¿Es ético utilizar los descubrimientos científicos nazis para salvar vidas?

Investigaciones sobre la hipotermia, la hipoxia y la deshidratación, así como agentes neurotóxicos como el tabún, la metadona y las metanfetaminas, fueron realizados con humanos en campos de concentración.

Por: Medicina y Salud Pública


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En la búsqueda de un ángulo local en el 50º aniversario de la llegada del hombre a la Luna, la estación de noticias WTOP de Washington DC publicó una elogiosa biografía del "brillante" ingeniero aeroespacial Wernher von Braun, quien fue enterrado cerca de la ciudad de Alexandria en Virginia, Estados Unidos, en 1977. Sin embargo, el artículo causó gran polémica y fue eliminado rápidamente. ¿La razón? Que no se había mencionado que él era nazi.

"Hay pocos rincones del progreso científico que no hayan sido empañados, en algún momento de su historia, por un comportamiento inmoral o poco ético", plantea una publicación de BBC.

Física, biología, zoología, medicina, psicología, antropología, genética, nutrición, ingeniería… Todos están plagados de descubrimientos hechos en circunstancias que pueden describirse como poco éticas y hasta ilegales.

¿Cómo deberíamos sentirnos haciendo uso de ese conocimiento, especialmente cuando podría ser de gran ayuda para la civilización e incluso salvar vidas?

La presencia de von Braun en el programa Apolo no fue un caso atípico.

Más de 120 científicos e ingenieros alemanes se unieron a él, incluido su compañero de las SS, el oficial Kurt Debus (quien se convirtió en director del Centro de Operaciones de Lanzamiento de la NASA) y Bernhard Tessmann (diseñador del colosal edificio para el ensamblado vertical de vehículos espaciales en lo que actualmente es el Centro Espacial Kennedy).

Ellos estaban entre los 1.600 científicos que fueron reclutados por espías al final de la Segunda Guerra Mundial, como parte de la Operación Paperclip, lo que les otorgaba protección ante un posible enjuiciamiento y un salvoconducto para ingresar a Estados Unidos y permiso para proseguir su trabajo.

Polémicos aportes

Las fuerzas aliadas también se sirvieron de otras innovaciones nazis.

Agentes neurotóxicos como tabún y sarín (que impulsarían el desarrollo de nuevos insecticidas, así como armas de destrucción masiva), la cloroquina antipalúdica, la metadona y las metanfetaminas, la investigación médica sobre hipotermia, hipoxia, deshidratación y más, fueron todos producidos a partir de experimentos con humanos realizados en campos de concentración.

Los tableros de aglomerados, algunas formas de caucho sintético y el refresco Fanta también fueron desarrollados por los alemanes bajo el régimen nazi.

También pasó en Estados Unidos

Pero esto estaba lejos de ser un caso excepcional de investigación poco ética en la historia de la ciencia.

Durante 40 años, a partir de 1932, investigadores de la Universidad de Tuskegee en Alabama rastrearon el progreso de la sífilis en cientos de hombres negros pobres, ninguno de los cuales había recibido jamás un diagnóstico o tratamiento, pese a que el antibiótico de la penicilina que podría curar la enfermedad estaba ya disponible en aquel momento.

En un estudio relacionado, médicos estadounidenses en la década de 1940 infectaron intencionalmente a pacientes con infecciones de transmisión sexual para estudiar estas enfermedades. Conscientes del escándalo que esto podría provocar, los experimentos se realizaron en Guatemala.

De 1955 a 1976, en lo que se conoció como "El desafortunado experimento", cientos de mujeres con lesiones precancerosas fueron dejadas sin tratamiento para ver si desarrollaban cáncer cervical. Los detalles del estudio solo salieron a la luz tras una denuncia de dos defensoras de la salud de las mujeres, Sandra Coney y Phillida Bunkle.

El estudio, que se desarrolló en Nueva Zelanda, quería comprobar unas teorías sobre la importancia de la intervención temprana, pero una pesquisa posterior sobre esta investigación realizada por la jueza Silvia Cartwright criticó el tratamiento de los pacientes por parte de los médicos que llevaron a cabo el estudio.

La vacuna contra la polio, además de muchos otros avances médicos, debe su existencia a las células humanas que fueron tomadas de Henrietta Lacks sin contar con su conocimiento o consentimiento.

Ella nunca recibió ninguna compensación. La línea celular cultivada a partir de esas muestras iniciales se ha utilizado en innumerables investigaciones sobre drogas, toxinas, virus y también para estudiar el genoma humano.

En la década de 1950, Robert G Heath fue pionero en el uso de electrodos implantados en el cerebro en un intento por cambiar la orientación sexual. Hoy en día, una tecnología similar es utilizada como tratamiento para la epilepsia, la enfermedad de Parkinson y el cordón neuronal anunciado recientemente por Elon Musk.

Dilema ético en descubrimientos científicos

No es controversial afirmar que estos experimentos jamás debieron haber ocurrido. Pero ahora que sucedieron, ¿qué debe hacerse con la información obtenida?



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