Una vez que la persona se infecta, el virus permanece para siempre en el cuerpo humano.
Por: Luisa Ochoa
Se estima que en Estados Unidos, el herpes genital lo padece una de cada seis personas entre los 14 y 49 años. Esta enfermedad de transmisión sexual se transmite de una persona infectada a otra a través del contacto sexual. Una vez ocurre el contagio, el virus permanece en las células nerviosas del cuerpo para siempre.
Esta enfermedad es más común en las mujeres que en los hombres y afecta la piel y las mucosas de los genitales. Para diferenciarla, existen dos tipos del virus del herpes simple (VHS).
Uno es el virus del herpes simple tipo 1, el cual afecta con frecuencia la boca, los labios y causa úlceras bucales o ampollas. Y también se puede trasmitir de la boca a los genitales durante el sexo oral. Mientras que el virus del herpes simple tipo 2, casi siempre causa el herpes genital y se transmite a través del contacto piel con piel o por secreciones genitales.
Principales síntomas del herpes
El virus del herpes puede ser más grave en los recién nacidos o en personas que tienen un sistema inmunitario debilitado y la mayoría de veces las personas contagiadas no presentan síntomas o evidencian manifestaciones leves.
Es importante indicar que el primer brote ocurre entre dos días a dos semanas después de infectarse y entre los síntomas más frecuentes se encuentran: la aparición de ampollas dolorosas con un líquido claro, hormigueo, picazón, dolor o ardor en el lugar donde aparecen las ampollas, dificultad al orinar, flujo vaginal y signos de malestar general.
Por lo general, las ampollas se presentan en los genitales externos, como la vagina, cuello uterino, pene, escroto, alrededor del ano, los músculos, glúteos, e inclusive pueden salir en la lengua, boca, labios y los dedos de las manos. Asimismo, cuando las ampollas se rompen, dejan úlceras dolorosas que sanan en un periodo estimado de siete a catorce días.
El estrés físico o emocional, la menstruación y otras enfermedades que padezca el paciente pueden reactivar el virus si llegase a estar latente por un largo periodo de tiempo.
Los brotes no ocurren de la misma forma en todas las personas, algunas pueden portar el virus a pesar de no tener síntomas, otras pueden presentar un solo brote o también pueden evidenciar brotes regulares.
¿Cómo se diagnostica la enfermedad?
El diagnóstico de la enfermedad se realiza mediante el examen físico, visualizando las ampollas y las úlceras. Sin embargo, también se emplean estudios posteriores para confirmarlo.
Los exámenes incluyen:
Cultivo del líquido de una ampolla o úlcera cutánea
Reacción en cadena de la polimerasa (RCP) en el líquido de una ampolla.
Exámenes de sangre (anticuerpos séricos)
De acuerdo con la literatura médica, la reacción en cadena de la polimerasa es el examen más preciso para determinar si el virus del herpes está presente en la ampolla. Por otro lado, el examen de sangre busca anticuerpos contra el virus del herpes simple 1 o 2, pero no detecta el virus en sí.
Alrededor del 70 % de los pacientes adultos ha sido infectado con el VHS-1 y tiene anticuerpos contra el virus. También se estima que entre el 20 y 50 % de los adultos presenta anticuerpos contra el VHS-2.
Tratamientos actuales contra el herpes
Pese a que esta enfermedad de transmisión sexual no tiene un tratamiento curativo, existen medicamentos antivirales que pueden aliviar los síntomas durante el brote y ayudan a curar de forma rápida las úlceras, disminuyendo el riesgo de contagio.
Expertos señalan que en el brote agudo, el tratamiento debe ingerirse durante 7 a 10 días, tan pronto como aparezcan los primeros síntomas. No obstante, las personas que padecen muchos brotes pueden tomarlo diariamente para prevenirlos.
También existen diferentes medidas de cuidado para reducir los brotes en las zonas genitales.
Tomar medicamentos antivirales todos los días.
Adoptar medidas para mantener el sistema inmunitario saludable, como: comer alimentos saludables, dormir lo suficiente, mantener el estrés controlado y protegerse de climas extremos.
¿Cómo se puede prevenir?
Las recomendaciones médicas están orientadas al uso correcto de los preservativos tanto femeninos como masculinos; realizar pruebas de detección, aunque las personas nunca hayan tenido un brote; evitar las relaciones sexuales si hay úlceras en los genitales o la boca, no compartir toallas, cepillos de dientes o artículos de uso personal, y considerar tomar medicamentos antivirales diariamente para limitar la transmisión.
Si la persona está infectada, puede tomar analgésicos-antiinflamatorios como paracetamol, ibuprofeno o ácido acetilsalicílico para aliviar el dolor; aplicar compresas frías en las llagas varias veces al día para aliviar el dolor y la picazón; lava suavemente las llagas con jabón y agua y usar ropa interior de algodón holgada.
Posibles complicaciones del herpes
El herpes puede generar múltiples complicaciones durante el embarazo y proceso de parto, ya que, aumenta el riesgo de abortos espontáneos, parto prematuro y herpes neonatal.
En las mujeres embarazadas, si se produce un brote (infección activa) cerca del momento del parto, se recomienda practicar una cesárea para reducir la probabilidad de contagiar al bebé.
Por otra parte, en las personas que tienen un sistema inmunitario debilitado (debido al VIH o algunos tratamientos inmunodepresores), el virus se puede propagar a otras partes del cuerpo, como el cerebro, los ojos, el esófago, el hígado, la médula espinal o los pulmones.
Además, el herpes genital puede causar llagas en la mucosa de la boca, de la vagina y del recto, que pueden sangrar fácilmente. Cuando las llagas entran en contacto con la boca, la vagina o el recto durante las relaciones sexuales, se incrementa el riesgo de transmitir o contraer el VIH si la pareja sexual tiene el virus.
Fuente consultada aquí.