Este umbral se considera crucial para la mejora histológica en la actividad de la esteatohepatitis no alcohólica, así como la resolución de la esteatohepatitis no alcohólica y la progresión del estadio de fibrosis hepática.
Por: Mariana Mestizo Hernández
La enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD) representa una preocupación creciente para la salud pública debido a su asociación con la obesidad y otras condiciones metabólicas.
En este contexto, el entrenamiento físico ha emergido como una estrategia clave en el tratamiento de la NAFLD. Sin embargo, persiste la incertidumbre en cuanto a si el entrenamiento físico puede lograr mejoras clínicamente significativas en la grasa acumulada en el hígado, lo que justifica una revisión sistemática y un metanálisis exhaustivos.
Método de investigación
Este estudio involucró la identificación y análisis de ensayos controlados aleatorios que incluyeron a adultos diagnosticados con NAFLD, hasta marzo de 2022. Se compararon dos grupos: uno sometido a entrenamiento físico y otro sin intervención de entrenamiento físico.
El resultado primario evaluado fue una reducción relativa de al menos el 30 % en la grasa hepática medida a través de imágenes de resonancia magnética (MRI). Este umbral se considera crucial para la mejora histológica en la actividad de la esteatohepatitis no alcohólica, así como la resolución de la esteatohepatitis no alcohólica y la progresión del estadio de fibrosis hepática. Además, se realizaron análisis para evaluar la influencia de diferentes dosis de ejercicio.
Hallazgos
Los resultados se basaron en la inclusión de catorce estudios que abarcaban a un total de 551 participantes. La población de estudio tenía una edad promedio de 53,3 años y un índice de masa corporal promedio de 31,1 kg/m^2.
Los hallazgos fundamentales indicaron que los individuos sometidos a entrenamiento físico tenían una probabilidad significativamente mayor de lograr una reducción relativa de al menos el 30 % en la grasa hepática medida por resonancia magnética en comparación con aquellos en el grupo de control (odds ratio 3.51, intervalo de confianza del 95 % 1.49–8.23, P = 0.004).
Adicionalmente, se observó que la magnitud de la dosis de ejercicio era relevante para alcanzar una respuesta al tratamiento significativa.
Específicamente, una dosis de ejercicio de al menos 750 equivalentes metabólicos de tarea minuto/semana (por ejemplo, 150 minutos a la semana de caminata rápida) se asoció con una respuesta al tratamiento significativa (odds ratio de respuesta de MRI 3,73, intervalo de confianza del 95 % 1,34–10,41, P = 0,010), mientras que dosis menores de ejercicio no producían el mismo efecto.
Un aspecto notable es que la respuesta al tratamiento en términos de la reducción de la grasa hepática se mantuvo independiente de la pérdida de peso corporal clínicamente significativa, definida como una disminución superior al 5 % del peso corporal.
Beneficios de la actividad física
En resumen, los resultados de este estudio proporcionan evidencia sustancial de que el entrenamiento físico está positivamente asociado con la probabilidad de alcanzar una respuesta al tratamiento clínicamente significativa en la grasa hepática medida por resonancia magnética en pacientes con NAFLD.
Además, es importante destacar que este beneficio se logra independientemente de la pérdida de peso corporal, lo que subraya la relevancia del entrenamiento físico como una estrategia terapéutica en esta población.
Asimismo, se identificó que una dosis de ejercicio de al menos 750 equivalentes metabólicos de tarea minuto/semana es necesaria para obtener una respuesta al tratamiento en la grasa hepática, lo que respalda la importancia de una prescripción adecuada de la actividad física en pacientes con NAFLD.
Estos hallazgos pueden tener implicaciones significativas en la gestión de la enfermedad del hígado graso no alcohólico y respaldan la promoción del ejercicio como parte integral de las estrategias terapéuticas para todos los pacientes con NAFLD.
Fuente consultada aquí.