De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística , las enfermedades oncológicas fueron responsables en 2016 del deceso de 112.939.
De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), las enfermedades oncológicas fueron responsables en 2016 del deceso de 112.939 personas en nuestro país, siendo esta cifra únicamente superada por la atribuida a las enfermedades cardiovasculares –119.778 muertes–. Una elevada mortalidad asociada al cáncer que se explica no tanto por la aparición de un tumor, sino por la capacidad que tienen las células cancerígenas de migrar e invadir otros órganos –el proceso denominado ‘metástasis’–. De hecho, las metástasis son responsables de cerca de un 90% de todas las muertes por cáncer. Pero, ¿no hay nada que se pueda hacer para evitar esta diseminación del cáncer por el organismo? Pues no. A día de hoy no existe ningún medicamento capaz de prevenir las metástasis. Sin embargo, esta situación podría cambiar en un futuro inmediato. Y es que investigadores de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern en Chicago (EE.UU.) han desarrollado un fármaco capaz de frenar, y mucho, la expansión de las células cancerígenas. ¿Su nombre? ‘Metarrestina’.
Concretamente, el estudio, publicado en la revista «Science Translational Medicine», muestra cómo la metarrestina es capaz de reducir de forma muy significativa las metástasis derivadas del cáncer de mama, de páncreas y de próstata. O así sucede, cuando menos, en modelos animales –ratones– a los que se les han trasplantado tumores humanos. Tal es así que el fármaco ya ha sido presentado a la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) para que autorice la puesta en marcha de un ensayo clínico para evaluar su eficacia en pacientes humanos.
Como explica Sui Huang, directora de la investigación, «la metarrestina es como una ‘bomba sucia’ contra el cáncer. Un fármaco que podría mejorar el pronóstico de los pacientes con tumores sólidos que presentan una elevada probabilidad de expandirse a otros órganos».
Monstruos con múltiples cabezas
El trabajo de investigación de Sui Huang se inició hace dos década y media, cuando a la edad de 12 años perdió a su madre por culpa de un cáncer de ovario y se comprometió a consagrar su vida a evitar que otros niños tuvieran que sufrir una pérdida tan dolorosa. Una labor que, entre otros frutos, permitió la identificación a finales de los 90 del ‘compartimento perinucleolar’ (PNC) como marcador de la capacidad que tienen las células cancerígenas de convertirse en metastásicas. O como alude la propia investigadora, «en monstruos con múltiples cabezas».
En palabras de Sui Huang, «el cáncer metastásico es una bestia que es completamente diferente, o casi, a las células normales. Y actuar sobre un única ‘cabeza’ no es suficiente para detener al cáncer metastásico».
La metarrestina podría mejorar el pronóstico de los pacientes con tumores sólidos con una elevada probabilidad de expandirse a otros órganos"
A día de hoy, la mayoría de tumores primarios pueden ser tratados de forma eficiente mediante la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia, por lo que no resultan letales. De hecho, y además de por los avances en el diagnóstico temprano, la supervivencia asociada al cáncer ha mejorado significativamente en las últimas dos décadas gracias a las nuevas combinaciones terapéuticas. Pero en caso del cáncer metastásico, la supervivencia sigue siendo prácticamente la misma.
Como refiere Sui Huang, «lo que mata a la gente es la expansión del cáncer a otros órganos, por ejemplo cuando el cáncer se extiende al cerebro, al hígado, a los pulmones o a los huesos».
Por tanto, es necesario desarrollar, y con urgencia, fármacos capaces de prevenir las metástasis. Y para ello, estos fármacos no deberían limitar su acción a un único gen, sino actuar sobre los múltiples factores –o ‘cabezas’– de las células metastásicas. Y aquí entra en juego la metarrestina.
Prevenir las metástasis
La presencia de PNC en el tumor primario se correlaciona directamente con la capacidad de las células cancerígenas de diseminarse por el organismo. Así, y cuanto mayor sea el nivel de PNC en el tumor primario, peor será el pronóstico del paciente. Por tanto, de lo que se trataba era de encontrar una molécula capaz de unirse a las células portadoras de PNC y aniquilarlas. Y para ello, los investigadores evaluaron más de 140.000 compuestos con posibilidades de lograrlo.
Como indica la directora de la investigación, «nuestro objetivo era encontrar un compuesto mágico que atacara al monstruo en múltiples partes. Que no solo golpeara su cabeza, sino que también golpeara sus garras, sus colmillos y su cola».
Los autores hallaron un compuesto ‘prometedor’ y lo modificaron para que fuera aún más efectivo, lo que dio como resultado final el desarrollo de la metarrestina. Pero, ¿funciona? Pues para averiguarlo, recurrieron a un modelo animal –ratones– al que inocularon células de distintos tipos de cáncer humanos. O lo que es lo mismo, sometieron a los animales a un trasplante –o más exactamente, a un ‘xenotrasplante’ dado que se trata de un trasplante entre especies diferentes– en el que los injertos eran tumores humanos. Y una vez hecho esto, administraron metarrestina a los animales. ¿Y qué pasó? Pues que comparados frente a sus homónimos que no recibieron el tratamiento –el consabido ‘grupo control’–, los ratones tratados con el fármaco presentaron un número significativamente inferior de tumores metastásicos en el hígado y los pulmones.
Como concluye Sui Huang, «nuestro trabajo representa una nueva estrategia para el desarrollo de fármacos anticancerígenos. Se trata de buscar un compuesto que, si bien de forma potencial, pueda actuar sobre múltiples dianas relevantes que promueven las metástasis»