En el octavo kilómetro de una carrera, el padre del atleta observó cómo tropezaba y posteriormente colapsaba, perdiendo la conciencia.
Por: Mariana Mestizo Hernández
Un corredor masculino de 14 años, con un historial altamente competitivo en distancias de medio fondo (3:25 min/km en 3 km) y un consumo máximo de oxígeno (V O2max) medido constantemente durante 2 años en el rango de 72-78 mLkgmin-1, experimentó un colapso durante su primera participación en carretera de 10 km. Este episodio ocurrió en un clima cálido (alrededor de 32°C-35°C) y húmedo (alrededor de 60%-70% de humedad relativa) durante el verano.
En el octavo kilómetro de la carrera, el padre del atleta observó cómo tropezaba y posteriormente colapsaba, perdiendo la conciencia. El corredor yacía en el asfalto, con su ropa de correr mojada y expuesto al sol. En ese momento, el padre vertió dos botellas de agua no fría (aproximadamente 500 ml cada una) sobre la cabeza del atleta mientras esperaban ayuda.
Hallazgos clínicos al llegar
Tras aproximadamente 10 minutos, llegó asistencia y el atleta fue llevado por su padre en un coche de policía a un servicio de urgencias cercano. A su llegada, unos 15 minutos después del colapso, seguía inconsciente, mojado y presentaba una frecuencia cardíaca elevada (138 latidos/min) y una presión arterial baja (100/50 mm Hg). Se le administró una infusión intravenosa de solución salina normal (0,9%) y oxígeno suplementario a través de una cánula nasal.
No se tomaron medidas para enfriar su cuerpo aparte de los líquidos intravenosos a temperatura ambiente. Aproximadamente 25 minutos después del colapso, recobró la conciencia, aunque mostró desorientación e irracionalidad. No tenía memoria de haberse desmayado ni de haber sido trasladado a urgencias.
Los síntomas experimentados incluyeron mareos, tropiezos y pérdida de conciencia, indicativos de un golpe de calor por esfuerzo. Alrededor de dos días después del episodio, los análisis de sangre detectaron un aumento en las enzimas hepáticas, sugiriendo la posibilidad de una lesión en el hígado.
En términos de análisis de rendimiento, se observó una frecuencia cardíaca media de 165 latidos/min (85% de su frecuencia cardíaca máxima). También se registró una tasa de sudoración de 1,8 L/h y una ingesta de agua de 200 ml, representando el 16% de la pérdida de fluidos. Además, se calculó un déficit de fluidos corporales del 2%. El corredor experimentó esfuerzo percibido y sensación de calor durante la prueba.
Plan gradual de retorno a la competición
Tras el colapso, se implementó un plan gradual de retorno a la competición. Se realizaron evaluaciones de carrera en condiciones reales, que simulaban las condiciones ambientales y la intensidad del entrenamiento del atleta. Después de un seguimiento, el restablecimiento en los resultados de laboratorio y un entrenamiento progresivo, se permitió al corredor competir nuevamente en condiciones más frescas. Finalmente, tras 20 semanas, ganó el Campeonato Nacional de Campo a Través de Grupo de Edad de 8 km (ritmo de 3:26 min/km).
Golpe de calor por esfuerzo
En los meses de verano, los atletas jóvenes se involucran intensamente en actividades deportivas, y a menudo pasan por alto los síntomas de la enfermedad por calor. Es posible que se sientan presionados a competir incluso si no se encuentran en óptimas condiciones y es común que no mantengan una adecuada hidratación durante el ejercicio.
El golpe de calor por esfuerzo (EHS por sus siglas en inglés) representa un riesgo grave, surgiendo de una hipertermia extrema durante el ejercicio intenso, especialmente en ambientes cálidos y húmedos.
Entre los signos reveladores se encuentran la disfunción del sistema nervioso central, manifestada a través de confusión, comportamiento irracional o pérdida de conciencia, acompañados por una temperatura corporal central (Tc) que suele superar los 40,0 °C.
Factores detonantes
Factores como la falta de aclimatación al calor y la deshidratación aumentan la predisposición al EHS. En corredores, la deshidratación puede acelerar la elevación de la temperatura corporal, resultando en hipertermia peligrosa, sobre todo en atletas con alta motivación pero poca aclimatación a condiciones calurosas y húmedas.
La hipertermia y la deshidratación afectan la función cardiovascular y la regulación del calor corporal. Es esencial identificar pronto los síntomas y enfriar rápidamente el cuerpo para minimizar daños en órganos como el hígado, riñones, cerebro y músculos. En el caso de atletas adultos, el regreso a la competición post-EHS se fundamenta en signos clínicos, análisis sanguíneos y pruebas de laboratorio de tolerancia al calor, además de respuestas durante la aclimatación al calor.
Sin embargo, para jóvenes atletas que experimentan EHS, no existen pruebas sólidas de que las pruebas de laboratorio de tolerancia al calor sean apropiadas para determinar su preparación para regresar al entrenamiento y competición de alto nivel.
Acceda al caso clínico completo aquí.