Además de la masa removida, se encontró una masa de 2,5 cm en la glándula suprarrenal izquierda sin signos de malignidad.
Por: María Camila Sánchez
Un hombre de 46 años de edad, que había sido fumador y tenía un ligero sobrepeso [92 kg, 176 cm, índice de masa corporal (IMC) 29,7 kg/m2] acudió al servicio de urgencias de medicina interna con un tumor poco claro de 12 cm en la glándula suprarrenal derecha y un tumor poco claro de 2,5 cm en la glándula suprarrenal izquierda.
Antes de la tomografía computarizada (TC), el paciente habría tenido episodios persistentes de fiebre por las tardes durante 4 meses, y una pérdida de peso involuntaria de 5 kg. Poco antes de la aparición de los episodios de fiebre, se había presentado una infección por coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo 2 (SARS-CoV-2).
Evaluación de preexistencias y examen físicoSe descartaron enfermedades crónicas preexistentes y alergias, aunque refirió que en el pasado se había tratado quirúrgicamente un seno pilonidal. La exploración física reveló que el paciente se encontraba en buen estado clínico, con respecto a su estado nutricional, tenía un ligero sobrepeso.
Presentaba taquicardia (107 lpm), estaba ligeramente hipertónico (140/70 mmHg) y su frecuencia respiratoria era de 20 respiraciones/minuto. Según el TC realizado, se encontró una masa heterogénea (11,5 × 10,5 cm) en la glándula suprarrenal derecha con una calcificación central. Además, había una masa de 2,5 cm en la glándula suprarrenal izquierda sin signos de malignidad. No había evidencia de metástasis a distancia ni en el tórax ni en el abdomen.
Tratamiento quirúrgico
Dado que no era posible determinar con certeza de qué tipo de tumor se trataba y para evitar la diseminación de células tumorales mediante biopsia, los médicos tratantes recomendaron una resección completa. La presentación quirúrgica llevó a la indicación de adrenalectomía abierta debido al tamaño del tumor de acuerdo con la guía alemana.
El tumor se encontró dorsal al lóbulo derecho del hígado extendiéndose y comprimiendo el órgano hepático. Según describen los autores del caso, la movilización del hígado fue complicada debido al tamaño del tumor y su adherencia al tejido circundante. Se realizó una disección meticulosa para separarlo gradualmente.
Para asegurar la integridad del tumor, se llevó a cabo una decapsulación parcial del hígado. Afortunadamente, la vena cava y el riñón derecho no estaban afectados. El tumor fue extirpado completamente con su cápsula intacta, lo que fue confirmado por análisis anatomopatológico.
Al finalizar la intervención, se examinó la glándula suprarrenal izquierda y, debido a la naturaleza y tamaño del tumor, no se consideró necesaria su resección, identificándose como un incidentaloma suprarrenal. Los hallazgos de patología sugirieron que el tejido removido coincidía con un angiosarcoma completamente resecado de la glándula suprarrenal derecha.
Angiosarcoma de la glándula suprarrenal
Los angiosarcomas son subtipos vasculares malignos de neoplasias de tejidos blandos. Una forma particularmente rara de angiosarcoma es el angiosarcoma de la glándula suprarrenal, del que sólo se ha informado en menos de 100 pacientes en todo el mundo.
Cada glándula suprarrenal consta de una corteza productora de hormonas esteroideas y una médula productora de catecolaminas, pero los angiosarcomas de la glándula suprarrenal no suelen ser tumores productores de hormonas, a diferencia de los tumores de la propia glándula suprarrenal.
Detección del angiosarcoma de la glándula suprarrenal
El diagnóstico de un angiosarcoma suprarrenal es un reto, ya que existe una variedad de lesiones benignas y malignas mucho más comunes que muestran un comportamiento clínico y de imagen similar.
El aspecto clínico del angiosarcoma de la glándula suprarrenal suele ser discreto, lo que puede retrasar el diagnóstico. Otros informes de casos destacan que los angiosarcomas suprarrenales son en su mayoría hallazgos incidentales, y dado que no producen hormonas, no aparecen síntomas específicos que puedan indicar un tumor suprarrenal.
Sin embargo, la fiebre puede ser un posible síntoma de angiosarcoma en general, ya que algunas publicaciones han descrito la fiebre como síntoma de angiosarcoma en otras localizaciones. Se sabe que la fiebre puede aparecer con la neoplasia, pero no es un síntoma común de las enfermedades malignas.
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