Divide su tiempo entre su relación con Dios, ayudar a los demás, sus pacientes, su esposa, tres hijos, seis nietos, jugar baloncesto y cantar karaoke.
Cuando se trata de agradecer, el dermatólogo Néstor Sánchez no tiene reparos en decir que el mayor agradecimiento de sus logros personales y profesionales se los debe a Dios, pues afirma que todo lo que ha pedido se le ha concedido y hasta multiplicado.
Por eso, durante años no solo se ha dedicado a sanar las afecciones dermatológicas de los puertorriqueños, particularmente los de la zona central y sur del país, sino que con iniciativas como el Hogar Divino Niño Jesús, que albergó niños con HIV hasta el 2002, la Fondita Divino Niño Jesús que alimenta y provee ropa a personas sin hogar en su pueblo natal de Aibonito y un próximo hogar para envejecientes, este doctor trata de devolver un poco de lo que ha recibido en la vida.
"El dar te da la felicidad que ninguna otra cosa te da. Mientras más tú das, Dios te da más, te triplica o cuadriplica lo que tú das. Ese es mi consejo (para los demás) que prueben (dar) y verán la felicidad. El dar y el sanar también como médico cuando uno cura a los pacientes... el sanar al paciente es algo grande, algo divino, y eso nos provee felicidad", dijo Sánchez, quien tiene más de 40 años de experiencia en dermatología, rama de la medicina que se especializa en estudiar y tratar las enfermedades de la piel.
Inaugura una clínica de dermatólogos en el sur
Y sus ganas de trabajar para futuras generaciones de dermatólogos tampoco se detienen. Luego de jubilarse hace unos meses del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, ha dedicado todo su empeño a establecer una Clínica de Dermatología en la Escuela de Medicina de Ponce, la cual inauguró en los pasados días.
"Me di cuenta que no era suficiente el número de dermatólogos que había en Puerto Rico. Por ejemplo, si tú llamas a un médico hoy y le dices tengo un lunar atípico, estoy preocupado, te dicen venga en ocho meses. En ocho meses tú puedes morir. Los otros días vi yo un paciente de enfisema que se murió porque la cita era demasiado lejos. En mi oficina, si usted va hoy, yo la veo hoy, no importa a la hora que yo salga. La clave es que el paciente que llega a mi oficina yo le hago todo el mismo día, hasta una biopsia y así no tenemos el problema de citas para largo plazo. Y (lamentablemente) somos pocos dermatólogos en el sur", admite el galeno, quien es graduado del Albert Einsten College of Medicine, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico y cuenta con una subespecialidad en Dermatopatología de la Universidad de Harvard.
Para Sánchez, el principal problema en Puerto Rico respecto a la especialidad de dermatología es que apenas se entrenan de dos a tres dermatólogos al año, lo que complica la situación para los pacientes al no tener tantos lugares a donde acudir para atenderse en momentos de una descompensación o emergencia.
"Solamente se entrenan dos, lo máximo tres dermatólogos por año en el Recinto de Ciencias Médicas y la mitad de ellos a veces se va para Estados Unidos. Y Miami y Florida están tan cerca que montan sus prácticas, tienen mejor educación, mejores beneficios para su familia y se van. Queremos que haya más dermatólogos en Puerto Rico y que esa hecatombe de una cita dentro ocho meses, pase", señala el doctor.
Dr. Sánchez, durante su práctica.
A los que más admira
Siente una gran admiración por su hermano mayor, pues en el aspecto profesional dice ha sabido destacarse como dermatólogo y en otros puestos académicos y administrativos que le han ganado su total respeto. Pero en lo espiritual tiene dos.
"En el aspecto espiritual mi ejemplo es Jesucristo y en la tierra San Francisco de Asís, pues, ese se despojó de lo terrenal y se hizo un siervo de Dios. San Francisco de Asís es mi ídolo. Mujer: María y mi mamá", menciona el dermatólogo, cuyos proyectos son un hogar sin fines de lucros para ancianos y un nuevo libro sobre dermatología donde recopilará varios artículos que ha escrito.
Finalmente, recalca que todos sus planes se los encomienda a Dios y por eso agradece que siempre se los conceda. "Cuando tú encomiendas a Dios las cosas, solamente Dios te las puede conceder. Si no lo pides, no lo vas a lograr", subraya el experimentado dermatólogo.