Las arañas del género Latrodectus tienen toxinas distribuidas por todo su cuerpo, e incluso se ha encontrado veneno en sus huevos. Casos similares de envenenamiento también se han reportado aunque no tan frecuente.

Por: Katherine Ardila

Una mujer de 26 años, que vivía sola en compañía de dos perros, fue mordida por una araña en la mejilla izquierda mientras se encontraba acostada en su cama. Inmediatamente después de la mordedura, la paciente golpeó al arácnido con el dorso de la mano, lo que provocó que este cayera al suelo, donde fue ingerido por uno de sus perros.

Dentro de los primeros cinco minutos posteriores a la mordedura, la paciente desarrolló dolor local,  prurito (picazón intensa), eritema (enrojecimiento de la piel) y parestesia (sensación de hormigueo) en el área afectada. 

El eritema presentó un diámetro aproximado de 5 centímetros. Luego, apareció una pápula endurecida y dolorosa en el sitio de la mordedura, con posibles marcas de colmillos visibles según la descripción de la paciente.  

Durante los días siguientes, la paciente refirió una mejora progresiva del eritema, el dolor y el prurito, con una leve reducción en el tamaño de la pápula y la desaparición de la parestesia. Sin embargo, durante este período, la paciente desarrolló fiebre con una temperatura máxima de 38.5°C, diarrea sin presencia de moco o sangre, malestar general, astenia, adinamia y dolor lumbar. 

Todos estos síntomas se resolvieron de manera espontánea en un lapso de tres a cuatro días posteriores a la mordedura.  

Respecto al perro que ingirió la araña, la paciente informó que el animal presentó astenia, salivación excesiva, adinamia, vómitos y malestar general. No se observaron otros signos clínicos como hipotermia, fasciculaciones musculares, diarrea, disnea, cojera o comportamiento agresivo.  

Consulta y manejo clínico  

4 días después, la paciente acudió a consulta médica. En ese momento, el dolor y el prurito persistían, aunque con menor intensidad. La lesión y el eritema se habían reducido a un diámetro de 5 milímetros. 

No se presentaban síntomas sistémicos. Se le prescribió ibuprofeno 400 mg cada 6 horas como tratamiento sintomático para el dolor y la fiebre. Dado que la evolución clínica fue favorable y los síntomas fueron leves, no se consideró necesario administrar antiveneno ni realizar terapias adicionales. 

Tampoco se reportaron reacciones adversas durante el tratamiento o la evolución de la enfermedad. No se solicitaron exámenes de laboratorio.  

En cuanto al perro, se observó que el animal presentaba signos de deshidratación leve, pero su estado general mejoraba rápidamente. No se identificó un sitio específico de mordedura en el animal. Sin embargo, se recomendó a la paciente buscar atención veterinaria, recomendación que fue seguida.  

Identificación del arácnido  

Se mostraron fotografías de diferentes especies de arañas a la paciente, quien identificó a los géneros Latrodectus o Steatoda como los posibles responsables de la mordedura. 

La paciente mencionó que había observado arañas similares en el exterior de su vivienda. Aunque no se recolectó el espécimen para su identificación formal, la descripción proporcionada por la paciente y las características clínicas del caso sugieren que el arácnido pertenecía a uno de estos géneros.  

Las mordeduras de arañas son eventos relativamente comunes, y varias especies son conocidas por poseer venenos que pueden causar daño a los seres humanos. Sin embargo, la evidencia sólida proveniente de reportes de casos es escasa, lo que dificulta la comprensión completa de estas situaciones clínicas. 

Muchos de los casos publicados no pueden considerarse como incidentes definitivos de mordeduras de arañas, ya que no cumplen con las siguientes características: 1) evidencia de una mordedura de araña, 2) recolección inmediata del arácnido después del evento, y 3) identificación del arácnido por un experto. Este último punto es crucial, ya que los médicos y el personal de salud pueden cometer errores en la identificación de las arañas, lo que lleva a clasificaciones erróneas de los casos.  

En primer lugar, los médicos deben evaluar los casos de mordeduras de arañas de manera individual, ya que la mayoría de estas lesiones se resuelven por sí solas y no requieren terapia médica extensiva ni el uso de antiveneno. En segundo lugar, se destaca la posible afectación de otras personas o especies, como en este caso, donde la mascota de la paciente ingirió la araña. 

En segundo lugar, se destaca la posible afectación de otras personas o especies, como en este caso, donde la mascota de la paciente ingirió la araña. Después de ingerir el arácnido, el perro presentó síntomas de envenenamiento a través de las mucosas, un fenómeno poco reportado en la literatura. Un ejemplo similar es el caso de un paciente afectado a través de la conjuntiva después de estar expuesto al cuerpo de una Latrodectus hesperus. 

Este tipo de casos puede ocurrir porque las arañas del género Latrodectus tienen toxinas distribuidas por todo su cuerpo, e incluso se ha encontrado veneno en sus huevos. Casos similares de envenenamiento también se han reportado con otros artrópodos, como la oruga puss caterpillar. 

El tercer aspecto clínico relevante es la utilidad de las fotografías mostradas a la paciente para identificar al arácnido. Es necesario cuestionar cuán precisa o útil fue esta acción. En este sentido, ¿fueron la historia clínica y el examen físico suficientes para llegar a un diagnóstico? ¿La paciente observó lo suficiente a la araña como para reconocerla? ¿Fue realmente fácil para ella recordar los detalles y características del arácnido? Esto es importante porque estos animales suelen evocar un miedo especial en las personas, y los pacientes suelen estar ansiosos después de una mordedura. 

En este caso (Julián Porras-Villamil, et al), la araña presentada por la paciente parece tener un patrón de tela orbicular (posiblemente un espécimen de Araneus granadensis), mientras que las arañas de los géneros Latrodectus y Steatoda construyen telas con un patrón diferente.  

El cuarto aspecto involucra el desafío de realizar un diagnóstico definitivo de mordedura. En este caso, hubo historia y evidencia de la mordedura, pero no fue posible recolectar la araña, ya que fue ingerida por el perro. Finalmente, el quinto aspecto fue la negativa de la paciente a recolectar un espécimen similar (específicamente el que ella señaló). 

Este hecho, junto con la imposibilidad de recolectar la araña original, impidió la identificación del tipo de arácnido involucrado en el incidente. Esto es especialmente relevante, ya que los géneros Latrodectus y Steatoda pueden ser confundidos tanto por los pacientes como por los médicos, no solo por la forma del cuerpo de la araña, sino también porque los síntomas que causan son similares. 

Tanto el estetodismo como el latrodectismo pueden presentarse con eritema, dolor, parestesia, afectación autonómica, dolor abdominal y pápulas. Sin embargo, el estetodismo tiende a tener manifestaciones más leves y un curso clínico más corto, mientras que algunos signos clínicos muestran un patrón diferente.  

Por lo tanto, debido a la presentación leve, la similitud con otros casos de estetodismo, el reporte previo de Steatoda nobilis cerca del área y su similitud con el latrodectismo de bajo grado, este caso podría considerarse como un probable estetodismo, aunque no puede considerarse como un diagnóstico definitivo.  

En cualquier caso, aunque algunas mordeduras de arañas son clínicamente importantes y pueden tener consecuencias graves, estas son la excepción. El énfasis excesivo en las mordeduras de arañas ha llevado al diagnóstico erróneo de una amplia gama de enfermedades, a veces con consecuencias irreversibles, graves o fatales, como es el caso del cáncer y enfermedades infecciosas como la Staphylococcus aureus resistente a la meticilina.  

Lo Último