Un aspecto muy valorado por las mujeres es cómo el parto afectará la calidad de la vida sexual futura.
Un estudio reciente realizado en Buenos Aires y publicado en la revista científica BMC Pregnancy and Childbirth (Bio Med Central) revela que la gran mayoría de las mujeres encuestadas (93%) expresó su preferencia por tener un parto normal (vaginal).
Los resultados del estudio, que se basaron en encuestas realizadas a 400 embarazadas sanas que recibieron atención médica en hospitales públicos y privados, también indican que el 37% de las mujeres encuestadas terminó teniendo una cesárea (34% en hospitales públicos y 40% en instituciones privadas). Estas cifras sugieren una desconexión entre las preferencias de las mujeres y las prácticas obstétricas actuales en algunos hospitales en Buenos Aires.
La información se desprende de una investigación que llevó adelante el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS), una organización académica afiliada a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) que se dedica a investigación en salud y que este año se constituyó como una unidad ejecutora del CONICET.
Si bien no existen estadísticas oficiales, diversos estudios señalan que las cesáreas en Argentina están alrededor del 40 por ciento de los nacimientos, motivo por el cual la investigación publicada en BMC cobra particular relevancia.
"Este trabajo del IECS desmitifica la idea de que las elevadas tasas de cesáreas se deben a que son las mujeres las que prefieren esa modalidad. Está claro que sólo una minoría quiere ser operada", asegura el Dr. Fernando Althabe, obstetra, investigador del IECS y uno de los autores del artículo publicado por BMC. Según el especialista, este estudio está en consonancia con lo que sucede en otros países.
Otro estudio
Un estudio a nivel mundial publicado en 2011 en el International Journal of Obstetrics and Gynaecology dio cuenta de que la tasa de preferencia de cesárea es del 15,6%.
El estudio del IECS permitió también conocer los motivos por los cuales el 7% de las embarazadas (8% del sector público y 6% del privado) no quiere tener un parto vaginal. Las razones son el miedo al dolor y la seguridad que creen que les brindaría no parir normalmente.
Al respecto, Althabe señala: "Los cuerpos profesionales (obstetras, parteras, etc.) pueden orientar y contener a las mujeres para reducir el miedo lógico que genera un parto. Se puede contener afectivamente y proveer información explicando, por ejemplo, que existen mecanismos para controlar el dolor al que tanto se le teme. Por otro lado, hay que desmitificar que la cesárea suprime el dolor. Esa operación resulta dolorosa para la madre en el post-parto y tiene una recuperación mucho más lenta que el parto vaginal".
Con respecto a la seguridad, Althabe explica: "La cesárea es un procedimiento quirúrgico que busca solucionar o prevenir un problema. Aplicarla sin que exista un problema (sin justificación médica) puede no producir ningún beneficio o, peor aún, ocasionar un daño".
Un gran tabú: La sexualidad de las madres
En un estudio que consultó a 400 mujeres sanas y sin complicaciones entre 18 y 35 años en su tercer trimestre de embarazo, se indagó sobre su preferencia entre el parto vaginal y la cesárea, así como los factores que más valoraban en su elección. Mediante un modelo de elección discreta, se encontró que la calidad de vida sexual futura es el factor más importante para las mujeres.
Se descubrió que los factores que más valoraron las embarazadas (en orden de importancia) son:
La calidad de su vida sexual futura
Tener una rápida recuperación post-parto
Sentir el menor dolor posible
Evitar las episiotomías (los cortes en el canal de parto)
Poder programar la fecha del parto
"La sexualidad no es un aspecto sencillo de abordar cuando se realiza una encuesta. Las embarazadas ante una pregunta abierta no lo mencionaron. Cuando indagamos al respecto, mediante una metodología específica, se descubrió que para las mujeres es el factor al que consideraban más importante a la hora de pensar qué modalidad de parto iban a elegir", amplió Mazzoni.
Cabe señalar que hay una creencia popular que indica que las mujeres operadas, pasados los primeros tres meses del nacimiento, preservan su vida sexual como antes de embarazarse. "Esa afirmación no tiene una demostración científica", advierten Althabe y Mazzoni.
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