Irregularidad en los horarios de las comidas durante los fines de semana, denominada por los autores como eating jet lag, podría estar relacionada con un aumento en el índice de masa corporal (IMC); una fórmula que relaciona el peso con la altura para determinar si se tiene un peso saludable.
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Un nuevo estudio de la Universidad de Barcelona (UB) ha concluido que la irregularidad en los horarios de las comidas durante los fines de semana, denominada por los autores como eating jet lag, podría estar relacionada con un aumento en el índice de masa corporal (IMC); una fórmula que relaciona el peso con la altura para determinar si se tiene un peso saludable.
Estos resultados se publicaron en la revista Nutrients. Se obtuvieron independientemente de factores como la calidad de la dieta, el nivel de actividad física. También el jet lag social (la diferencia en los horarios de sueño durante el fin de semana). O el cronotipo (la predisposición natural a un determinado horario de sueño y vigilia).
Según los investigadores, se trata del primer trabajo que demuestra la importancia de la regularidad en los horarios de las comidas —incluyendo fines de semana— para el control del peso. También podría ser un elemento a tener en cuenta como parte de las pautas nutricionales para prevenir la obesidad. El estudio, conjuntamente liderado por María Izquierdo Pulido y Trinitat Cambras, es parte de la tesis doctoral de María Fernanda Zerón Rugerio, primera autora del artículo.
Detalles del estudio
En los últimos años se ha demostrado que el cuerpo asimila de manera diferente las calorías en función de la hora del día. Por ejemplo, comer o cenar tarde se ha relacionado con un mayor riesgo de obesidad. Según explica Izquierdo Pulido, “esta diferencia está relacionada con nuestro reloj biológico, el cual organiza temporalmente nuestro organismo para asimilar y metabolizar las calorías que consumimos durante el día”. Por la noche, sin embargo, “prepara al cuerpo para el ayuno que se produce mientras dormimos”.