximadamente 400,000 nuevos casos reportados cada año según la Organización Mundial de la Salud.
Sin embargo, detrás de estas cifras estadísticas se esconden historias humanas que requieren una perspectiva que trascienda lo meramente clínico.
Precisamente este fue el eje central del más reciente programa Expertos en Salud, donde la doctora Diana Vargas, nefróloga del Hospital Universitario San Ignacio, compartió su visión humana sobre el manejo de esta patología.
El impacto emocional del cáncer de riñónEl momento del diagnóstico marca un punto de alto impacto en la vida de cualquier paciente oncológico, y el cáncer renal no es la excepción.
Según estudios publicados en el Journal of Clinical Oncology, hasta el 35% de los pacientes con cáncer renal desarrollan trastornos de ansiedad o depresión clínicamente significativos durante el primer año post-diagnóstico.
Frente a esta realidad, la doctora Vargas comentó: "Definitivamente somos personas y esta es una situación que nos puede pasar en cualquier momento a cualquiera de nosotros".
"Siempre tratamos de buscar un por qué, por qué me dio cáncer renal, por qué tengo tumor, por qué tengo enfermedad renal y definitivamente esa respuesta no la tenemos".
No obstante, recomendó qué, aunque no es fácil, lo más saludable es reorientar esta energía emocional hacia aspectos más constructivos: "Es importante reconocer la enfermedad, pero también hay que reconocer que tenemos opciones de tratamiento".
Innovaciones quirúrgicas para preservar la función renalEn la última década, los avances en técnicas quirúrgicas han mejorado y actualizado el manejo del cáncer renal. Las llamadas "cirugías ahorradoras de nefronas" permiten hoy preservar hasta el 90% del tejido renal sano en casos seleccionados, según datos de la Sociedad Americana de Oncología Clínica.
Sobre este punto, la doctora Vargas explicó: "Afortunadamente los riñones son órganos pares, pueden quitarnos un riñón, pero tengo cómo cuidar el otro. La tarea que nos queda es cuidar y preservar el tejido renal y el riñón que, digamos, queda funcional".
Estos procedimientos mínimamente invasivos han reducido el tiempo de recuperación, permitiendo a los pacientes retomar sus actividades cotidianas en plazos notablemente más cortos. "Se pueden hacer cirugías mucho más pequeñas, cirugías ahorradoras de nefronas en las que se preserva tejido renal, y eso tiene impacto a largo plazo", destacó la especialista.
Rehabilitación y calidad de vida: más allá de la supervivenciaAhora bien, si hablamos de avances en términos de salud, las lianas terapéuticas que recientemente han salido, se han reconocido por mejorar el pronóstico del cáncer renal.
La incorporación de inmunoterapias y terapias dirigidas han elevado la tasa de supervivencia a cinco años hasta en un 75% para casos detectados en etapas tempranas.
Sin embargo, como bien señaló la doctora Vargas, el verdadero éxito del tratamiento se mide en términos de calidad de vida: "Hay que vivir para la enfermedad o con la enfermedad, eso es una cosa que a veces uno se cuestiona un montón".
"Yo siempre les digo, no hay que estar pensando todo el tiempo, me voy a morir, tengo cáncer. El cáncer renal, afortunadamente, tiene tratamiento y si está en un estadio, por ejemplo, avanzado, pues tenemos hoy en día muchas opciones de tratamiento e inmunoterapia que han venido a cambiar los desenlaces".
El acompañamiento psicológico: una necesidad desde el primer díaLa intervención temprana de salud mental ha demostrado mejorar significativamente la adherencia al tratamiento y los resultados clínicos. La doctora Vargas fue clara al respecto: "Importantísimo acompañar al paciente, acompañar a la persona y acompañar a la familia con el diagnóstico de cáncer, porque es todo un grupo trabajando con un diagnóstico".
Este acompañamiento debe ser activo y continuo: "Yo creería que desde el momento del diagnóstico, incluso desde los factores de riesgo, desde la intervención, porque si no, si la mente no está bien, el cuerpo no está bien".
La especialista concluyó con un mensaje esperanzador pero realista: "Luego hay que aprender a vivir con la enfermedad, pero no para la enfermedad. Y eso es importante, quizás, para que todo el mundo lo sepa, porque los avances han traído muchos cambios en la calidad de vida de los pacientes".