Paciente pediátrica presenta ictus mientras hace senderismo con dolor de cabeza súbito y hemiparesia

Los ictus pediátricos pueden dividirse en infantiles y perinatales, siendo estos últimos más comunes que los ACV en niños de entre los 29 días de edad y 18 años.

Por: María Camila Sánchez


Una paciente de nueve años, se encontraba haciendo senderismo y de forma súbita inició con dolor en toda la cabeza de intensidad 5/10 con posterior pérdida del equilibrio e incapacidad para deambular por no poder movilizar el lado izquierdo del cuerpo. 

Doce horas después, es llevada a un centro hospitalario donde es valorada por el Servicio de Urgencias, en donde se realiza inicialmente tomografía de cráneo y posteriormente resonancia magnética.

En la resonancia magnética de la paciente se detectó isquemia en las áreas de la arteria cerebral media, M1, M2, ínsula, núcleo lenticular y caudado. 

Se siguió el manejo convencional como parte del enfoque integral y se pidió una evaluación al Servicio de Cardiología Pediátrica. Este servicio diagnosticó un foramen oval permeable, identificado como un factor de riesgo para ictus.

La población pediátrica con trastornos cardíacos puede desarrollar estos eventos por efectos protrombóticos de enfermedades crónicas, infecciones, condiciones como anemia por deficiencia de hierro e inflamación persistente de bajo grado.

Accidentes cerebrovasculares en la población pediátrica

En la población pediátrica, los accidentes cerebrovasculares son muy poco frecuentes, en comparación con la incidencia de estos en adultos. Según la literatura médica, se reportan entre 2 y 3 casos por cada 100.000 infantes de entre 0 y 15 años.

También está la posibilidad de que se produzcan ictus perinatales que, de hecho, son mucho más comunes que los ictus en niños mayores, y suelen presentarse entre las 20 semanas de gestación, y el día 28 después del nacimiento. Por otro lado, los ictus infantiles suelen ocurrir entre los 29 días tras el parto, y los 18 años de edad.

Síntomas de un accidente cerebrovascular

La sintomatología que se presenta en la población pediátrica es similar a la que manifiestan los adultos, por ejemplo hemiparesia (parálisis parcial en un lado del cuerpo), debilidad hemifacial (de un lado del rostro), que pueden llegar a afectar del 67% al 90% de los casos, así como la alteración del habla o del lenguaje que afecta del 20% al 50% de los pacientes.

Entre el 10% y el 15% de los pacientes puede experimentar alteraciones visuales, y del 8% al 10%, experimenta ataxia (deterioro en el equilibrio o la coordinación).

En pacientes pediátricos, pueden presentarse síntomas no especificados, como el dolor de cabeza y alteración del estado mental. Se estima que entre el 15% y 25% de los pacientes pediátricos que desarrollan un accidente cerebrovascular, podrían presentar convulsiones al inicio del evento, especialmente en pacientes menores de 6 años.

Detección de los accidentes cerebrovasculares

En estos casos, las pruebas de imágenes urgentes son primordiales para diagnosticar el ictus de forma rápida, e iniciar la intervención de manera oportuna. Por lo general, suele realizarse una resonancia magnética del cerebro para identificar los ictus hemorrágicos o isquémicos.

La literatura médica clasifica a la etiología de los ictus pediátricos dentro de diferentes categorías, como perinatal/neonatal, cardiogénico, arteriopático, protrombótico e idiopático/criptogénico. Esto, con el objetivo de adaptar el tratamiento y estimar el pronóstico. 

Tratamiento de un ICTUS

El tratamiento inicial siempre incluye el ABC. Las estrategias actuales para tratar el ictus infantil se basan en datos tanto pediátricos como de adultos. Estas estrategias comprenden el manejo de la hipertensión y la corrección de la hipotensión arterial, el control de la hiperglucemia y la fiebre, y la vigilancia para prevenir complicaciones como el edema cerebral y las crisis convulsivas.

Aunque se sabe poco sobre cómo las medidas de cuidado de apoyo pueden afectar la isquemia cerebral pediátrica, se suelen utilizar métodos tradicionales de neuroprotección cerebral.

Por otro lado, el tratamiento hiperagudo del ictus isquémico (recanalización, incluyendo activador del plasminógeno tisular intravenoso/intraarterial y trombectomía endovascular) en pacientes pediátricos es controvertido debido a la falta de datos de ensayos clínicos en esta población. 

Por lo tanto, se sugiere limitar esta intervención a pacientes con déficits neurológicos incapacitantes persistentes, confirmación radiológica de oclusión de una arteria cerebral grande, edad suficiente para mitigar los riesgos asociados con la intervención, y con el asesoramiento de neurólogos y cirujanos endovasculares experimentados en niños y adultos.

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